El siglo que no empieza
Escrito por Fernando Luis Egaña   
Martes, 19 de Abril de 2011 22:44

altEl siglo XX venezolano concluyó a principios de 1999 y el siglo XXI aún no empieza. Venezuela mora, a la fuerza, en el limbo retrogrado de la satrapía. Así como se reconoce que el siglo XX venezolano, políticamente hablando, empezó en 1936, tal y como lo argumentaba nadie menos que el eximio escritor y pensador Mariano Picón Salas. Así no faltan quienes sostienen que el siglo XXI tampoco se ha iniciado en Venezuela, y no por una continuidad sobregirada del siglo anterior, sino porque el país se ha despeñado hacia las honduras de sus atavismos, más propios de la mala historia del siglo XIX y hasta más atrás.

La política cívica, la democracia y la República Civil, en ese orden, fueron logros capitales de los venezolanos del siglo XX. Manuel Caballero ha historiado ese proceso de manera sin igual. Y esas tres conquistas han sido duramente golpeadas por esa mezcolanza de militarismo, autocracia y despotismo habilidoso que ha rebrotado en Venezuela con la pomposa e inaceptable denominación de "revolución bolivariana".

El virus de la supremacía militarista y regresiva, pervivió en el período democrático del siglo XX, y afloró con fuerza cuando el sistema inmunológico de la democracia estaba débil, bien por errores políticos, bien por efectos económicos del contexto internacional, bien por el desdén hacia la institucionalidad, bien por la codicia de poderes fácticos.

Y el rebrote viral consiguió transmutarse en un síndrome que ya caracteriza la realidad de los venezolanos, y que para buena parte de éstos, los más jóvenes, es la única referencia conocida.

Pero lo más grave es que la llamada "revolución" impide que Venezuela pueda entrar en el siglo XXI. Brasil o Chile, por ejemplo, se desplazan en la nueva centuria como pez en el agua. Pero la Venezuela del inmenso potencial, no es que siga amarrada al siglo XX, no: es que la han engrillado a las peores tendencias de la mandonería y el atraso de épocas muy pretéritas.

Y aunque sea imprescindible crear conciencia al respecto, pues si no se calibra la dimensión de la crisis existencial de Venezuela, es prácticamente imposible que puedan encontrarse salidas efectivas, y no meros espejismos; tampoco se podrá superar la hegemonía sin la esperanza política y social, es decir colectiva, hacia una etapa distinta y posible. Y esa esperanza, pienso, debe estar asociada con el derecho a entrar en el siglo XXI, o más precisamente en su faceta auspiciosa.

El siglo de la expansión de los derechos humanos, de la acelerada innovación tecnológica, de la libertad económica y la responsabilidad ambiental, de la cibereconomía, de la descentralización del poder y del empoderamiento social, de la globalización de las oportunidades, de la armonía de los valores y la técnica, de la bioética y del genoma, de las identidades culturales, de la sustancia humana de la democracia.

Un siglo, desde luego, que casi no tiene nada que ver con la experiencia venezolana del presente, decimonónica y retardataria en cuanto a la noción y ejercicio del poder. Pero un siglo, el XXI, que debe izarse como legítima bandera para que cobre más fuerza la lucha para superar la satrapía, y así darle entrada al futuro venezolano.

Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla




blog comments powered by Disqus
 
OpinionyNoticias.com no se hace responsable por las aseveraciones que realicen nuestros columnistas en los artículos de opinión.
Estos conceptos son de la exclusiva responsabilidad del autor.


Videos



Banner
opiniónynoticias.com