La búsqueda del bienestar de los venezolanos plantea el adelanto de un proceso destinado al rescate de los valores que nos hacen mejores ciudadanos  en la senda del progreso y el desarrollo. Nuestra lucha por esas metas, está enmarcada por tres propósitos fundamentales, a saber: a) un proyecto de Estado, que haga posible que las instituciones funcionen y puedan ejercer de forma autónoma sus actividades, b) principio de la separación de poderes, c) un Estado que garantice la descentralización y sea capaz de redimensionar la economía del país.

Específicamente debe tomar como palanca, el desarrollo armónico de la educación, y luego, al lado del proyecto de gobierno, un proyecto de sociedad, porque si aquí no resolvemos la crisis económica y la crisis moral, no vamos a salir de abajo. Por eso es importante la familia, la responsabilidad de los padres, de las madres, la convivencia en general, y que hagamos una promoción de los grandes valores.
Uno de esos valores es el de la fe, que lleva a la humanidad a luchar por alcanzar sus objetivos. Dios es el que nos da la fuerza necesaria para superar obstáculos, porque en tiempos de crisis no debemos nosotros esconder la capacidad y la bondad del pueblo para demostrar que las crisis son como las noches oscuras, que nos permiten siempre amanecer con un sol luminoso. Las crisis tienen más bien que pasar de la angustia a la creatividad para producir soluciones.

El pueblo desea progresar y vivir en paz. Sabemos que de las confrontaciones absurdas no sale nada bueno, sino tragedias. Queremos paz para la convivencia y para que nosotros impulsemos la fraternidad indispensable en estos tiempos de crisis, la cual nosotros la hemos advertido como una oportunidad, y, por supuesto, este es uno de los aspectos que tenemos que destacar de todos estos meses acumulados en estos últimos años en que la crisis no ha sido motivo para que nosotros nos arrodillemos, sino que por el contrario, que la aprovechemos, porque con ella salen las ideas y los esfuerzos, para poder seguir sirviéndole tanto a Caracas como a toda Venezuela.

En cuanto a la educación, aún se presenta un índice de analfabetismo que oscila entre el 5 y el 6 por ciento. De igual manera se da el fenómeno de la deserción escolar, con un alto índice de niños que no se incorporan al ciclo básico, y otros que no finalizan el bachillerato. Se da el caso también de aquellos que culminando el bachillerato, no pueden cursar estudios superiores a nivel universitario.

Asimismo se da el lamentable caso de que en Venezuela desaparecieron las escuelas técnicas, y una de las proposiciones que he venido haciendo es que nuestros jóvenes tengan la oportunidad de incorporarse a escuelas técnicas, con la posterior opción de cursar una carrera universitaria. Importantes recursos del gobierno, gobernaciones y alcaldías, deben orientarse fundamentalmente a favorecer los proyectos educativos, para que tengamos una educación de excelencia, de muy alta calidad, con plantas físicas adecuadas, inversión en tecnología, comedores, programas de vacuna e inversiones para la investigación en nuestras universidades.

El país que nos merecemos es de progreso, bienestar y prosperidad, con el que sueñan toda mujer y todo hombre, y el progreso y bienestar que nosotros, como adultos, debemos asegurarles, es educación de calidad para el desarrollo humano de todos los niños y jóvenes. La educación, la alimentación, la recreación, la seguridad con la que deben ir y regresar de sus escuelas, la seguridad con la que deben incorporarse a los centros deportivos de sus barrios y urbanizaciones, y con la que tienen que hacer llevaderas sus vidas de niños y adolescentes. Todo ese recurso humano será puesto al servicio de nuestro país.
Los venezolanos están urgidos de que se les atienda de forma integral, dotándolos de centros de salud de calidad, con equipos médicos e insumos, y obras que mejoren su calidad de vida.
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