Nuestro  amor por pueblos ajenos no tiene límites. Los mensajes más importantes que nos envía Chávez en ese gesto de generosidad, son los mimos de siempre: yo -el supremo- hago lo que me viene en gana. La hacienda pública la manejo yo. Ustedes me importan poco. Mi proyecto de ser un líder americano no se detiene.

Al tiempo que se trata de esconder en Venezuela los problemas económicos que nos ha generado este gobierno, el mismo que habló de bolívar fuerte y de economía blindada, nuestro presidente sale a regalar de nuevo nuestro dinero, en esos viajes en los qué conquista simpatías sacando la cartera del bolsillo. No hablo de su propia cartera, hablo de nuestra cartera. Aquí se acabo toda clase de recato en el manejo de los dineros. Un acto como ese requería en el pasado de una aprobación de la Asamblea, ahora nos bailamos todos los protocolos.

La lista de dádivas parece no terminar y poco a poco hemos venido descubriendo algunas de esas donaciones de las que no llegamos a enterarnos. Casas en África, en Cuba, en Perú y en otras latitudes. Asfalto, combustibles para calefacción, operaciones de ojos y viajes a Cuba de centenares y miles de compatriotas suramericanos. El proyecto de colonización de Suramérica avanza a paso de vencedores. Imperialismo bueno, para reemplazar al imperialismo malo. Malo el de Obama, bueno el de Chávez.

No dejo de maravillarme por la capacidad de aguantar qué este pueblo ha generado. El Metro en malas condiciones, una nueva crisis eléctrica en puertas, la inflación más grande de Latinoamérica, represión de la buena para las protestas laborales, mentiras a montones y promesas incumplidas y seguimos impávidos, inamovibles, pacientes y cabizbajos, quejándonos de nuestras desgracias. Mientras usted no trabaje en un Bingo y le cierren su trabajo en la cara, permanece en esa clase de limbo que  coloca su mente en cámara lenta, para de vez en cuando expresar: no vale, eso no va a pasar.

Organice su tiempo y asegúrese que deja libre, para dedicarle a su patria, no menos del diez por ciento. Comience a considerar la posibilidad de sacrificar algunos viajes a la playa, una parrillita de domingo y otras actividades de recreación para dedicarlas a una republica que se morirá de mengua si no elevamos nuestros niveles de participación ciudadana. Quítese de la mente, de una vez por todas, esos callos calcificados que le envían mensajes acerca de que usted marchó mucho y toco el pito y la vaina no funcionó. Métase entre ceja y ceja que todo esfuerzo que usted hace para dejarle un mejor país a sus hijos, lo está destruyendo este gobierno mientras lo observamos con una mezcla de respeto, miedo e indolencia.

El único candidato que tiene la oportunidad de ganarle a Chávez, el aquel que respaldaremos con fuerza, desde hoy, no el año que viene. Es nuestra posición contestaría, unida y sólida en torno a los grupos que protestan hoy, la que nos convertirá en una arrolladora fuerza que llenará de votos las urnas. Pregúntese cuanto apoyo le dio a los estudiantes que defienden su libertad y la de sus hijos. Un gran país espera por usted, no lo defraudemos.

@pereiralibre