La tragedia de la educación
Escrito por Ing. Rafael Diaz Casanova   
Viernes, 01 de Abril de 2011 06:49

altEl régimen que destruye el país pareciera (no nos cabe duda) que tiene un programa perverso. Ya, desde aquel aciago día de la írrita juramentación que no fue tal, el potencial dictador dijo que tenía que destruir todo lo que le pareciera inconveniente y que luego se propondría construir sobre las cenizas del país. Han transcurrido doce tenebrosos años y sigue la destrucción. Parece que los planos de construcción... se le perdieron.

Tan pronto como en el año 2000 ya anunció cambios radicales para le educación. Un decreto desafortunado que llevaba el número 1011 produjo una tremenda reacción y una de las manifestaciones más nutridas de toda la historia del país. Ese decreto, inexplicablemente, a quienes más perjudicaba era a los menos favorecidos.

Inmediatamente y con frecuencia anual se han producido disposiciones contrarias a la ciudadanía y a varios de los derechos consagrados en la constitución, que han limitado los incrementos del pago de mensualidades en los colegios privados que se colocan muy por debajo de la inflación, cuyo principal responsable es el Gobierno.

Las consecuencias han sido variadas y las asambleas de padres y representantes de los alumnos, han "inventado" mecanismos, para que los colegios privados puedan sobrevivir y no ha sido pequeño el daño que se le ha producido a los maestros que ven como sus sueldos, que ya eran bajos, hoy son irrisorios y vergonzosos.

Dividir el Ministerio de Educación ha sido otro de los "objetivos" del régimen. Además, en todos los pasos que da el dictador, la calidad es la gran ausente.

El extremo se ha adelantado contra las universidades; se les trata de oprimir física, moral y económicamente. Se envía tarifados agresores que han llegado a los extremos de hacer estallar bombas en el recinto del Consejo Universitario de la UCV, se desdice de las muy buenas universidades privadas y se regalan títulos en establecimientos espurios que obedecen al dictador. Venezuela es el único país que niega presupuestos adecuados y dignos a la juventud estudiosa.

Ahora tenemos otra vuelta de la tuerca. Inexplicablemente amparados en la absurda Ley Habilitante, se dicta una resolución que obliga a cursos bélicos en todos los grados de instrucción. Las actuaciones de Gadafi le han resultado inspiradoras al régimen que nos descuaderna el país. Las nuevas prescripciones, basadas en el árbol de las tres raíces, no tienen ninguna.

Venezuela, a través de sus doscientos años de vida republicana, ha tratado de ser un país pacífico, un país que solo ha empuñado las armas para liberar otros países y cuando lo hizo internamente fue para escenificar una guerra interna que diezmó su población masculina, más sirvió para promover la igualdad y hacer desaparecer las castas. Bárbaros regímenes militares han impuesto años aciagos y la LIBERTAD, terca, siempre ha reaparecido.

El régimen ahonda diferencias, promueve el fraccionamiento de la ciudadanía en dos bandos irreconciliables, promueve un hombre militarizado, con una instrucción superficial similar a la de su dictador y una audacia suicida.

Demos gracias a Dios de que han aparecido estudiantes valientes, dignos continuadores de la historia que comenzó a escribir José Félix Ribas en La Victoria en 1812, continuaron los jóvenes de febrero de 1928 y reaparecieron en las gestas que acabaron con Pérez Jiménez en enero de 1958.

La educación de calidad y diversa, es una necesidad imprescindible en estos años de comienzos del siglo XXI donde la globalización, la tecnología y las ideas son los ingredientes fundamentales para el futuro de naciones exitosas.

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EU/OyN


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