Los primeros cien días de Trump: Lo peor está por venir
Escrito por Trino Márquez C. | X: @trinomarquezc   
Jueves, 01 de Mayo de 2025 11:36

altLos primeros cien días de cualquier gobierno son considerados emblemáticos en los países donde existe alternancia en el poder.

Se considera un lapso en el cual se definen las líneas fundamentales del nuevo Gobierno. El proyecto de país y sociedad que se quiere impulsar. Esta tradición es especialmente relevante en Estados Unidos. Los medios de comunicación les dedican reportajes en los que se examinan las cifras alcanzadas en distintos campos, los editoriales de los periódicos se refieren a la actividad gubernamental y los analistas hablan o escriben miles de líneas en las que exploran la marcha del gobierno entrante. La administración de Donald Trump no se ha escapado de esta arraigada tradición.

Los principales medios informativos norteamericanos y mundiales han revisado con lupa el período. El balance es muy negativo en los medios ‘progresistas’, y han manifestado poco entusiasmo en aquellos de orientación más conservadora o derechista. La desaprobación generalizada, especialmente en el área económica, la reflejan las encuestas. En las fechas posteriores al 20 de enero, día de la juramentación, Trump contaba con una aprobación de 52% entre los estadounidenses, porcentaje muy parecido al obtenido cuando ganó la elección de noviembre pasado.  Cien días después, apenas 42% de la población aprueba sus políticas. Se produjo una caída de diez puntos porcentuales. Es decir, retrocedió 20% en la simpatía de sus conciudadanos. Para un líder político que se considera elegido por los dioses para conducir Estados Unidos a la Tierra Prometida, que ya está pensando en postularse como candidato en 2028 y cuyo lema central es Make America Great Again (MAGA), esa erosión de su imagen en tan poco tiempo debería ser muy poco alentadora.

Sin embargo, ese no es el caso de Trump, cuyo ego es elefantiásico. Frente al deterioro de su popularidad, y para animar a sus seguidores más fieles, dijo cuando completó los cien días: “Solo acabamos de empezar. Aún no han visto nada”.

Si aún Estados Unidos y el mundo ‘no han visto nada’, podríamos suponer que la agresividad de su política arancelaria continuará, a pesar de la desconfianza generada entre los consumidores y de que 60% de los norteamericanos la desaprueban, considerándola perjudicial para los ciudadanos de ese país.

Su política arancelaria forma parte de una visión ultranacionalista y proteccionista incongruente con el indetenible con la globalización e interconexión mundial, impulsadas por la necesidad de crear mercados cada vez más amplios (mundiales en la medida de lo posible) y por el avance continuo de la tecnología, que no puede constreñirse a las fronteras nacionales.  Para evitar que el escenario mundial surgido luego de la II Guerra Mundial se convirtiera en un campo de batalla y en un caos, se creó la Organización Mundial de Comercio (OMC). Las cancillerías de las naciones fomentan la negociación y los acuerdos multinacionales entre los gobiernos, propiciando el equilibrio en los intercambios comerciales entre los países. 

Trump ha ignorado las reglas recomendadas por la experiencia y la lógica, optando por desatar una guerra comercial que está impactando de forma severa a la economía norteamericana y mundial. Las últimas cifras de empleo en Estados Unidos muestran un decrecimiento importante de este indicador durante el último trimestre. Se ha cerrado un largo ciclo de auge que duró casi todo período de Joe Biden. Durante el mismo tramo, el dólar perdió 15% frente al euro y todavía más ante la libra esterlina. Como se sabe, la bolsa de Nueva York se desplomó, causando gigantescas pérdidas a empresas y particulares que colocan sus ahorros en ese mercado. Con relación a América Latina, la Cepal proyecta una caída cercana a 1% del PIB, en un continente que no termina de salir del estancamiento. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional también vaticinan un retroceso significativo de la economía en el plano mundial.

Por todos lados, las políticas agresivas e intimidantes de Trump han producido un enorme descalabro de la inversión, la generación de empleo y en general, de la actividad económica. A partir de estos datos, esos organismos que he señalado proyectan el incremento de la pobreza, el desequilibrio en el acceso a los servicios públicos y el aumento de la desigualdad social.

Este balance, muy comprimido, quedaría incompleto si no incluyo el fracaso de Trump al no haber podido acabar con la guerra en Ucrania, que prometió concluir en veinticuatro horas. Igualmente, hay que señalar las tensiones innecesarias e inconvenientes con México y Canadá, sus vecinos y socios más cercanos. Los abusos cometidos contra un modesto país como Panamá. El apoyo incondicional a un genocida como Benjamín Netanyahu. La crueldad desplegada contra numerosos inmigrantes, incluidas familias enteras que han sido objeto de la violación de sus derechos humanos. La descalificación de jueces que se han opuesto a sus arbitrariedades. Y, finalmente, el acoso a las universidades y al sistema científico.

Han sido cien días terribles para los países pobres, las relaciones internacionales, la democracia, la libertad, la ciencia, la academia.  Lo peor, de acuerdo con sus propias palabras, es que “aún no han visto nada”. ¡Dios mío!

       


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