¿Dolarización de hecho o envilecimiento del signo monetario? |
Escrito por Enrique González Porras | X: @enriquergp |
Martes, 09 de Junio de 2015 06:18 |
Algunos analistas asoman a la dolarización como una política pública que busca crear la institucionalidad que permita eliminar los incentivos en favor de que el BCV financie el déficit fiscal, monetizando el exceso de gasto corriente. De hecho, aun cuando la Constitución Nacional lo prohíbe expresamente, se ha producido un enorme financiamiento inorgánico del déficit público. Tal aumento del gasto, del déficit y su monetización, simultáneamente con una reducción de las reservas internacionales, de la actividad económica, del valor agregado doméstico, de la productividad y de la oferta de bienes y servicios; ha puesto a "perseguir" mayor cantidad de bolívares detrás de un reducido número de divisas y de productos. El crecimiento de M2 puntual a mayo 2015 se acerca a 70%, mientras que el nivel de las reservas internacionales se redujo en 17% durante el mismo periodo, coadyuvando a la aceleración de la inflación a lo largo del último año. Sin embargo, la dolarización de forma estricta como una política de Estado implicaría perder soberanía sobre la política monetaria y cambiaria, sobre la emisión de dinero y en consecuencia se perdería la manipulación expresa del sistema de precios en el mercado de dinero directamente por medio del tipo de cambio y luego más indirectamente por medio de las tasas de interés marcadoras de mercado. Lo anterior independientemente de que el sistema o régimen cambiario se haya encontrado a lo largo de un espectro de opciones que se sitúan desde un régimen libre hasta uno con un tipo de cambio fijo y un control de cambios -como estrategia de anclaje-. Quienes proponen que se asuma al dólar como moneda de curso legal en el país asignan mayor probabilidad a que la soberanía monetaria envilezca al bolívar que a la probabilidad asignada a que efectivamente en la práctica se persigan los objetivos de estabilización de precios y crecimiento económico. Por otra parte, sectores como el de las aerolíneas y el automotriz han asomado e iniciado la comercialización de servicios y productos en dólares dentro del mercado doméstico; una vez que los niveles de deuda que acumulan con sus proveedores internacionales y casas matrices podrían superar los US$ 5.000 MM conjuntamente y no cuentan con créditos disponibles para acceder a insumos. No obstante, el artículo 318 sobre el Sistema Monetario Nacional establece clara y taxativamente que "la unidad monetaria (moneda de curso legal) de la República Bolivariana de Venezuela es el Bolívar". (El paréntesis es nuestro). Por su parte, el artículo 91 establece que todo trabajador será retribuido con pago periódico y oportuno en moneda de curso legal. Algunos abogados defensores de la estrategia desplegada por la empresa Ford Motors de Venezuela alegan que durante el inicio del año 2014 se habría eliminado el artículo 19 de la Ley contra los Ilícitos Cambiarios que prohibía a las personas naturales y jurídicas, que de forma pública o privada, ofrecieran en el país la compra, venta o arrendamiento de bienes y servicios en divisas. Sin embargo, aun cuando el Gobierno otorgue la venía o deje que ciertos sectores económicos comercialicen bienes y servicios en el país en dólares, aun ante el hecho que ciertos sectores se vean obligados a iniciar operaciones de oferta de sus bienes y servicios en dólares una vez no tienen acceso a las divisas oficiales para tener acceso a material productivo y continuar con sus operaciones en el país, o aun cuando resulté prácticamente imposible verificar si las transacciones privadas y/o bilaterales se realizan en dólares o en bolívares; continúa estando vigente la disposición Constitucional sobre el bolívar como unidad monetaria, lo que implica cierta soberanía sobre la política monetaria, la existencia de un ente emisor como el BCV en aras de tutelar el interés público en materia de estabilización de precios y crecimiento económico. Lo anterior significaría que no se ha tomado la dolarización como una política de derecho o una política pública de Estado formalmente hablando sobre toda la economía. Dicho esto, muchos lectores afirmarán que aún así, muchas transacciones económicas y comerciales en el país se están perfeccionando en dólares. Ciertamente, pero estos mercados se reducen, por un lado a aquellos en los cuales los oferentes tienen el poder de negociación para exigir el signo monetario de su gusto para perfeccionar la transacción y por el otro a la existencia de una reducida demanda con disponibilidad de divisas -bien por haberlas adquirido anteriormente o porque tienen alguna fuente para generarlas o adquirirlas-. De ser cierta la tesis que con la simple modificación de las normas de ilícitos cambiarios las transacciones en el país podrían realizarse en dólares, cabe preguntarse ¿quiénes de poseer el poder negociación desearán ser pagados en dólares y quiénes en bolívares? ¿Qué pasaría con la política económica en el país si todos los agentes económicos exigen ser pagados o remunerados en dólares? Probablemente nos encontraremos por respuesta que una unidad monetaria por más que sea legalmente impuesta, cuando el dinero pierde sus funciones de reserva de valor, unidad de cuenta y medio de cambio, de poco sirve que la propia Constitución Nacional la imponga. Antes del inicio de los años noventas, la teoría económica reconocía la importancia del dinero como medio de pago, reserva de valor y unidad de cuenta para facilitar las transacciones voluntarias más allá de la situación de doble-coincidencia del trueque, permitiendo expandir las actividades económicas y comerciales y la generación de mercados, riqueza y bienestar. Sin embargo, hasta que los economistas Nobuhiro Kiyotaki y Randall Wright en 1992 publicarán su documento de trabajo "Acceptability, Means of Payment, and Media of Exchange", se asumía que el dinero mientras resguardara la calidad de sus funciones, sería aceptado y fungiría como medio de cambio. El envilecimiento de nuestro signo monetario, está vulnerando su aceptabilidad y por tanto explicando la sustitución del mismo por algún otro "objeto" que cumpla mejor sus funciones de resguardo de valor y medio de cambio, el dólar. Sin embargo, aún cuando ambos constituyan FIAT Money o dinero de curso legal en cada uno de sus países, en el primero de los casos por destruirse su función de reserva de valor, las personas no lo perciben como un buen medio de cambio y “más de hecho que de derecho” lo han intentado sustituir por el dólar. El papel moneda es aceptado como medio de cambio no sólo por una imposición legal, sino por la confianza que inspire, toda vez que no suele poseer utilidad intrínseca alguna. Aquí radica la diferencia entre el dinero commodity -como el oro- y el Fiat Money como el papel moneda. Adicionalmente, en el país las tasas pasivas reales negativas han desincentivado el ahorro. La abundancia relativa del bolívar respecto a otros bienes y la inflación ha llevado a algunos sindicatos de empresas públicas y privadas a asomar la posibilidad y la preferencia de que sus pagos se realicen en los bienes que producen más que en dinero. A continuación presentamos un modelo teórico que explica cómo una sociedad que en promedio percibe al dinero como un mal dinero, podría terminar rechazándolo como medio de pago y probablemente buscando un mejor sustituto, como muchos agentes económicos en Venezuela lo están haciendo independientemente que requieran comprar insumos o materia prima importada, porque en muchas ocasiones nos estamos refiriendo a consumidores finales. Anexo: Modelo de Medio de Cambio Endógeno: El siguiente modelo teórico explica la determinación endógena de la aceptabilidad, propiedad necesaria en un buen medio de cambio. Un medio de cambio es un objeto que es tomado por cambio o pago, no por sí mismo, ni por sus características intrínsecas, ni para ser consumido, sino para ser intercambiado nuevamente por un bien en el corto, mediano o largo plazo. Si bien los libros textos de economía reconocen ciertas características intrínsecas deseables a los medios de cambio, como serían durabilidad, que sean manejables, que puedan guardarse y manipularse con relativa facilidad y a bajo costo, que resulten reconocibles, divisibles, etc.; una propiedad fundamental es que puedan ser liquidados, intercambiados o más precisamente aceptados. Podríamos definir la aceptabilidad de un objeto como la probabilidad de que el mismo sea aceptado por otros agentes económicos a un precio determinado. Consideremos una economía con un elevado número de agentes económicos que viven infinitamente y un elevado número de bienes de consumo perfectamente guardables y/o no perecederos, con la propiedad de que cada agente económico consume una fracción x de los bienes y cada bien es consumido en la fracción x por los agentes económicos. Supongamos que todos los bienes son producidos por un número equivalente de agentes económicos pero cada agente no produce bienes que pueden consumir el mismo. Estos bienes son indivisibles y se expresan en unidades de tamaño unitario. Cuando un agente económico consume una unidad de un bien, recibe una utilidad expresada por u e inmediatamente produce un nuevo bien con un costo en términos de desutilidad igual a c. Los agentes económicos no pueden producir antes de consumir. Podemos asumir que se ha dotado aleatoriamente a un conjunto de agentes económicos con bienes de consumo y al resto con un objeto sin valor intrínseco que llamaremos dinero. Así las cosas, denotaremos a M como la fracción de agentes económicos dotados con dinero, asumiéndolo como un objeto igualmente indivisible y del cual se ha dotado a los agentes económicos respectivos con una unidad. Los agentes económicos se encuentran o se enfrentan de forma aleatoria y bilateral una sola vez por periodo y transarán si y solo si resulta mutuamente beneficioso. Aun así, existe un costo transaccional en términos de desutilidad, que denominaremos ε, en el que incurre cualquier agente que reciba producto de un intercambio un bien de consumo. Por simplicidad asumiremos la inexistencia de costos transaccionales por aceptar dinero, aun cuando este supuesto no es restrictivo. El modelo busca determinar un equilibrio o múltiples equilibrios de Nash en las estrategias de transacción entre los agentes económicos, por medio de las cuales cada agente económico escoge si intercambiar o no con la intención de maximizar su utilidad neta esperada descontada de consumir, y posteriormente producir menos el costo transaccional –tomando las estrategias de transacción del resto de los agentes económicos como dadas-. Este modelo busca estados estables de equilibrio donde no cambian las premisas a lo largo del tiempo y los agentes económicos son idénticos entre sí. Los eventuales equilibrios candidatos en este tipo de modelo tienen la propiedad de que los agentes económicos intercambian un bien por otro, si y solo si el último constituye un bien para su consumo. La razón de esto radica en que cuando otros agentes económicos están tratando los bienes de forma simétrica, la aceptabilidad de todos los bienes es la misma, por lo que no existe ventaja ni beneficio alguno de intercambiar un bien por otro salvo que el bien recibido sea utilizado para el consumo. Una vez que existen costos transaccionales, los agentes económicos no intercambiarán bienes por otros que no vayan a ser consumidos y en consecuencia generar una utilidad neta positiva. Es así como en nuestro equilibrio en consideración o candidato, los bienes no serían utilizados como medio de cambio, por lo que no existiría un bien haciendo de dinero; siendo que el dinero fiduciario o nuestro objeto denominado dinero podría continuar actuando como medio de pago (casualmente lo que veremos es la consistencia del dinero de curso legal como medio de cambio). Adicionalmente, el hecho que los agentes económicos no acepten bienes que no consumirán significa que la aceptabilidad de cualquier bien de consumo es x, una vez que x es la probabilidad con la cual cualquier bien es uno que de forma aleatoria consumirá el agente económico. Es así como la probabilidad de que se produzca una doble-coincidencia y en consecuencia un trueque es igual a x^2. Supongamos que un agente representativo acepta dinero con la probabilidad π cuando el resto los acepta en promedio con probabilidad П. Este modelo propuesto por Kiyotaki y Wright[1] pretende determinar la aceptabilidad del dinero, entendida como la probabilidad de que este sea aceptado. Lo anterior se realiza por medio de la determinación de los pagos que recibe el agente económico tipo y a partir de estas definiciones encontrar la escogencia óptima del agente económico de π o la mejor respuesta, dada П. Definiremos a Vc y a Vm como los pagos o utilidades respectivas esperadas cuando un agente económico posee un bien de consumo o dinero respectivamente al inicio del periodo, descontadas por periodo por β. Cuando un individuo inicia un periodo con un bien, adquirirá un bien de consumo al final del periodo si y solo si se encuentra con otro agente económico con un bien y ocurre una doble-coincidencia –cada quien está interesado en el bien que posee el otro agente-. Lo anterior ocurre con probabilidad (1 – M)x^2. Esta situación le generaría al agente económico una utilidad de U=u-ε-c, cuyo resultado asumimos positivo para que se perfeccione la transacción voluntaria. La siguiente opción para aquel agente que inicia el periodo con un bien es encontrarse con un individuo con dinero y este desee el bien, transando y terminando el primero con dinero. Esto ocurriría con probabilidad Mxπ. En este caso el agente obtendrá por utilidad el pago en términos esperado y descontado de iniciar el periodo dotado de dinero, es decir Vm. Por último, la tercera posibilidad consiste en finalizar el periodo con el bien con que inició el periodo por no encontrarse con ningún agente económico que desea transar. Esto ocurriría residualmente con probabilidad (1-Mxπ). La utilidad o pago que recibirá este individuo al finalizar con el bien de inicio es el beneficio esperado descontado de iniciar un periodo con un bien, es decir Vc. Así las cosas, el pago esperado y descontado de iniciar con un bien el juego es: Vc=β[(1 – M)x^2U + MxπVm + (1 – Mxπ)Vc] De forma equivalente, cuando el agente económico representativo inicia el periodo dotado de dinero, adquirirá un bien de consumo al final del periodo si y solo si se encuentra con un agente económico con un bien de consumo y con deseos de comerciar; lo que ocurriría con probabilidad (1 – M)xП. En este caso recibirá por pago la utilidad de haber consumido en bien de consumo y Vc de terminar produciendo un bien con el cual iniciará el próximo periodo del juego. Toda vez que la otra posibilidad que tiene un agente económico que inicia el periodo con dinero es que continúe con su dinero, la probabilidad de que esto ocurra es igual a uno menos la probabilidad de que transe, es decir [1 – (1 – m)xП]. La utilidad de terminar con dinero es la utilidad esperada descontada de iniciar el periodo siguiente con dinero nuevamente. Así las cosas, el pago esperado y descontado de iniciar con dinero el juego es: Vm = β[(1 – M)xП(U+Vc) + [1 – (1 – M)xП]Vm] Manipulando estas dos ecuaciones podría verificarse el siguiente resultado. Si П Si bien este es un juego multi-equilibrio de Nash –donde П=1 y П=x son los otros dos equilibrios posibles-, lo que queremos significar es que en Venezuela, ocurre lo que predice el modelo: cuando un dinero, por más que sea impuesto como unidad monetaria de curso legal, resulta un mal dinero, no hay mayor esperanza que sirva como medio de cambio. Parte de este razonamiento explica una dolarización de facto y “de hecho más que de derecho” o como política pública de Estado.
[1] Kiyotaki Nobuhiro y Wright Randall: Acceptability, Means of Payment, and Media of Exchange. Federal Reserve Bank of Minneapolis. Quartly Review Summer 1992. |
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