El relanzamiento de este “diario íntimo de Che María Gelveströom” conducirá al lector por 65  sorprendentes relatos de humor negro e inteligente, donde la creatividad no inmuniza contra  el escándalo

¿Qué podía salir del cruce de una sueca con una margariteño? Un personaje como el Che María,  “coleccionista y hechicero, matemático y físico, orientalista, navegante, astrólogo, experto en errores humanos”, nos enumera el compilador, quien asegura haberlo conocido hace muchas décadas. Cabe acotar que  Otrova Gomas, bajo su nombre real de Jaime Ballestas, no es menos divergente: abogado, fotógrafo, novelista, humorista y profesor. Además, Gomas ha entregado libros de humor certero como “El jardín de los inventos, “Manual para reaccionarios” y “El Terrorista”, entre muchos otros.

Un tipo clorofílico
La obra inicia su juego con una confesión de Gelveströom, “sin que quede la menor huella de mi voluntad, ante el fulgor de la luna y el horror de mi conciencia, lentamente empiezo a volverme vegetal”. Esa transformación en “hombre clorofílico”, asegura el viajero, se la produjo el arañazo de un maléfico árbol de Borneo. Ese “éxtasis botánico” dura toda la noche, se vuelve verde al estilo Hulk y en las mañanas su familia debe recogerlo del suelo, ya transmutado en humano, con la ropa enlodada y montones de hojas en su boca…  

Órganos al 20 por ciento
En el pasaje titulado “Los Buitres” el Che relata un jugoso negocio humanitario que ideó para pre-vender sus órganos por un monto de US$ 370.000, recibiendo como inicial US$ 74.000. Nunca pensó que se convertiría en una presa viva,  “desde entonces no tengo un minuto de paz. A cada momento me siguen personas sedientas de mis partes, que no sólo viven deseándome la muerte, sino que ante cualquier resbalón o la más mínima cortada se me viene encima y me jalan como lobos para agarrar lo suyo”

El humor de Otrova Gomas se construye a partir de eventos cotidianos, ampliados con una lupa que exagera todo hasta el desvarío a la par que le inserta adjetivos puntuales que aterrizan el texto en nuestras emociones más primitivas, logrando no sólo identificación, sino conexión con cada una de las peripecias. El relato “Mi reencuentro con Kafka” lo ilustra muy bien. Una pareja va a iniciar su cena en un lujoso restaurante del este de Caracas, cuando de la servilleta del vaso emerge una cucaracha,

“Mi mujer al verla no pudo contenerse y pegó un grito: —¡Ay, es Kafka!”.

A partir de esa línea, el lector ingresa a un mundo de surrealismo sensible, donde el comensal alterna su asco por el insecto con su ternura por el escritor ahora transformado. Incluso le pregunta por su padre (aludiendo a la terrible “Carta al padre”) y la cucaracha-Kafka, le indica “no sé, hace tiempo que no le escribo. Tuve muchos problemas con él pero ya estoy mucho más tranquilo”. En paralelo, la breve pieza maestra se burla de la dudosa higiene de estos sitios costosos, pues el maître disimula algunas chiripas y Kafka no duda en reforzar la sospecha, “por lo general no se meten con nosotros cuando estamos en los sitios donde se guarda la comida, si alguien nos señala aquí afuera, en el acto tenemos que escapar”. La pieza toma algunos derroteros entre lo grotesco y lo conmovedor, pero no sin antes introducir a Carolina, la amiga de Franz.

La lectura de “La miel del alacrán” no deja ileso al lector, quien tendrá una nueva dimensión, entretenida o burlona, del mundo que lo rodea. Los 65 relatos están ilustrados con imágenes diversas, tratadas en blanco y negro, quizá para acentuar ese carácter borroso, irónico, como de pesadilla entretenida, tan cercano al país no menos surreal que es la Venezuela del siglo XXI.

La miel del alacrán
Otrova Gomas
2ª edición con imágenes de Conrado Pittari, Editorial Planeta, Caracas, 2010
216 páginas

Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
Twitter:@ivanxcaracas