El gorrión
Escrito por Ing. Rafael Diaz Casanova   
Viernes, 04 de Noviembre de 2016 00:00

altEn francés, idioma precioso, meloso y amoroso, a los gorriones le dicen piaf. Parece algo onomatopéyico. Con ese sustantivo se apodó a unos de los íconos musicales de París

y de toda Francia. Ella se llamaba Edith Giovanna Gassion, nació en París el 19 de diciembre de 1915 y después de una vida harto complicada, falleció en Plascassier, Alpes Marítimos el 10 de octubre de 1963. Apenas tenía 48 años que vivió intensa y extensamente, como le dio la gana.

El domingo pasado día 30, asistimos a la presentación que hizo Mariaca Semprún, con un libreto de su compañero, el ilustrísimo hombre de letras y algo más, Leonardo Padrón y bajo la estupenda dirección de Miguel Issa. Sucedió en El Centro Cultural Chacao con una asistencia que no dejó espacio libre ni escatimó aplausos y satisfacciones.

Tratar de describir las bondades de la obra que se presentó con el nombre “Piaf, voz y delirio”, nos parece impertinente,  pues apenas somos capaces de discernir entre una buena obra de teatro y otra que no merece el adjetivo. Para describir lo que disfrutamos no había más que observar las expresiones del público y los comentarios de todos quienes conocíamos. Sobre la obra destacaremos la opinión de un apreciado amigo que nos dijo: “una obra realizada con escasos recursos y talento ilimitado”. Lo avalamos.

La pieza creemos que califica en la categoría de monólogo. La única voz hablada y cantada es la de Mariaca. Cuatro otras personas hacen importantísima labor con sus mímicas y con el muy valioso “ballet” que realizan, desplazando y variando el inteligente diseño de la escenografía móvil. Cubos enormes que mostraban y conformaban los diferentes ambientes. Además, al fondo, a la izquierda, se desempeñó una orquesta de gran calidad y medidos ejecutantes.

Tratar de describir la actuación de Mariaca nos resulta demasiado ambicioso. Había muchas personas, en el público, que han seguido su trayectoria con mucho más rigor y constancia. Nos limitaremos a destacar su calidad como cantante, con una potencia, un registro y una expresión realmente singulares. Como añadido, su memoria es prodigiosa y su mímica es perfecta. Además, sus expresiones sobre la manera de caminar, de vestirse y lo que los críticos llaman lenguaje corporal, reproducen, con precisión milimétrica, las de la señora Piaf. No podemos dejar de lado la calidad del maquillaje que nos presentó personajes de diferentes edades y humores.

El trabajo que realizó Leonardo Padrón con los textos de la obra, son un portento de compresión de toda una vida en ciento diez minutos en los que tuvimos el privilegio de ver y escuchar dieciocho canciones maravillosas.

La dirección de Miguel Issa fue impecable. Tuvo dos grandes aliados, el texto y la protagonista, en el orden que queramos colocarlos.

En resumen, presenciamos una pieza de calidad internacional. Mientras transcurría, nos la imaginábamos en escenarios de otras latitudes, de cualquier parte del mundo, de Madrid, de Nueva York, de México, de Buenos Aires. Ciudades donde las expresiones de teatro son de la mejor factura.

Estuvimos en una función que nos mostró que tenemos arte de gran calidad e inteligencia y además, tuvimos una pausa en los tremendos eventos de nuestra agredida sociedad.

No podemos terminar estas líneas sin felicitar a todos quienes intervinieron en las funciones de apoyo. Mil gracias!

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