Soledad cívica |
Escrito por Iván R. Méndez | @ivanxcaracas |
Jueves, 05 de Noviembre de 2009 23:59 |
Terror en la ciudad Volpi es, para muchos lectores, el novelista más sólido de la última década en América Latina. Su trilogía sobre el siglo XX (En Busca de Klingsor, El Fin de la Locura y No será mañana) abordan tópicos tan universales como el mal, la ciencia y el amor, pero en una clave narrativa tan brillante que sólo Los detectives salvajes (Roberto Bolaño) o Satanás (Mario Mendoza) logran escoltarla en ese firmamento, por lo menos es mi cuestionable juicio personal. Como ensayista, el tono de Volpi es otro y confieso que me ha costado avanzar en la lectura de El insomnio de Bolívar, pero Rafael Arráiz Lucca me aseguró que si supero la página quince el texto deviene en una propuesta interesante, no sólo para refrendar sino para disentir de la misma…Por otra parte, retomo un comentario que subí a Twitter durante la charla y es que Jorge Volpi logró atraer a un público tan dispar (escritores, “intelectuales de brindis”, pensadores, políticos, periodistas y empresarios) como sólo se lo había visto a Boris Izaguirre, quien en una presentación de su libro Fetiches en el Museo de Bellas Artes, aglutinó a mises, escritores, artistas de televisión, académicos y curiosos. Pero esta nota no va sobre Volpi, sino sobre lo que él reflexionó en torno a nuestras ciudades. Sobre el miedo que infunden en nosotros actores como los políticos, los policías, los jueces, los taxistas (en el DF mexicano, indicó Volpi, son los que secuestran a la gente en forma Express), las largas colas, la pobreza y, subrepticiamente, “los otros”. Éste último pavor se evidenció en la clausura de Ciudad de México el pasado abril, cuando 24 millones de personas se encerraron para evitar contacto con los otros, que posiblemente portaban el virus de la gripe porcina, mexicana o H1N1, como finalmente fue rotulada. Este evento, que “parece extraído de una película de ciencia ficción, el miedo a un virus… Hace estragos en la imaginación, no solamente de los ciudadanos, sino también de las autoridades”. Volpi rastrea ese miedo hasta el terremoto que sacudió a México en 1985 y que marcó la parálisis del gobierno “priísta”, pues ni el presidente ni el alcalde de la ciudad dieron la cara durante varias horas. Así, para combatir esa parálisis, el presidente actual, Felipe Calderón, hizo lo contrario, sobre reaccionó y tomó la medida extrema de encerrar a los habitantes de la ciudad, de prohibir las aglomeraciones, pues en esos días “estornudar en la Ciudad de México era como ser terrorista en Estados Unidos”. 2030 Los ciudadanos, asegura Volpi, vivimos bajo una soledad cívica, que es el miedo central en la contemporaneidad y que define como “la sensación de haber sido abandonados por todos, nadie nos protege, desconfiamos de los políticos, desconfiamos del sistema de justicia, desconfiamos de la policía, desconfiamos profundamente de nuestros ‘representantes’ en las asambleas y congresos… Hay una enorme sensación de soledad, el ciudadano abandonado a su propia vida cotidiana, sin ser protegido por nadie. Ésta se agrega a la soledad propia de las grandes ciudades”.
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