El apagón comunicacional ya empezó
Escrito por Iván R. Méndez | X: @ivanxcaracas   
Martes, 30 de Octubre de 2018 00:00

altLa hora del apagón comunicacional en Venezuela ya empezó. Va en paralelo al colapso del sistema eléctrico.

Este último avanzó de los racionamientos y multas de 2009 a los apagones que pueden durar días y noches enteras en el 2018. A esos apagones hay que agregarle las constantes variaciones de voltaje, que dañan electrodomésticos, pero también equipos muy costosos en las estaciones de las operadoras de telefonía, así como en sus centros de datos. Se presume que eso le ocurrió a Telefónica-Movistar el pasado domingo 28 de octubre. La avería mantuvo sin voz ni datos a los suscriptores de casi todo el país. La falla fue tan radical, que incluso las plataformas de autogestión y online estuvieron caídas por algunas horas.

Aunque los actos vandálicos (robo de cables, fibra óptica, switches, generadores, antenas, bancos de baterías de respaldo y hasta las rejas y ladrillos de las estaciones) disminuyeron 45% durante el último semestre, el impacto de estos robos en la operación de calle (mantenimiento y reparaciones) es de un 70%, indicó recientemente un alto ejecutivo de una de las empresas afectadas. Es decir, por cada 10 Bs. destinados a mantenimiento en calle , siete se van a la emergencia de levantar los servicios afectados por el hampa organizada. Para muestra un botón. El lunes 29 de octubre el 50% de los suscriptores de la operadora Digitel en Los Andes amanecieron sin servicio de datos debido a un corte hamponil de fibra óptica.

 

El área cero 

El apagón comunicacional tiene un área cero. Una ciudad emblemática del país donde sus habitantes no pueden comunicarse a través de ninguna operadora. Los daños frecuentes a las estaciones en ese territorio y los altos costos en dólares para levantarlas les hicieron desistir. “Fue como un huracán que arrancó hasta los ladrillos”, fue la expresión utilizada por una ingeniero para describir la violencia de los destrozos, una y otra vez, en ese nodo. Esa ciudad, fundada en 1528 y en la cual el Generalísimo Francisco de Miranda izó, en 1806, nuestra bandera por primera vez es hoy un territorio en silencio, sin puntos de venta, sin Internet móvil: La Vela de Coro, el inicio del apagón total.  

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Las siete plagas que afectan a las telecomunicaciones en Venezuela

El entorno de colapso en el cual operan las Empresas de Telecomunicaciones se puede desglosar en siete variables que atentan contra su normal desempeño. Las empresas han hecho reingeniería de sus operaciones para enfocarse en la gestión diaria, un escenario de guerra ante un horizonte opaco debido a la explosiva mezcla de hiperinflación y congelación de tarifas.

  1. Vandalismo generalizado sobre la infraestructura de Telefónica Movistar, Digitel y Movilnet. Este fenómeno no es exclusivo de Venezuela, pero en otros países se ha logrado minimizar al crear legislación que castigue, con penas severas y multas, este tipo de acción delictiva que afecta a toda la colectividad. Un corte de fibra afecta la comunicación, pero también la red de puntos de venta, el acceso a sitios del gobierno electrónico, etc.

  1. Severa regulación tarifaria en un entorno de hiperinflación de 200% mensual y, estiman los expertos, más de  3 millones por ciento al cierre de 2018. En la actualidad, a pesar de los recientes ajustes de tarifas superiores al 800%, éstas apenas alcanzan los 50 centavos de dólar. Para operar en modo mínimo (mantener operaciones, reponer equipos averiados pero sin planificar innovaciones y mejoras), Telefónica Movistar requiere llevar sus tarifas a US$ 8 por mes, indicó José Luis Rodriguez Zarco, Presidente de la empresa. En Venezuela, una lata de Coca-Cola cuesta más que el Plan de voz y datos con la tarifa autorizada más alta de cualquier operadora.

  1. Colapso del sistema eléctrico que arrastra al ecosistema de telecomunicaciones.

  1. Migración acelerada de profesionales especializados que afecta a operadores y a las empresas que les tercerizan servicios. Este vaciamiento de la clase profesional es comparado, por  el historiador Tomás Straka, al vaciamiento que sufrimos en el siglo XIX luego del fusilamiento de blancos, que impulsó la huida masiva de los sobrevivientes. Bajos salarios, inseguridad personal y la apertura de fronteras en destinos como Chile, Colombia, Perú y Argentina han acelerado la partida de ingenieros de telecomunicaciones, ingenieros electricistas, ingenieros civiles, administradores y técnicos medios requeridos para mantener arriba las operaciones.

  1. Un regulador, Conatel, sin soluciones concretas para la crisis del operador. Aunque han habilitado canales de trabajo con las operadoras y largas reuniones prospectivas, las decisiones estratégicas siguen siendo, esencialmente,  políticas. 

  1. Contracción del mercado a un 75%, no sólo por las migraciones de millennials y GenZ que son quienes más usan las redes sociales (eso ha permitido incluso mantener los servicios de datos en funcionamiento capitalizados por WhatsApp y Facebook como las aplicaciones más demandas por quienes siguen en el país), sino por la dificultad para reponer los equipos dañados o robados. Con el salario integral actual de 1980 Bs (unos US$ 8.60 a tasa de 230bs/dólar), una persona requiere 11 meses íntegros de salario para adquirir un dispositivo gama media, que ronda los US$100.

  1. Banca en modo de sobrevivencia. Digitel anunció, a finales de 2017, que en el 2018 iniciarían una alianza entre fabricantes de dispositivos, un reputado grupo financiero y la operadora para ofrecer equipos gama media y gama alta a crédito, lo cual les permitiría afianzar la bancarización de sus clientes y dinamizar el uso de la red LTE, prácticamente abandonada debido a la escasez de equipos de última generación. Ese plan no se activó y la banca, que podría impulsar y dinamizar el mercado de las telecomunicaciones, no tiene capacidad para desplegar este tipo de estrategias.

¿Qué nos espera?

De no tomarse medidas urgentes (liberar tarifas de datos y crear un plan básico accesible a los usuarios con menos ingresos; legislar para brindar mayor seguridad jurídica al capital privado para que invierta  en el sector —la cifra mínima para reactivar la infraestructura supera los US$ 1.500 millones — e incluso,  en caso de abrir el espectro, vendría a competir y a mejorar las opciones para el usuario final; retener a los profesionales especializados con agresivas políticas de incentivos; proteger la infraestructura de las operadoras; abrir más canales de comunicación, como el reciente IGFve,  entre los actores claves del sector de las telecomunicaciones, entre otras), el efecto de La Vela de Coro podría expandirse a todo el territorio, empezando por las ciudades pequeñas hasta alcanzar las capitales. 

Aún estamos a tiempo de evitar el colapso. 

 

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