Una mujer a la presidencia
Escrito por Fernando Facchin B. (abogado)   
Viernes, 03 de Junio de 2011 08:26

altLa participación, cada vez mayor, de las mujeres en la política, la cultura, la economía y lo social es un factor innovador que tiene un alto potencial transformador



"El feminismo es una linterna, su luz es la justicia que ilumina las habitaciones oscurecidas por la intolerancia, los prejuicios y los abusos".
Nuria Varela, escritora española

¿Es deseable, una mujer en la presidencia de la República? La coyuntura política actual podría llevar a una mujer a la Presidencia, es posible que nuestro país sea gobernado por una mujer que cubra los requisitos de inteligencia, capacidad, cultura y férrea voluntad política. El deseo no es sencillo, pero tampoco es imposible. Dijo Ayn Rand: "Un deseo presupone la posibilidad de la acción necesaria para su logro. Una acción presupone un objetivo digno de ser alcanzado".

En momentos de crisis política como la que vivimos no puede ser despreciable el liderazgo femenino, la mujer venezolana es capaz y decidida, incluyente y comunicativa, la urgencia del cambio político requiere de liderazgos más inclusivos, más integradores, respetuosos de la diversidad y que manejen los principios de la inteligencia emocional por encima del oportunismo y el individualismo, habida cuenta que es una cualidad que las mujeres venezolanas han puesto en práctica en su vida cotidiana, lo que les permite ejercer la autoridad y no el poder absoluto.

La participación, cada vez mayor, de las mujeres en la política, la cultura, la economía y lo social es un factor innovador que tiene un alto potencial transformador de la forma de hacer y entender la política y de cómo ésta pueda llegar a distintos ámbitos y facetas de nuestra vida. El protagonismo de las mujeres venezolanas dignas y demócratas, su formación y capacitación política han mostrando un compromiso firme con el presente y futuro del país. La mujer demócrata dignifica la vida social y política del país en contraposición con quienes, desde el poder han mancillado el gentilicio femenino nacional. Los países gobernados por señoras de la política y no por reptantes de la política, superan la crisis más rápidamente. Ante la adversidad, las mujeres son mejores políticas que los hombres, son más arrojadas y, con frecuencia, más inteligentes, en la toma de decisiones saben mirar para donde otros no miran.

A pesar que las mujeres han ganado espacios en la política, eso no es suficiente, me asalta la duda de si los partidos están dispuestos a abanderar a alguna de ellas y dejen de ver a las mujeres como sus contrincantes o como quienes les pretenden quitar los puestos sino como sus iguales, con las mismas capacidades de decisión y también para gobernar.

La mujer podrá darle a la política una mirada más elevada de servicio a los demás y no sólo de beneficio personal, en Venezuela más que en ningún otro país, donde, repito, se ha mancillado el gentilicio femenino, es indispensable su participación porque le hace mucha falta a la política moderna, la sinceridad, y el espíritu de servicio que la mujer puede darle porque es parte de su tradición. La participación de la mujer en la vida política del país potencia la democracia, permitiendo el florecimiento de nuevas y nuevos protagonistas más sensibles a la pluralidad, favoreciendo la integración ciudadana en las agendas políticas y permitiendo al fin alcanzar mejores índices en la búsqueda de la equidad, el desarrollo sostenible y el fortalecimiento cívico.

Para la construcción de un cambio político en el país, se requiere reconocerle a la mujer la importancia de su conducción a la sociedad. Para ello se precisa que se le permita y apoye que asuma su rol clave como protagonista activa dentro de las reformas de las estructuras políticas del Estado, en todas las instancias de poder, ejerciendo su potencial de liderazgo político y social en la búsqueda del equilibrio político, social y económico en una visión compartida de país.

Entre cualidades propias de las mujeres destacan: un estilo consultivo y convocante, escuchan y consideran la opinión de los otros, dominan las emociones y la empatía. También sobresale la capacidad de integrar a los demás, de humanizar las organizaciones combinando la esfera pública con la privada y de conducir relaciones horizontales. Así hemos tenido y tenemos exitosas mujeres íntegras, no serviles, en posiciones de importancia, por ello, más allá de cuanta animadversión o simpatía despierten Cecilia García Arocha o María Corina Machado, ambas privilegian el surgimiento del liderazgo femenino y su presencia es un mensaje claro, si la oportunidad va de la mano con la coyuntura política, una mujer podría dirigir el destino del país. No faltará algún Aristóbulo que diga que me fume una lumpia.

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EC/OyN


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