¿Qué factores están explicando la inflación en Venezuela?
Escrito por Luis Zambrano Sequín, Santiago Sosa y María Antonia Moreno   
Miércoles, 26 de Julio de 2023 00:00

altVenezuela ha sido por décadas una economía con elevadas tasas de inflación, siendo hoy la más inflacionaria del mundo.

En este documento se examinan los factores más relevantes que explican el proceso de aceleración de los precios en Venezuela; entendiendo la inflación como un fenómeno multicausal donde, además de los aspectos estrictamente monetarios, intervienen factores asociados a la inercia en el ajuste de los precios, la formación de las expectativas de los agentes económicos, la gestión de la política económica y el marco institucional que determina la capacidad de coordinación entre los agentes privados y de estos con el gobierno. Los resultados obtenidos confirman este carácter multicausal, destacándose la importancia que tienen los factores inerciales, la política cambiaria e, indirectamente, el financiamiento monetario del gobierno en la explicación de la varianza de los precios en Venezuela. La identificación de estos factores debería facilitar la formulación de una política antiinflacionaria que aspire a promover la estabilidad y el restablecimiento de los equilibrios macroeconómicos en la ya muy deteriorada economía venezolana.


Introducción

Venezuela es una economía con una muy larga historia inflacionaria. En un período de cuarenta y cuatro años, desde 1979 hasta ahora, las tasas anuales de inflación solo se ubicaron por debajo de dos dígitos1 solo en tres años; pero, por encima de tres dígitos en los últimos nueve (2014-2022), lapso que incluye el proceso hiperinflacionario que caracterizó los años comprendidos entre 2017 y 2021 (Gráfico 1). Explicar la naturaleza de esta particular evolución del proceso inflacionario en Venezuela es una tarea que desborda cualquier simplificación y cuya corrección trasciende medidas de carácter coyuntural.

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El caso venezolano, como se verá más adelante, es un ejemplo muy ilustrativo de que la inflación, especialmente cuando es un fenómeno prolongado, es la consecuencia de múltiples factores. Además, es común confundir las causas del problema inflacionario con los mecanismos de transmisión de los efectos que generan estas causas (Vera, 2014). Es por ello que cualquier intento de explicación parcial, como por ejemplo centrarse sólo en el comportamiento de los agregados monetarios, está destinado a ser, al menos, incompleto.
Como se ha documentado ampliamente en la literatura económica, una economía con un sostenido y elevado proceso inflacionario inevitablemente conlleva a la progresiva sustitución de la moneda local en todos sus usos convencionales (como instrumento de cambio, como unidad de medida y como reserva de valor). Este proceso de sustitución, en sus diferentes fases, es también llamado “dolarización” (Zambrano-Sequín, 2016).

Con la dolarización de la economía se modifica sustancialmente la naturaleza del proceso inflacionario, pasando a ocupar un lugar protagónico en su explicación factores como: la evolución del tipo de cambio, la formación de las expectativas de depreciación cambiaria y, no menos importante, el comportamiento de la demanda de dinero local (el bolívar). Además, la traslación de los ajustes en el tipo de cambio a los precios internos, el denominado efecto pass through, se incrementa a medida que se acentúa la dolarización y se reduce la demanda de saldos monetarios reales. La importancia de esos elementos como responsables del proceso inflacionario se agudiza a medida que el carácter bimonetario se consolida (Zaiat, 2022 ; Asiain, 2022).

Simultáneamente, el avance en la dolarización de la economía va debilitando, hasta anularla, la capacidad de la política monetaria y cambiaria como instrumentos estabilizadores. La situación se vuelve aún más crítica con la falta de acceso al financiamiento internacional y el achicamiento, irreversible, del sistema financiero interno. De esta manera, el financiamiento monetario, y más específicamente el impuesto inflacionario, se transforma en el canal principal de provisión de recursos al fisco (Zambrano-Sequín, 2013).

1.1. Tipo de cambio e inflación

En una economía pequeña, y extremadamente abierta, es natural esperar una estrecha relación entre la depreciación del tipo de cambio y la tasa de inflación (Gráfico 2). Destaca especialmente que, cuando son prolongados los periodos inflacionarios, hay una relación bidireccional entre el movimiento del tipo de cambio y los precios, aún en economías que funcionan formalmente bajo un régimen de tipo de cambio fijo periódicamente ajustable. Además, hay sobrada evidencia que muestra que, en países con elevado grado de dolarización, la velocidad a la cual se trasladan los ajustes del tipo de cambio y la inflación se aceleran (Carranza et al., 2009).

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En otras palabras, hay una relación no lineal entre inflación y depreciación cambiaria, que no solamente afecta el nivel del pass through del tipo de cambio, sino que lo hace aún más volátil; es decir, se incrementa la varianza de este importante efecto (Escobar & Mendieta, 2003).

Una de las consecuencias más importante del incremento del pass through es que las depreciaciones nominales del tipo de cambio no modifican el tipo de cambio real, anulando con ello el poder de la política cambiaria, y también de la monetaria, para afectar el nivel de la actividad económica en el sector productor de bienes y servicios transables en la economía interna.

Las variaciones en el tipo de cambio también afectan la tasa de inflación a través de sus efectos sobre el proceso de formación de las expectativas inflacionarias de los agentes económicos. Las expectativas de los agentes reaccionan, sobre todo, ante las depreciaciones en el tipo de cambio, mientras que lo hacen débilmente ante eventos de apreciación; especialmente cuando en la economía, como es el caso en un ambiente dolarizado e inflacionario, hay rigideces a la baja en los precios nominales. Esta asimetría en el comportamiento en la formación de las expectativas es otro factor importante a considerar no solo en la explicación de la evolución de la tasa de inflación, sino también en el diseño de una eventual política antiinflacionaria.

1.2. Emisión monetaria y déficit fiscal

La inflación es, también, un problema monetario; sobre este asunto hoy no hay discusión. En el caso venezolano, el financiamiento del gasto público con emisión monetaria ha sido, sobre todo en las dos últimas décadas, un elemento de primera importancia que ha intervenido de forma indirecta en la presión sobre los precios.

La elevada dependencia del gobierno de los ingresos por señoreaje, y más específicamente del impuesto inflacionario, se agudizó a partir de 2015, llegando a sus valores máximos entre 2018 y 2020 (Cuadro 1). La contracción del nivel de actividad económica, la creciente informalidad, el cierre del financiamiento internacional consecuencia de la falta de cumplimiento de los compromisos asociados a la deuda externa y, más recientemente, las sanciones internacionales impuestas al gobierno, convirtieron al impuesto inflacionario en la principal forma de financiamiento gubernamental, llegando a exceder en varios año, el 25% del PIB (Zambrano-Sequín, 2013); (Zambrano-Sequín et al., 2022).

La elevada importancia relativa que tiene el financiamiento monetario en Venezuela constituye un serio problema no solo de la política fiscal, sino también de la política monetaria. Reducir significativamente los ingresos fiscales por señoreaje, como medida antiinflacionaria, requiere de una combinación que implica, por un lado, una importante reducción del gasto público, y, por otro, el incremento de los impuestos directos e indirectos explícitos, lo que seguramente plantea serios dilemas de economía política que no todo gobierno está dispuesto a encarar.

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1.3. Inercia inflacionaria

En la medida que una economía transita a una situación caracterizada por tasas elevadas y sostenidas de inflación, los agentes económicos aprenden y, también, se adaptan a desenvolverse en estas nuevas condiciones. La recurrencia de la alta inflación, más temprano que tarde, induce el desarrollo de diversos mecanismos de indexación de precios basados en la historia inflacionaria más reciente, mediante los cuales los diversos agentes económicos tratan de proteger sus ingresos. La generalización de estos mecanismos de indexación hace que el fenómeno inflacionario en estas economías se caracterice por mostrar una elevada inercia, que se acentúa a medida que se consolida la dolarización (Lebre de Freitas, 2004).

Es de destacar que el carácter inercial del proceso inflacionario es un factor que dificulta significativamente el éxito de una política antiinflacionaria. En las economías dolarizadas, y de inflación elevada por largos períodos de tiempo, la reducción significativa de la inflación es, por su naturaleza, una meta ambiciosa que sólo se puede alcanzar en forma progresiva y, en general, en un lapso de tiempo prolongado. En todo caso, la estabilidad macroeconómica pasa a ser un requisito necesario, pero no suficiente, para manejar las expectativas y desmontar estos mecanismos inerciales (Zeira, 1989).

1.4. Inflación importada

Los precios en los mercados internacionales de los bienes y servicios que se importan en Venezuela y que, por tanto inciden en la formación de los precios internos, evolucionaron en correspondencia a las tasas de inflación y los tipos de cambio de los países de origen de las importaciones. En general, estos precios registraron tasas de inflación bajas durante un largo período de tiempo, tal y como se muestra en el Gráfico 3. Sin embargo, a partir de mediados de 2020, la inflación de los precios en los mercados externos, así como la depreciación de las monedas de varios de los países origen de nuestras importaciones, variaron a tasas relativamente elevadas, en línea con la aceleración de las tasas de inflación a nivel mundial. Los factores que provocaron este cambio en la evolución de los precios son ya bastante conocidos. En primer término, los efectos de la epidemia del COVID-19 que afectaron profundamente la producción mundial y las cadenas globales de suministro de todo tipo, incrementaron significativamente los costos de logística y transporte. Posteriormente, a comienzos de 2022, la invasión de Ucrania por parte de Rusia afectó de manera inmediata los precios de la energía y de los alimentos, dando nuevos impulsos a la recomposición de las ya alteradas cadenas mundiales de suministro.

Todos estos factores, desde luego, se han traducido en una mayor presión de la inflación importada sobre la evolución de los precios internos, particularmente desde el 2020.

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1.5. Otros factores asociados a la inflación de costos

En la literatura económica también se enfatiza la relación entre la tasa de inflación y los efectos que sobre ella tiene la evolución del conflicto distributivo (Lavoie, 2014). Si bien la puja distributiva ha acompañado el agudo proceso inflacionario venezolano, esta no se ha traducido en presiones salariales sustanciales que hayan afectado significativamente los costos reales de producción internos (Gráfico 4). Aunque formalmente los costos asociados a la contratación de la mano de obra son elevados en Venezuela, en la práctica hay múltiples maneras de evadirlos, pues la capacidad de control de los entes reguladores es muy baja y el elevado grado de informalidad hace irrelevante, en buena medida, al marco legal.

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La evolución de los precios de los servicios públicos, en general, no ha sido tampoco un factor relevante que haya presionado sobre la evolución del índice general de precios (Gráfico 5). La incidencia de los servicios públicos sobre los costos está más bien asociada a su baja calidad; elemento que, desde luego, explica en buena medida la baja productividad de los otros factores productivos.

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Un elemento que no puede dejar de mencionarse, sobre todo por su incidencia más reciente (2022-2023), y que está relacionado con la puja distributiva, tiene que ver con la rápida recomposición de los márgenes de ganancia que se vieron reducidos, primero con los controles de precios que prevalecieron durante buena parte de las dos últimas décadas y, posteriormente, por la fuerte contracción que afectó a la economía interna desde 2014 hasta 2021. La recuperación de las tasas de rentabilidad, que incorporan una importante prima por el riesgo-país, se presume, ha sido un factor importante en la explicación de la aceleración de la tasa inflacionaria que acompañó la leve recuperación de la demanda interna que se registró en Venezuela durante el primer semestre de 2022.

Notas

(1). Desde de 1979 hasta hoy (2023), la tasa de inflación solo fue inferior al 10% en los años: 1982, 1983 y 1985; años que se caracterizaron por un férreo control de cambios y de precios.

 


Sobre los autores

Luis Zambrano Sequín: Economista (UCV), Doctor en Economía (UCAB), Master in Economics (Illinois State University), Postgrado en Planificación (ILPES–CEPAL). Profesor-Investigador de la Universidad Católica Andrés Bello y de la Universidad Central de Venezuela. Individuo de Número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Fue subdirector de la Oficina de Asesoría Económica del Congreso de Venezuela, jefe del Departamento de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello, director de Planificación de la Ordenación del Territorio de CORDIPLAN. Asesor en instituciones públicas y privadas. Ha publicado en las áreas de: política económica, sistema financiero, regímenes cambiarios y programas de estabilización.

María Antonia Moreno: Economista (UCV), Master y PhD Economics (University of Notre Dame Indiana, EE. UU.). Experiencia académica de pre y postgrado, y en actividades de investigación y de consultoría concentradas en temas de macroeconomía, finanzas públicas y economía política fiscal, con publicaciones en libros y artículos relacionados con dichos temas. Actualmente Investigador Asociado del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

Santiago Eduardo Sosa Pulido: Economista egresado de la Universidad Católica Andrés Bello, estudiante de la Maestría en Economía Aplicada en la Universidad Católica Andrés Bello. Profesor de microeconomía en la Escuela de Economía y Profesor-Investigador en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).


Fuente: Notas sobre la Economía Venezolana N°19 ¿Qué factores están explicando la inflación en Venezuela?. Descarga el estudio completo en El Ucabista, haciendo clic aquí


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