Vestigios del caudillismo en Venezuela (1874 a 1935)
Escrito por Jim Morantes | @jimmorantes   
Miércoles, 02 de Noviembre de 2016 06:37

altDespués de la separación de la Gran Colombia, se posicionó el liderazgo armado regional con proyección nacional y con el ascenso al poder del general Guzmán Blanco,

quien promulgó la constitución de 1874,  se generó cierto aire de tranquilidad que no se concretó sino en el incipiente nacimiento institucional, posteriormente desquebrajado, aunque dicho antecedente contribuyó a la modernidad nacional. La inestabilidad del país, favoreció enormemente a la propagación de diversos movimientos políticos y facciones armadas vinculadas al gobernante de turno, hallándose las siguientes: Unión Liberal, Partido Liberal de Venezuela, Gran Partido liberal Amarillo, los continuistas, los legalistas, Partido de la Reconstitución Liberal, Partido Obrero, Partido Liberal Nacionalista, permaneciendo los mismos a nivel provincial pero con otros nombres, es decir, en Maracaibo los “Tembleques” eran los mismos liberales y los “Campesinos” representaban a los conservadores y así sucesivamente, en definitiva todas estas organizaciones mal llamadas partidos políticos coexistían de manera efímera, su vinculación consistía en algunas ideas propulsadas por la fuerza social del poder grupal, apoyado en el liderazgo tradicional respaldado en las tierras, armas y gente a su disposición, por lo general carecían de doctrina, estructura, militantes y estrategia electoral, luego viene la promulgación de las constituciones de 1881, 1891,  1893.

No obstante los pobladores continuaban en la mismas circunstancias de opresión y pobreza, siendo doblegados por la clase dominante compuesta por caudillos que buscaban satisfacer a toda costa el ego (o deificación) de la “razón”, mediante la difusión, ejecución consumativa y superioridad del criterio oficial, según los detentadores del poder las consecuencias políticas, sociales, económicas, religiosas y militares  no son sólo idóneas sino válidas e irrestrictas, por aquello de la supremacía imperante inserta en la intencionalidad de cumplir el fin planteado a título individual, transformándolo en anhelo colectivo por la coacción.

El Partido Liberal Nacionalista, fundado en 1897, postuló a la presidencia de la República al general José Manuel Fernández, el popular Mocho, fue el único que practicó el proselitismo político moderno  (siglo XX y mitad del XXI) a medias, recorría el país en giras, daba mítines populares y en fin creó precedente de  las campañas  electorales  convencionales en la actualidad en cuanto al contacto directo con el elector, sin embargo, los grupos provinciales armados continuaban y el caudillismo seguía mandando en 1901, se promulga una nueva constitución acomodaticia a la elite gubernamental de la época variando una de otra, generando un progresivo y significativo deterioro institucional del ordenamiento jurídico existente, convirtiéndose el Poder Judicial en marioneta absoluta, arrastrada e inmoral de la Aristocracia y del Caudillismo, lo que causó un profundo cambio en la estructura del Estado Venezolano, pasando de un Estado Federal a un Estado Centralista, reinando la tiranía controlada por el más fuerte, concentrando el poder en una sola mano, creando inestabilidad, zozobra, temor, angustia, restricción y represión al pueblo venezolano.       

Iniciado el siglo XX, todo continúa absolutamente igual, Cipriano Castro Gobierna hasta que se enferma y Juan Vicente Gómez su “hombre de confianza” lo sustituye desde 1908 a 1935, época difícil de enfrentar, la actividad partidista es reducida a cero dentro del territorio nacional y los caudillos son eliminados con la unificación territorial y el control militar. Se puede concluir que el siglo XIX, fue muy significativo para los venezolanos ya que pasamos de ser parte de la corona española monárquica a un estado oligárquico, que de forma incipiente formaba la identidad patria traducida en estado nación, construido con el  imaginario colectivo, lleno de héroes e ilustres caudillos independentistas que se ganaron el afecto y el repudio de los pobladores de la época, ya que combatieron, vencieron, accedieron al poder y se mantuvieron en él hasta que fueron derrocados por sus congéneres, suerte que duró hasta principios del siglo XX donde Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, fueron los últimos caudillos venezolanos, estableciendo la dictadura como nuevo sistema de gobierno marcando un nuevo episodio histórico digno de estudiar, a la espera que el enfoque y la estructuración aquí plasmada sea de agrado al lector.                                             


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