Plantearse esta interrogante a estas alturas, aunque luzca a destiempo, no lo es. Y traigo el tema a colación porque, cada vez que entramos en un proceso electoral, siempre aparecen las voces agoreras (aprendices de Casandra) que, paladinamente ­algunas expresando una preocupación y otras, con distintos fines­, acuñan la misma conseja. 

"Comunista no entrega, eso está históricamente demostrado", dicen algunos. "Chávez, si es vencido electoralmente, no reconocería tal derrota, porque sabe muy bien que le caerían encima una catajarra de juicios por corrupción, violaciones flagrantes de la Constitución Nacional, de los derechos humanos y otras menudencias", aseveran otros, que se aventuran a adentrarse en los complejos e inextricables meandros mentales de quien se aferra a la apetecida silla de Miraflores como gato boca arriba. 

Pero examinemos algunas causas y efectos de semejante afirmación.

La propaganda cubano-chavista es muy efectiva cuando de sembrar leyendas y mitos en el imaginario de la gente se trata. Para ello, cuenta con especialistas en el nebuloso campo de la psicología de las masas y en el manejo de los miedos y creencias individuales sutilmente inducidos. Además, tienen a su alcance la trajinada (pero no por eso menos efectiva) propaganda fascista y su hermana gemela, la propaganda comunista. Ambas sustentadas en poderosos y bien aceitados aparatos propagandísticos. 

En adición, la revolución bolivariana tiene el apoyo incondicional e interesado, por supuesto, de la dictadura de los hermanos Castro: legítimos herederos y fieles depositarios de estos deleznables métodos de manipulación y difusión publicitaria.

Vistas las cosas así, no hay nadie mejor que estos "expertos" ­que actúan de manera encubierta, discreta, con ingentes recursos económicos a su disposición­ para seguir al pie de la letra el libreto, ya conocido y sufrido por otros pueblos, regidos por regímenes violentos, represivos y autoritarios. 

En el lado opuesto de la ecuación, están los inoculados por el bombardeo realizado por los medios de comunicación oficialista; dispuestos a cumplir, fielmente, las órdenes del teniente coronel. Y, también, por los propaladores de rumores (guerrilla comunicacional), a través de las redes sociales (Facebook, Twitter y otras) y por medio de la tradicional técnica de la difusión boca aboca, mejor conocida como el chismorreo... Todos destinados a producir un efecto cascada en los ciudadanos. El Gobierno chino le paga a los difusores de noticias por Internet favorables al régimen para, así, contrarrestar a aquellos disidentes que, a diario, expresan su opinión. 

El bien montado cuento de que "Chávez no entregará" siembra incertidumbre, desasosiego y, algo peor, desestimula (desmoviliza) a los electores opositores.

Existe otra argumentación: "Para qué votar si el Gobierno, con la complicidad del Consejo Nacional Electoral, ya tiene la trampa montada". Esta última expresión, genera un peligroso derrotismo e, indudablemente, apunta a aumentar la abstención entre los adversarios de Chávez. 

Es de Perogrullo preguntarse a qué apuntan y a quiénes benefician estos falsos supuestos instrumentados por un mensaje político bien calibrado. En este caso, la respuesta está clarita y no requiere de mayores elucubraciones y quebraderos de cabeza. Independientemente de cualquier circunstancia, estoy persuadido y seguro de que, más allá de los expertos en "rumurología", ¡Chávez de que entrega, entrega! No le queda otra...

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