El racismo no es sólo hacer diferencias por el color de la persona. Es un concepto mucho más profundo que implica la ignorancia de lo diferente y sobre todo, un subyacente complejo de inferioridad
"Todas las personas son iguales ante la ley; en consecuencia: 1. No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona. 2. La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados o vulnerables; protegerá especialmente a aquellas personas que por alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan".
Art. 21 Constitución Bolivariana de Venezuela.
El que la Constitución prohíba la discriminación no es suficiente para Aristóbulo Istúriz, quien prefiere que le aprueben una ley orgánica para multar y meter preso a los segregacionistas que según él existen en este país. El diputado solicitó especialmente sancionar a los medios de comunicación que cometan tal infamia. En medio de la primera discusión de la Ley contra la Discriminación Racial, Aristóbulo dijo que en algunos canales de televisión lo han llamado mono, "hasta a Chávez le dicen mono cada vez que quieren", exclamó indignado.
Cuando comenzó esta historia de multarnos con no sé cuántas unidades tributarias y condenarnos a la cárcel por decirle "negro" o "negra" a los negros y las negras, creímos que eran mamaderas de gallo de Aristóbulo, quien siempre ha sido blanco de los chistes populares por su negro color en contraste con su blanca dentadura. Pero no, resulta que esta gente cree que en Venezuela hay discriminación racial y esto desata una oleada de discusiones peliagudas.
Como periodista respeto los temas álgidos que nos enseñaron desde chiquitos que no debemos discutir en ninguna reunión, so pena de que ésta termine a trancazos: la orientación sexual y las creencias religiosas. Pues resulta que los revolucionarios agregaron un tema inédito, que ni siquiera se discutía: el racismo. Desde que comenzaron a llamar "afrodescendientes" a nuestros negritos criollos, el caldo se puso morado. En una sociedad que gusta de llamarse "café con leche" y con lo igualados que somos los venezolanos, eso de la discriminación nos sonaba a África, a Europa, al Imperio… hasta que llegó Aristóbulo y su gente "ique" a rescatar la negritud. Entonces le cambiaron el nombre al parque Fernando Peñalver y le pusieron Negra Hipólita, le quitaron el de Rafael Caldera a la autopista centro occidental y la rebautizaron "Cimarrón Andresote"; comenzaron a hacer festivales de asuntos "afrodescendientes" y el locutor de Miraflores a hablar de que si soy negro, que si el pelo chicharrón, que si el maltrato de los españoles y una cantidad de sandeces más que nadie hasta el momento había pensado.
Porque díganme ustedes ¿quién comenzó a llamar "oligarcas" y "pitiyanquis" a quienes tuvieran ascendencia blanca y gustos occidentales? ¿Quién comenzó a discriminar con el cuento de la lucha de clases? ¿Quién habló de diferencias sociales en razón al color? El mismo que habla de lunes a domingo indiscriminadamente de cualquier tema, a cualquier hora y con un lenguaje digno de ser sancionado por la Ley Resorte y ahora por este proyecto de Ley contra la Discriminación.
El racismo no es sólo hacer diferencias por el color de la persona. Es un concepto mucho más profundo que implica la ignorancia de lo diferente y sobre todo, un subyacente complejo de inferioridad. Yo nací, crecí y viví en un país donde tenía compañeras(os) de colegio, de universidad y de trabajo de todas las razas y colores. Sólo las chinas estaban definidas, el resto éramos mestizas, algunas más marrones otras más claritas pero todas con la misma oportunidad de estudio y de trabajo. Una sociedad como la venezolana, compuesta de tres y hasta más razas, un mix perfecto que ha dado exponentes hermosos, no puede hablar de racismo. Y hasta ahora no lo había hecho. El "Negro" José Antonio Pérez Díaz, papá de mi colega y amiga Nitu, fue el Presidente del Congreso y no se ofendía por ese apelativo que a él como a otras personas, damos por mero cariño. Nuestra gran cantante Morella Muñoz alcanzó éxito sin importar su color. Lila Morillo gustaba que la llamaran "la china maracucha".
La discriminación es autodiscriminación: si nadie te está mirando el color pero te la pasas hablando de él, planchándote los chicharrones y haciéndote cirugías en la nariz, es tu problema personal. Los estereotipos de belleza no han funcionado en Venezuela en razón al color, porque aquí no hay nadie de raza pura. Yo llamo "Negro" "Negrita" "Negrura", "Catira" o "China" a quienes tengo cariño.
Aquí la discriminación la introdujeron estos revolucionarios, haciéndole notar a los diferentes que son diferentes. En este caso, es la utilización del poder que actualmente detentan para sembrar división y diferencias entre quienes apoyan a la revolución y quienes no lo hacen. Divide y vencerás. Lo racial es una mera excusa para llegar hasta la verdadera discriminación que ellos practican.
Andan buscando las tres patas al gato, sin darse cuenta que los primeros discriminadores, por demás insultantes, son los que han hecho diferencias entre rojos y opositores, que la discriminación existe cuando le das a unos y le niegas a otros; cuando otorgas derechos sólo a quienes son súbditos; cuando castigas a quienes no piensan ni actúan como el eventualmente poderoso quiere. Ésa es la verdadera discriminación que hay en Venezuela: la de los oficialistas con el resto del país.
La Lista Tascón es lo más discriminatorio que se ha visto en Venezuela desde la guerra de independencia. Que un opositor no tenga siquiera derechos políticos es discriminación. Que no se le dé trabajo a un ex pedeveso, es discriminación. Que no obtengan contratos, becas ni misiones los sospechosos de antichavismo, es discriminación. Que opositores no puedan formar parte de juntas comunales, es discriminación. Que las universidades bolivarianas sean privilegiadas por encima de las demás que no se le arrodillan al régimen, es discriminación. Que en el programa dominical y en los conducidos por los insultadores del canal oficial se llame a los opositores "enemigos, blanquitos, sucios, apátridas, plastas, majunches, traidores, golpistas, pitiyanquis, conspiradores, vende patria, etc.", es discriminación.
Así que la historieta de la lucha de clases revolucionaria es en realidad pura discriminación por parte de quienes no reconocen las diferencias ni las respetan. Si esa Ley Antidiscriminación sirve para eliminar las diferencias que ha establecido el régimen entre ciudadanos que tienen los mismos derechos, yo la apoyo. Si esa ley va a defender los derechos de los venezolanos, no por su color sino por su absoluta igualdad jurídica, yo la apoyo. Y vamos a aplicársela a todos los que discriminan. Pero si va a servir para que sigan con el cuentito de los afrodescendientes, seguiremos llamando a los amigos "negro" o "negra" o "china" o "catira", sin importar las unidades tributarias con que multen o la cárcel con que amenacen, porque concluiremos que no se trata de discriminación sino de ganas de seguirnos jo…
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