Entre las palabras “mucho” y “demasiado”, existe una abismal diferencia.

Una inmensa distancia semántica y dialéctica. Sin embargo, es común escuchar del vulgo, juntar ambas palabras. 

Sobre todo, cuando las emociones conspiran contra la razón pues la suma de las mismas, constituye o representa una crasa manifestación de una realidad tan abultada que sólo cabe en el imaginario de quien, por razones de adulancia o crítica, la pronuncia al margen de su engorroso o confuso significado. Habida cuenta que articularla, no apunta a algo distinto de lo que resulta una grosera exageración o disparatada redundancia. 

Particularidades en política

En política pudiera tener alguna cabida lo que alude cualquier contexto caracterizado por contradicciones y conflictos que en política se admiten como gajes propios de tan debatido oficio. Más, si el ejercicio de la política se halla sumido en la demagogia. Incluso, tal ejercicio aliado con el miedo que, repetidas veces, despierta la violencia. 

Bajo la violencia, se encubren decisiones alevosas e interesadas en ganar espacio político. Por supuesto, sin que su mediación y logro comprometa cualquier consecuencia. O sea, al voleo.

La política se presta para que en su entorno se contextualice cualquier cantidad de desafueros. Desafueros éstos de los que se valen dirigentes de partido o empleados gubernamentales para ajustar o arreglar decisiones que convaliden aberraciones que resultan convenientes al problema que -en principio- busca justificarse. 

 

Al cierre

Es ese el momento, precisamente, cuando las realidades forzosamente moldeadas, se abalanzan contra las circunstancias. Así que, en tan difíciles meollos puede fraguarse cualquier ridiculez que argumente las contradicciones o estupideces que se formalizan desde la gestión inmediatista de un gobierno en su curso político. 

Es lo que (de alguna forma) explica el gran desorden que frecuentemente se vive. Especialmente, en materia política lo cual la crisis arrastra las circunstancias hacia lo más profundo de la degradación social y económica. 

De manera que haciendo uso de la parafernalia lingüística que intitula la presente disertación, pudiera decirse que sería el desbarajuste capaz de engorronar el perfil de cualquier país o sociedad (por circunspecta que parezca). Podría ser algo así, que bien estremezca a quienes escuchen decir con cierta sorna: “mucho con demasiado…”