¿Y América Latina, para cuándo?
Escrito por Antonio Ledezma | X: @alcaldeledezma   
Viernes, 23 de Mayo de 2025 05:15

altLa expansión de la influencia china a través de su iniciativa de la Ruta de la Seda en América Latina plantea una interrogante apremiante:

¿cuándo despertarán las potencias tradicionales y los aliados históricos de la región? Mientras China avanza con determinación, asegurando acuerdos comerciales y el control de recursos estratégicos como el litio en Chile y Bolivia, Estados Unidos y Europa parecen rezagados.

Llevamos casi 25 años debatiendo acuerdos entre Europa y Mercosur sin llegar a una concreción, eso es insólito, inexplicable y sí muy reprochable. Y eso sucede mientras China consolida su presencia en nuestro subcontinente. ¿Entonces de qué se quejan? Algunos analistas simplifican este panorama, señalando que "EEUU está adelantado en la invención de tecnologías imponentes, mientras que los chinos producen bienes que comercializan y en Europa se limitan a aplicar regulaciones." Sin embargo, esta visión está desactualizada. China ya no solo fabrica, sino que también está a la vanguardia en la creación de tecnologías innovadoras y ascendiendo a un sólido segundo lugar como el país con la economía más robusta del planeta Tierra..

El pasado miércoles en un debate realizado en el escenario organizado por la Fundación Libertad y Desarrollo celebrado en la ciudad de Madrid, el expresidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, al defender los acuerdos suscritos por su gobierno con China, afirmó que “en este mundo globalizado no hay enemigos ni amigos permanentes, sino intereses permanentes". La intención compactada en esa reflexión y parafraseada por el joven estadista uruguayo, es atribuida a Henry John Temple, tercer vizconde de Palmerston, quien en un discurso pronunciado en la Cámara de los Comunes el 1 de marzo de 1848, afirmó que “No tenemos aliados eternos, y no tenemos enemigos perpetuos. Nuestros intereses son eternos y perpetuos. Y nuestro deber es seguir esos intereses”. Es evidente que este pensamiento está cargado de pragmatismo político, priorizando, sin lugar a dudas, los intereses de su región, al momento de inclinarse por una u otra potencia con intereses que abonar en el competido y polémico esquema de relacionarse. Tomando en cuenta esa significativa y descriptiva realidad, concluimos en que lo cierto es que China está metiéndose en países iberoamericanos, haciendo inversiones, negociando minerales y tierras raras, mientras que otros países poderosos tenían a América Latina como un simple patio trasero descuidado.

Esta reflexión nos lleva a una conclusión ineludible: es hora de que los países de América Latina sean tratados como actores relevantes en el escenario mundial. Por eso cobra trascendencia la posición asumida por el presidente Donal Trump y su más destacado equipo gubernamental de su segundo mandato, privilegiando en sus declaraciones y acciones un nuevo marco de relaciones con nuestro ámbito, especialmente con Venezuela. No le conviene a EEUU, ni a la Unión Europea,  relegar a un segundo plano esa agenda pendiente de trabajo con América Latina, mientras Rusia, Irán y China establecen enclaves con fines geopolíticos, comerciales o económicos. Es imperativo que Estados Unidos y otros aliados históricos retomen esas relaciones estrechas de antaño y de fechas recientes, cuando la hermandad con América Latina era evidente y fructífera. El hecho cierto de que la primera gira internacional del nuevo Secretario de Estado, Marco Rubio, haya sido por países de América Latina, es una excelente señal.

La región necesita socios que vean nuestra zona más allá de un mero "patio trasero" y que estén dispuestos a construir relaciones basadas en el respeto mutuo y la cooperación estratégica. Mientras el mundo se configura, América Latina no puede permitirse quedar ninguneada. Es tiempo de actuar, de replantear estrategias y de forjar alianzas que impulsen el desarrollo y la prosperidad de nuestros pueblos, no solo en los aspectos económicos, financieros y comerciales, sino también en lo político, porque la paz, la seguridad y la estabilidad son elementos tan medulares como esos otros intereses citados.

La pregunta sigue en el aire: ¿Y América Latina ¿Para cuándo? La respuesta está en nuestras manos. No podemos permitir que la inacción, la indiferencia o, una que otra penosa aventura, definan nuestro futuro. La verdad es que el potencial que tiene América Latina es inmenso y es lógico que los más variados prismas planetarios orienten sus miradas sobre esas riquezas; y deben ser comprendidos mandatarios como Luis Lacalle Pou que afinan operaciones con quienes se aproximan a concretarlas, sin que esas alianzas conlleve declinar valores y principios democráticos irrenunciables.

Es hora de que la región alce su voz y exija el lugar que le corresponde en el concierto de las naciones.

antonioledezma.net

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