El juego político
Escrito por Antonio José Monagas | X: @ajmonagas   
Sábado, 06 de Abril de 2024 06:32

altLa teoría de juegos se ha convertido en una valiosa herramienta de la planificación política por cuanto ayuda a comprender el rango de posibilidades

que permite actuar con cierta certidumbre en la toma decisiones. 

Considerados los conflictos sobre los cuales se diseñan los escenarios pertinentes a la situación en estudio, se establecen las estrategias tanto como el comportamiento de los individuos partícipes en los problemas bajo análisis. 

Las implicaciones de la teoría de juegos, parten del concepto de “juego”. A dicho respecto, debe entenderse como un conflicto conducido por los efectos de los intereses en pugna. Dichas decisiones se disputan los resultados que mejor se adecuan a la solución del conflicto en curso. Así la solución al conflicto, la determina la conjunción de decisiones tomadas por los participantes o actores comprometidos ante la situación.

En medio del juego político, la rivalidad propia del embrollo que subsume la beligerancia característica del conflicto entre actores con intereses contrapuestos, deriva en una severa complicación. En el escarceo político luce difícil llegar a una respuesta que sea la conjunción de propuestas diferentes tanto en lo formal como estructural. Sin embargo, la planificación política apuesta esperanzadoramente a dar con el escenario que mejor estructure estrategias capaces de sumar decisiones que coadyuven a resolver el conflicto en consideración. 

 

La electricidad intermitente

Este exordio, vale para explicar la persistencia del conflicto que ocurre en el contexto del problema que representa las continuas fallas del servicio de electricidad en Venezuela Sus consecuencias están reduciendo al país a un chiquero de incompetencias. A sabiendas que las mismas están arrastrándolo al peor estado de improductividad y carestías, dada las contingencias que suscita el subdesarrollo que, sin otra razón distinta del deplorable gobierno actual, sobrelleva Venezuela. 

Pareciera que el régimen no cuenta con profesionales que entiendan el problema. Evitar o minimizar el problema de un servicio eléctrico deficitario, podría encausarse con el auxilio de la teoría de juegos. Pero lejos de considerarlo, la improvisación se impone ante cualquier solución que pudiera resolverlo. Que, sin duda, tiene entre sus motivos la carencia de repuestos, la obsolescencia de partes y equipos y la precariedad profesional que atiende la distribución y generación del respectivo servicio. 

Para el régimen, este es un problema que lo concibe equivocadamente. Lo cataloga con la simplicidad que le permite la miopía de politiqueros de oficio encargados de “diligenciar la funcionalidad del servicio”. Por tanto, lo califica como un problema de naturaleza política. Por tan absurda razón, se tiene la situación del errado manejo en la producción de tan importante elemento para la vida fecunda de Venezuela. La situación en cuestión, no admite conducción alguna el desconocimiento que su importancia reclama. Es por eso que el régimen no lo comprende de utilidad nacional. Sino como recurso de control político. 

El problema que se plantea al intervenir una negociación política con el auxilio de la teoría de juegos, es que la misma exige la racionalidad cabal de un mecanismo de alta precisión. Y este tipo de exigencias, no están en las cuentas de un politiquero quien busca inmediatismo como procedimiento habitual en cualquier desarreglo. Sobre todo, porque el ejercicio de la política se pasea por situaciones engañosas o con segundas o terceras intenciones. Y en el fragor de una negociación o situación conflictiva, las cadenas de razonamiento son continuas. Y es lo que lleva a resultados dependientes de la interacción entre los intereses en pugna. Por tanto, el temor tiende a amarrar a aquellos participantes improvisados a decisiones contrarias a sus intereses. O sea, a sacarlos de sus zonas de confort y exponerlos a asumir decisiones solidarias no acostumbradas a aceptar.

 

El problema en su esencia

El problema de la penosa generación y distribución de electricidad que mal pone a las realidades nacionales ante el mundo geopolítico, si bien emergió por el manejo infructuoso de medidas que habrían podido resolver la ecuación comprometida, por el dolo permitido a causa de la desmedida e impúdica corrupción cometida por quienes figuraron como responsables políticos de instituciones estatales relacionadas con la electricidad, finalmente se convirtió en oportunidad excepcional para que el régimen sometiera a la población nacional.

Esta situación fue aprovechada por la cúpula que administra el poder político cuando vio en la crisis eléctrica nacional, la oportunidad de justificar la obsesión de ejercer el control social al censurar ideas y actividades que redundan en perjuicio del bienestar de la población. Así mantiene a la población distraída enfrascada practicando el síndrome de “quita y pon la luz”. Además, con el oportuno agregado de sanciones y bloqueos aplicados por gobiernos foráneos, se vale de cualesquiera excusas para dilatar la incidencia del problema. 

Aunque el problema no es nuevo. Está notándose desde hace 18 años. Sólo que ahora es reiterativo. Ocasiona hasta cuatro cortes de electricidad diarios (de 9 a 12 horas x día) provocando graves restricciones de toda índole. Comercios restringidos. Centros de salud impedidos de atender sus pacientes. O de atender labores médicas de prevención y recuperación de enfermedades. Equipos eléctricos dañados, y horarios de trabajo alterados. Escasa productividad en empresas, organizaciones u oficinas.

En fin, todo esto ha conducido a que el régimen (contrario a lo que normalmente pudiera provocar), salga favorecido al actuar según su conveniencia. Victimizarse es un pretexto entre los preferidos de gobernar de espaldas a la responsabilidad política, social, cultural y administrativa y económica. No hay duda de que el régimen no tiene la capacidad necesaria para actuar de cara a las trabas que ocasiona los problemas en la generación y distribución del servicio eléctrico. Por esa razón, actúa premeditadamente buscando beneficiarse de mecanismos de control (y represión) incumpliendo el deber de respetar derechos y libertades que la Constitución consagra.

 

En consecuencia

El país se ha visto desgraciadamente subordinado al poder que los inconclusos manejos de recursos estratégicos, como es la electricidad, incitan. Siempre afanado por seguir aferrado al poder político. Sin importar que la gestión gubernamental la haga en la clandestinidad de realidades transgresoras de la ley, dado lo irregular de sus operaciones. Sin la menor proximidad y preocupación por atender problemas incursionando en recursos cognitivos expeditos. Por eso enreda todo. Más, al operar en simultáneo cualquier proceso que pueda administrar. Con toda la intriga posible mediante la cual logra manipular el control social con el respaldo de un abusivo poder. 

Por eso el régimen al prescindir de la teoría de juegos o de otro procedimiento capaz de coadyuvar a resolver situaciones conflictivas, incurre en agravar las crisis que su propia ignorancia ha estimulado. Esta carencia lo ha animado a improvisar cuanta recuperación presuma superar. Aunque de procurarla lo hace con ventaja a sus intereses. Causando situaciones incómodas de las cuales no busca salir del fondo de las mismas. Situaciones todas embrolladas. Pero no para las instancias de poder político que siempre buscan la mejor cuota de ganancia.  Sino para la ciudadanía. Razón ésta por la cual disimula su perfidia bajo la urdida mampara que prepara cada vez que adelanta un pase rápido y trampeado en el fragor de los avatares que se dan al interior del juego político.


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