El respeto a la voluntad
Escrito por Ricardo Ciliberto Bustillos   
Domingo, 28 de Noviembre de 2021 00:05

altNo hace falta romperse la cabeza ni realizar profundos análisis para concluir que tres factores incidieron en los lastimosos resultados

del 21 de noviembre: La desunión, los personalismos y la abstención. Quienes deseen buscar otros vericuetos o desgloses se lo atribuimos a un ejercicio mental, no sabemos si por justificación, o simplemente para arrostrarnos cierta pretensiones de “sabiduría” política. Lo cierto es que a los ojos de todos, la oposición dio, una vez más, un triste espectáculo que merece al menos, no  una explicación aburrida de sus principales dirigentes, sino de manera responsable y sincera, el pedir  excusas al pueblo venezolano.

No vamos a repetir lo sucedido. Tan solo enfatizamos la necesidad  que esta oposición entienda, con propósito de enmienda, que debe cambiar su conducta, mensaje y percepción de la realidad. De nuevo, se demostró que  no estábamos en condiciones medianamente aceptables para acudir  a este evento electoral.  ¿Resultados? La pérdida injustificada de un buen número de gobernaciones, alcaldías, consejos legislativos y concejos municipales. Para aplaudir, pues.

Tanto que  criticaban al Dr. Rafael Caldera y  su “chiripero” para - luego de 28 años-  resucitar una monstruosa dispersión de partidos y aspirantes. Deberían, repetimos, pedir perdón al electorado y al país. De hecho, muchos directivos  continúan con sus malos hábitos: nadie habla, nadie da la cara y solo algunos – y discúlpenme el término- con “cara de tabla” aprovechan la ocasión para cimentar e insistir en su erróneo y maniqueo  llamado a la abstención. Cuánto daño han hecho, por Dios. 

Visto así, reiteramos nuestra convicción de que  es hora de una profunda contrición, de zafarnos de las amarras del pasado y de fijarnos unas remozadas metas. Ya basta de mantras y palabras vacías. 

La oposición tiene que re-inventarse. En este sentido, nos preocupa sobremanera que comiencen los ofrecimientos irresponsables  para un posible referendo revocatorio el año entrante. Y lo predican como si aquí no se hubiese roto un plato. Lo peor, es que ni siquiera se pasean por la posibilidad de perderlo, ni echan verdaderos cálculos y  no toman en cuenta otros importantes factores que incidirían en un supuesto triunfo.   Bastaría con ver que, de acuerdo a las cifras del Consejo Nacional Electoral, Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales de 2018, obtuvo 6.190.612 votos. Se nos dirá que fueron ilegítimas y fraudulentas. La realidad es que ahí está, ahí sigue, por lo que nos obliga a ser más decididos, prácticos y menos  cándidos. ¿Creemos efectivamente que somos capaces – en estas circunstancias–  de sobrepasar esta cifra? ¿Estamos seguros que nos van a reconocer las firmas necesarias? ¿Que van admitir pacíficamente que  activemos esta opción? Lo lógico es que desde ya nos montemos  en un denodado trabajo  unitario con miras a las presidenciales. 

El otro gran problema estriba en el irrespeto a la voluntad del ciudadano y específicamente del elector. Ese es el gran tema. De ahí que debamos exigir a viva voz – dejando atrás  nuestras sempiternas torpezas y zancadillas –  por todos los medios posibles tanto nacionales como internacionales, que se acepte y acate la soberana decisión del votante. Así haya que acudir a la corte celestial. Manejarnos con firmeza, determinación y echando mano a cuanto medio sea factible. Solo así acabaremos con las dudas razonables en cuanto a la  confiabilidad del voto, si queremos – en consecuencia -  reducir  los altísimos índices de  abstención. Los casos de Barinas y Apure – por mencionar algunos – son emblemáticos. Al fin y al cabo, el problema no es por quien se vota, sino en  contabilizar y respetar la voluntad electoral. Por lo pronto, debemos comenzar por requerir un nuevo Registro Electoral Permanente (REP), iniciar desde ya el trabajo en función de las presidenciales y desechar  el “embrujo” del revocatorio.

|*|: Especial para  www.opinionynoticias.com

 


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