Si levantamos la cabeza y miramos a nuestro alrededor veríamos que estamos rodeados de anormalidad.

De una anormalidad que se ha convertido en normal por el uso, por haberse introducido en nuestras vidas de forma paulatina y repetida.
Cuando lo anormal se convierte en normal, la reflexión se convierte en justificación, de modo que la crítica se convierte en argumentación explicativa, y nos encontramos con frases como “es el precio que hay que pagar”, “en otros lugares están peores que nosotros”, “si no consigo este producto no importa, lo sustituyo por este otro”, “gracias a Dios no me paso a mi”…   La repetición de estas conductas las hace normales.

Cuando lo habitual se conjuga como normal es peligroso y obtenemos los resultados que estamos observando en nuestro país cuando ya nada nos extraña y eso es grave, es grave ver como se acostumbra y se acepta lo inaceptable y anormal como lógico o normal. Cada día que pasa van desapareciendo y escaseando más producto de la cesta básica o no,  y lo aceptamos y nos  resignamos como si nada. Vemos actos de violencia en plena vía publica y la gente mira y observa  como si nada, caso conmovedor y hasta aterrador el sucedido la semana pasada en Los Ruices, donde confundieron a un ciudadano común como delincuente y lo golpearon salvajemente y la gente observaba como algo cotidiano y lo peor y más horrendo aún se ve como otro compatriota lo rocía con  combustible y le prende candela en la cabeza y la gente contemplando tal acto salvaje tipo grupo terroristas ver ese hombre arder y nadie se inmutaba, que terrible quedarse con los brazos cruzados y no hacer nada, me pongo a pensar y me digo este es el país que le voy a dejar a mis hijos?, este es el país que ellos se merecen?  Definitivamente no,  pero la solución no es salir corriendo y refugiarnos  en otro país, la solución es unirnos para recuperar nuestra amada Venezuela, para ser lo que una vez fuimos un país de gente solidarias, con valores de tolerancia, de cultura por la paz y la no violencia, me niego a aceptar que sigamos viendo cómo pasan estas cosas tan terribles y no se hace nada, esperando que los 112 Diputados a la Asamblea Nacional nos resuelvan todo y quejarnos y lamentarnos pero no promovemos estrategias, acciones, proyectos, no unificamos esfuerzos por solucionar estos problemas; la mejor solución que muchos toman es salir del país huyendo y dejarle el problema a otros.

Debemos dejar el egoísmo, la apatía, la tirantez y trabajar de verdad por nuestro país, pero no solo trabajar en nuestros oficinas, puestos de comercios, etc., que por supuesto es importante sino unirnos por el rescate de los valores, por el trabajo en equipo, hasta lograr la Venezuela anhelada, ese es la mejor herencia que le dejaremos a nuestros muchachos, un país donde se puedan y tengan todo el derecho a desarrollarse personalmente y profesionalmente, un país del que se sientan orgullosos , un país de valores, un país donde la resignación y la aceptación a lo malo no sea lo normal, un país de gente buena, noble, tolerante, trabajadora.

Lo normal fue ir aceptando  poco a poco ver como escaseaban los productos alimentarios, luego las medicinas, ver cómo la gente muere no producto de la enfermedad sino de no conseguir los medicamentos, como racionan el agua, la luz, como racionan ahora también los días laborales y de clases, como cada vez que al gobierno  le da la gana de cambiar, modificar o racionar algo se acepta sin quejas algunas, no debemos seguir aceptando lo anormal como cotidiano.
Un país donde mandan los delincuentes, donde dan ordenes por donde transitar, a qué hora hacerlo,   donde asesinan a diario a funcionarios policiales y el gobierno no hace nada al respecto, donde las colas cada día son más kilométricas, la basura se come a las aceras, donde el TSJ manda más que un dinamo.
Estamos ante una relación toxica Estado-Gobierno-Ciudadanos porque cuando aceptas la regla implícita de que a partir de ahora, todo lo anormal se vuelve normal, has entrado, como Alicia, en el agujero del País de las Pesadillas.


(*): Concejal Metropolitano de Caracas