Se asoman las vacas flacas
Escrito por Antonio Sánchez García | @sangarccs   
Martes, 26 de Noviembre de 2013 00:41

altLeo en un matutino de hoy, lunes 25 de noviembre de 2013, que la caída de las reservas internacionales da vértigo: de más de 15 mil millones de dólares comenzamos a vérnosla con poco más de 2 mil millones. Que importamos de los Estados Unidos alrededor de cien mil barriles de derivados del crudo diario. Y que las exportaciones de petróleo hacia los Estados Unidos han sufrido una merma considerable. A las descascaradas ventanas de la Venezuela chavista, saudita, botarate, manirrota y dispendiosa se asoma el cuadro dantesco de unas famélicas y temblequeantes vacas flacas. Y los jinetes del Apocalipsis.

Se nos vienen encima las penurias. Y como estamos a un paso de un proceso electoral que terminará de aclararnos el balance de la correlación de fuerzas sobre las que se sostienen las pretensiones de eternidad del gobierno y los ansiosos deseos de hacer partida y mesa limpia por parte de la oposición, a tirar la casa por la ventana quienes se saben con la espada de Damocles sobre sus frágiles cabezas y a endurecer las perspectivas para quienes se saben con sus proyectos a favor del viento. Al parecer, a partir del 9 de diciembre nada será como antes. Dios así lo quiera. Unos, al borde del abismo. Los otros, anticipando el momento de la dulce venganza. Ya resuenan las trompetas de Jericó.

El gobierno más frágil, ilegítimo y quebradizo de cuantos hayamos tenido en el pasado de la república, con excepción del gobierno de Pedro el Breve, ha decidido el último recurso de un régimen a la deriva: poner el país en liquidación. Bajar la Santamaría del comercio de importación – que abarca desde caraotas, huevos, leche y y quesos hasta tabletas electrónicas y carros último modelo – y soltar las amarras a las ansias saqueadoras del triste, patético y lamentable consumidor venezolano. Otorgarle un último deseo, como a los condenados a muerte, y permitirles el disfrute momentáneo de algún electrodoméstico que, en rigor, pronto le será absolutamente inútil. Cuando toda la parafernalia televisiva no servirá más que para reflejar como un espejo desconchado la devastación de un país gris, triste y arruinado. Una segunda Habana.

Compulsivo y voraz lector de los escritos del Marx de la juventud, en particular de sus escritos filosóficos centrados en el estudio y análisis sistemático del fenómeno de la alienación de la mercancía, me resulta doblemente patético ver a marxistas supuestamente profesionales, como el Dr. Giordani, emperador de la saqueada economía venezolana, o al Dr. Merentes, alguna vez de paso por las universidades inglesas, empujando a la pobresía nacional a una borrachera de desesperado consumismo de ocasión. Una faena de prestidigitación tan cercana a la barbarie de nuestra realidad real, que provoca vaciarle a ambos y a los suyos el cerebro de tanta sustancia excrementicia y ponerlos de rodillas ante la brutal expresión de apropiación indebida: por cierto, promovida, producida, alimentada y prohijada por ambos economistas y su pandilla de académicos mafiosos. Sería digno de un filme de Woody Allen, si no supusiese una espantosa tragedia para un país que tiene, por lo menos, toda la apariencia de ser un país de verdad y no una republiqueta.

Obligados por sus amos, los Leopoldo Segundo habaneros, a administrar este burdel colonial en plena decadencia, no hayan mejor forma de mantener el rostro que provocar el vaciado de los anaqueles. Descorchan todo el alcohol que poseen, preparan la iluminación y la escenografía para una navidad dolorosamente cercana a una celebración funeraria, y esperan amarrar lo poco que les va quedando para cuando, luego de esta homérica borrachera, venga el despertar, la confusión, la migraña de la resaca y la espantosa sensación de náusea y vacío. De un día al otro veremos comercios emblemáticos cerrados por falta de mercancía y el horror de propietarios que prefieren partir con lo puesto que continuar humillados por la infamia y la estupidez de unos gobernantes de mala muerte.

Quienes creyeron conjurar la terrorífica amenaza de un caracazo promoviendo el saqueo organizado y a cuenta gotas bajo control de la Guardia Nacional – el ratón cuidando el queso – no se imaginen que ese peligro pasó. Acaban de darle a probar carne humana a caníbales potenciales. Cuando para dar de mamar a los hijos haya que saquear a los vecinos, habremos llegado al llegadero. Es el tenebroso panorama que nos espera.

Si es que lo poco de racionalidad que nos va quedando no corta antes por lo sano.

@sangarccs


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