“Dale chola” es la orden  del Presidente en tiempos vacacionales.  Chola es sinónimo de acelerador, de velocidad, de conductor ebrio y gente arrollada. En pocas palabras,  de irresponsabilidad.  La orden de acelerar el proceso revolucionario y militarista sin mirar para atrás ni para adelante y atropellando   a quien sea, es tan anti democrática que ha significado colocar en unos pupitres vacios, un proyecto de ley de educación en tiempos vacacionales, obviamente con las aulas vacías.   

“De que te asombras camarada, es la filosofía del jefe” le dice un oficialista a otro  sentados en el Lincoln Road de Miami Beach, una especie de Boulevard de Sabana Grande, anclado  en el  imperio mismo. Ellos también están de veraneo, con dólares oficiales y no quieren devolverse hasta que no se les acabe el ultimo billetico verde. “No sabemos si el año que viene los vamos a tener”, comenta uno  de ellos. Y otro del grupo,  con unos traguitos encima les agrega. “Ni si estaremos en la Asamblea camarada”.

El hombre que acelera la marcha de su proceso hegemónico conoce muy bien los tiempos. Y en política, el sentido del tiempo  es fundamental. Es esta la última oportunidad vacacional antes de las elecciones para la AN, previstas para Diciembre 2010. Ya para el próximo Agosto, la gente estará en plena campaña electoral para retomar el escenario natural de la política de altura, que es la Asamblea Nacional.  Por eso hay que imponer a lo macho la ley de procesos electorales que no respetara la representación proporcional  de las minorías, pudiendo  llevar al absurdo de tener una asamblea con un 80% de diputados de un solo sector político, que representen a 51% de los electores. Por ese sentido inexorable del tiempo, es que hoy – solo en este momento - hay que cerrar emisoras de radio. Por eso hay que atacar a Globovisión. Por ese respeto al calendario político, hay que sacar trapos rojos con la ley de delitos mediáticos, para que veamos lo que nos puede venir a los que opinamos y escribimos. La chola del Presidente busca llevarse a todo el mundo por delante y tener camino despejado en unas elecciones parlamentarias  controladas por la fuerza de las leyes. Y con un montón de pendejos sumisos y acorralados.

“No sabemos nada de lo que está pasando en Venezuela, estamos de vacaciones” se oye   en la mesa oficialista del Lincoln Road. Mientras que el Presidente ebrio de poder, sigue con la chola a fondo. Ya sabemos camaradas, lo que les puede pasar a este tipo de conductores… y a los que se quedan en el camino contemplando su carrera.