Guerra económica o economía de guerra |
Escrito por Alexis Aponte | X: @alexisaponte14 |
Martes, 30 de Enero de 2018 00:00 |
En Venezuela no se vive, se sobrevive. En una guerra el objetivo es sobrevivir a cada segundo. Es conservar la vida, no morir y poder abrir los ojos al día siguiente.
El venezolano es víctima de la escasez de alimentos, de medicinas, enfermedades y epidemias que se consideraban erradicados, vuelven con su carga mortal, tales como el paludismo, la tuberculosis, malaria y otras más. La gente hurgando en la basura en procura de algo de comida, la inseguridad se manifiesta de muchas maneras y todos hemos sido víctimas de algún delito. Se ha perdido la confianza en el semejante y el temor y miedo nos rodea. Familias desmembradas y ya hoy día probablemente seremos la nación, después del pueblo judío en otra época, con la mayor diáspora regada por todo el mundo. Todo este perfil social tiene como consecuencia que el venezolano haya asumido un comportamiento primitivo propio de una guerra.
Esta economía de guerra tiene como arma principal la hiperinflación la cual ha destruido capital a nivel empresarial. Difícil planificar, realizar planes de carrera y desarrollo para los empleados, lanzar nuevos productos, impulsar proyectos de investigación, ampliación de plantas e incorporación de tecnología a diversos procesos. Empresas de tecnologías, financieras e industriales con un alto componente importado, requieren de divisas para la compra de celdas, radios, cables, pago de satélites, equipos de computación, terminales, bienes intermedios, licencias, repuestos, software y hardware. No es negocio para estas empresas que operan bajo un control de cambios, invertir en dólares para cobrar en bolívares, más aún cuando operan con tarifas y precios regulados. Basta pasearse por los parques industriales y comerciales del país, para poder observar el cierre de empresas, oficinas e industrias de todo tipo. Para un empresario es doloroso renunciar a su motivo de vida (producir, comercializar y generar empleo) y tener que buscar opciones en otros países que le ofrezcan las condiciones apropiadas para desarrollar su emprendimiento. La persecución, acoso legal e impositivo tienen las mismas consecuencias que un estado de guerra.
A nivel personal estamos obligados a sobrevivir a este estado de cosas. La hiperinflación no es fácil surfearla. Pero tenemos que cambiar hábitos de consumo, de vestir, mantenimiento del vehículo, transporte. Asumir como norte la austeridad. Crear redes de ayuda recíprocas en materia de alimentos y medicinas, ser más solidarios y practicar la otredad. Es un deber buscar la manera de drenar el stress, divertirnos y practicar un deporte sin que esto signifique un gasto significativo. El compartir en todas sus formas se convierte en un requerimiento de vida. La familia juega un papel importante en estos tiempos. Reforzar los lazos Familiares y afectivos es una buena manera de fortalecer el espíritu y la mente. La familia y los amigos en tiempos de guerra se convierten en nuestro centro de comando. Desde ahí podemos construir la esperanza, porque la esperanza se construye todos los días, con la seguridad que más temprano que tarde vamos a salir de esto. Las empresas como organizaciones económicas están obligadas a sobrevivir a esta economía de guerra. A diario resisten los embates del entorno económico social, asimilando aumentos de sueldo por decreto, fiscalizaciones, regulaciones de precios, expoliación de activos, rebajas de precios compulsivos, restricciones laborales, inflación, cambios en las reglas de juego y un mercado que cada día se reduce en tamaño. La gerencia tiene que tomar medidas duras e inteligentes para poder sobrevivir, mantener la empresa en operación y salvaguardar los empleos necesarios. Eliminar líneas de trabajo que correlacionadas con el mercado no tienen razón de ser. Dependiendo de la naturaleza del negocio y más aún si no tiene productos y servicios exportables, a veces reducir costos se hace más importante que aumentar los ingresos (la hiperinflación licúa los ingresos) por supuesto, hay que hacer las dos cosas en conocimiento que el mercado físico se reduce. Ser eficiente en cada actividad por persona es un requerimiento del negocio. Venezuela vive una economía de guerra, en consecuencia, tenemos que tomar decisiones de guerra para sobrevivir. En tiempos tumultuosos estamos obligados a sobrevivir para poder ver el mañana. El adversario nos quiere aniquilar, o en el mejor de los casos, que abandonemos el campo. Nosotros queremos conservar la vida, nuestro capital, para desarrollar una sociedad. Tanto en lo personal como en lo empresarial. En estos entornos la dinámica del cambio es a diario y varía el concepto de tiempo. El largo plazo existe y tenemos que atenderlo, pero es importante el corto plazo, ir a lo medular, a lo singular y principal, porque el hambre no espera, la desesperación hace su trabajo, los resultados financieros se cuentan por horas, pero estamos obligados a abrir los ojos mañana con un norte: esto va a cambiar…cuando no lo sabemos, pero va a cambiar.
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