Demasiado
Escrito por Alexis Márquez Rodríguez (QEPD)   
Lunes, 03 de Enero de 2011 16:37

altÚltimamente hemos podido observar, cada vez más frecuentemente, el empleo abusivo del vocablo “demasiado”. Este es definido por el DRAE como un adjetivo, que señala lo “Que es en demasía, o tiene demasía”, y también como adverbio de cantidad equivalente a “excesivamente”. “Demasía”, a su vez, se define como “exceso”.

En el primer caso podemos decir “Tenemos demasiados problemas”, en que “demasiados” opera como  adjetivo que califica al sustantivo “problemas”. Aquí la función  calificativa de “demasiado” puede verse observando la diferencia entre “Tenemos pocos problemas” y “Tenemos demasiados problemas”. En el segundo caso podemos decir “Comer demasiado es peligroso para la salud”, con “demasiado” en función de adverbio de cantidad que modifica al verbo “comer”, lo cual puede verse observando la diferencia entre “comer” y “comer  demasiado”. Conviene observar que “demasiado”, en tanto que adjetivo, contiene implícitamente una noción de cantidad, como la que está presente también en el adverbio. Sólo que en este la función adverbial se manifiesta al modificar un verbo, mientras que en el caso del adjetivo la función es nítidamente de calificativo de un sustantivo.

Hasta aquí todo va bien y no hay ningún problema. Pero el empleo abusivo de  “demasiado”, como adjetivo lo mismo que como adverbio, se da con sustantivos o verbos, según sea el caso, que no admiten una intensidad que pueda estar en “demasía”. Podemos decir, por ejemplo, “La situación está normal”. Según el DRAE “normal” es un adjetivo cuyas tres primeras acepciones son: “1. Dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural. 2. Que sirve de norma o regla. 3.. Dicho de una cosa: Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de  antemano”. Si aplicamos la lógica ninguna de estas acepciones admite el exceso. Es decir, algo es “normal” o no lo es, pero no puede darse algo que sea más o menos normal, menos aún que lo sea en exceso. No tiene, pues, sentido decir que  “La situación está demasiado normal”.

Como tampoco lo tiene decir que algo o alguien es o está “demasiado feliz”. Se puede ser o estar más o menos feliz, en cuanto que la felicidad sea mayor o menor. Pero es ilógico pretender que la felicidad pueda ser excesiva.


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