“Volando alto” es un drama biográfico sobre la vida de Michael “Eddie” Edwards, quien a fuerza de voluntad logró participar en las Olimpíadas de Invierno de 1988.

La calidad humana de Eddie y su resiliencia  le permitieron ingresar al equipo olímpico británico, a pesar de no reunir, para sus directivos, los requisitos de un atleta verdadero. 

Eddie, encarnado por Taron Egerton,   es torpe, es ingenuo pero, sobre todo, es un creyente en su capacidad de alcanzar lo que se propone. Su vida entera es una lucha contra la descalificación y el acoso de sus compañeros e incluso de su padre. El joven obsesionado con ir a las Olimpíadas choca contra los prejuicios del Comité de Selección británico, que lo descalifica para ir en el equipo de slalom … Esa caída, que le apagaría las ilusiones a cualquiera, la transformó en empeño para reinventarse como “saltador de esquí” y ganarse el pase a las Olimpíadas de Invierno celebradas en Calgary en 1988. Esa meta la logra con el apoyo de un entrenador alcoholizado pero ansioso por reivindicarse (Hugh Jackman). 

La película nos lleva paso a paso desde la infancia de Eddie hasta su aclamación popular por el público y los medios que asistieron a esos juegos invernales para verlo saltar desde los 70 y los 90 metros. Su victoria fue la aclamación y el apodo "Eddie the eagle" que acuñó uno de los narradores de esos juegos. Esta popularidad le abrió el camino a la  aceptación, parcial, de sus pares deportistas, siempre molestos por su presencia en el equipo olímpico.

El director  Dexter Fletcher logra un justo equilibrio entre drama y tensión, entre frustración y avance. 

“Volando Alto” es una buena película motivacional, que estoy seguro te arrancará sonrisas y lágrimas a lo largo de sus 106 minutos.

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