No hay duda de que la nueva versión del sistema operativo de Microsoft, el Windows 7, recientemente lanzada para el mundo corporativo y próxima a lanzarse para el resto de usuarios, es una gran mejora sobre lo que existía, es decir, Windows Vista.

Un sistema operativo es una capa de software o un programa que se les coloca encima a los fierros que conforman un computador y que hace que su uso se pueda hacer en forma eficiente, rápida, segura y confiable. Por más poderosos que sean los chips, periféricos y memorias que constituyen un computador, sin el sistema operacional no serán sino eso, unos elementos que no se pueden usar.

Sin entrar en controversias de si los sistemas operacionales Linux o el nuevo Snow Leopard del Apple Macintosh, ya en venta, son o no mejores, hay que reconocer que la empresa de Bill Gates ha hecho un gran esfuerzo para hacer de Windows 7 una mejor propuesta que las anteriores.

Es muy fácil de usar y tiene algo parecido a lo que ofrece el de Macintosh, una cinta de programas en ejecución que aparece en la parte de abajo de las pantallas, ubicación que se puede cambiar, y que muestra una pequeña ventana con el documento o los documentos abiertos con solo pasar el ratón sobre el ícono. La seguridad mejora mucho, lo cual viene de Vista, en la que se rediseñó la arquitectura del sistema operativo.

También elimina la obligatoriedad de usar Windows XP en los netbooks, ya que Windows 7 se puede utilizar en ellos, lo que no se podía hacer con Vista, por su exigencia en rendimiento. No se debe olvidar que la venta de portátiles, como los conocemos, no ha aumentado. En cambio, la de netbooks está disparada.

Lo interesante es que, con la entrada de Android, el futuro sistema operativo de Google, el nuevo de Macintosh, llamado Snow Leopard, que tiene unas mejoras bastante atractivas e importantes, y el nuevo Windows 7, la batalla se pone muy interesante. El gran beneficiado va a ser el usuario final, que va a contar con una buena interfaz de usuario cuando se siente frente a su computador.

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Hay que darle las gracias a Chávez por haberse convertido en el jefe de campaña para la reelección de Uribe. Pero, bueno, no es de extrañar porque sus opiniones son como una veleta, que cambia de dirección de acuerdo con el viento que sople. No es sino ver sus alocuciones en Aló, Presidente, en las que uno no sabe si reírse, porque es como ver una comedia del Chapulín Colorado, o sentir pena ajena. Y al Polo le ha hecho un daño enorme al asociarlo con el chapulinismo, perdón, chavismo.

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