La realización del próximo proceso electoral ha despertado innumerables expectativas.

No obstante, por más entusiasmo que observemos en las filas de la oposición, no por ello dejan de manifestarse unos cuantos temores, escalofríos y dudas. Algunos piensan, y no sin razón, que el régimen se trae algo entre manos. Y es que la gente está acostumbrada a sus desplantes, triquiñuelas y maniobras. Hace pocos días superamos la angustia que produjo ese largo vía crucis con motivo de las inscripciones de las candidaturas en el Consejo Nacional Electoral. Luego de tantos tejemanejes, correderas y diligencias, pudimos salir airosos de estos engorrosos trámites y hoy ya tenemos a Edmundo González Urrutia, como aspirante de la oposición seria y democrática, a la Presidencia de la República. Un paso importante, sin duda, más no definitivo.

Hay cosas que dejan mal sabor en el ambiente político. Algunos personeros gubernamentales y otros destacados dirigentes del oficialismo continúan con sus amenazas y asumiendo posiciones que denotan abiertamente sus intenciones de torpedear y sabotear los comicios de julio. Para más, dejan entrever la posibilidad de diferirlos, haciendo gala – cosa muy cierta – de que aquí se hace lo que les venga en gana.

En consecuencia, hay que hacer un esfuerzo enorme. La decisión de esa mayoría que hoy gira alrededor de un 80%, no puede quebrarse y mucho menos ser blanco de incertidumbres o dilemas. Sabemos de sobra que – precisamente - a eso apuestan: crear no solo fracturas, sino también confusión y desaliento.

Se ha dicho de manera persistente que el gobierno juega muy duro y sin escrúpulos. La eventualidad cierta de su salida los traumatiza y los hace capaces de cometer cualquier desafuero. De esto tenemos que estar muy conscientes, pero también prevenidos. No es fácil lo que tenemos por delante.

Faltan pocos días para las elecciones, rogando a Dios que no suceda un hecho contraproducente o inconveniente alguno. Es complejo el escenario. La oposición ha enviado mensajes muy claros y contundentes en cuanto a una necesaria e ineludible transición que, hasta el momento, el oficialismo desestima. Porque solo una vía convenida y transitoria sería lo acertado y plausible, y evitaría -por demás - una confrontación peligrosa y lamentable entre los venezolanos.

No hay que desmayar en esto. La esperanza debe crecer cada día. No podemos permitirnos desconciertos ni intimidación.

En estos difíciles tiempos, no sería ocioso recordar lo escrito por Jean- Francois Revel, a mediados de los años 70, en su libro La Tentación Totalitaria. Palabras más, palabras menos apuntaba: “Estos regímenes son reaccionarios en el interior y revolucionarios en el exterior, opresivos en su dominio y liberador en su propaganda”. No permitamos - en conclusión - que la duda y las amenazas hagan mella en nuestra soberana decisión de cambio y que la tentación totalitaria tome más espacios de los que ya tiene o que termine de concretarse plenamente.

|*|: Especial para www.opinionynoticias.com