Biocombustibles y alimentos, una dicotomía
Escrito por Anaís Caldera Rodríguez   
Martes, 25 de Agosto de 2009 07:15

altHacer funcionar los automóviles, las motos y demás máquinas que en el siglo XVIII dejaron atrás al sistema manual y adentraron al mundo en la era de la mecanización e industrialización, con etanol, biodiesel u otras tecnologías muy alejadas de los combustibles fósiles, constituye hoy un reto que muchos países quieren alcanzar en aras de frenar la contaminación ambiental causada por la quema de carbón, petróleo y gas natural. Un desafío que en teoría pareciera muy fácil de lograr; sin embargo, en la práctica representa un peligro para la seguridad alimentaria de la humanidad, por cuanto las siembras de maíz, soya y caña de azúcar, entre otras especies florísticas usadas para la producción de combustibles fósiles ya no tendrán como único destino la cosecha de alimentos para el consumo humano, sino también la obtención de productos energéticos sustitutivos de los hidrocarburos, sus derivados y demás recursos no renovables utilizados por el hombre a partir de la revolución industrial para obtener la expansión económica y tecnológica mundial.

Realidad que pone en entredicho las incontables bondades endorsadas a los combustibles fósiles y convierte al discurso que lo secunda en una dicotomía interminable, porque si su principal virtud es no contaminar el aire como lo hace los combustibles fósiles, no es menos cierto que su producción implica la pérdida de hectáreas idóneas para la producción de alimentos, así como la biodiversidad, debido a la transformación de muchos ecosistemas aptos para la agricultura y a la extinción, migración o muerte de un número significativo de especies animales y vegetales. Por eso, quienes defienden o creen a ultranza en la inocuidad de los biocombustibles frente al ambiente deben analizar su impacto social, ambiental, económico y político sin pasiones y responder las siguientes interrogantes: ¿realmente la suplantación de los combustibles fósiles por los biocombustibles detendrá la contaminación ambiental y, por ende, el calentamiento global?, ¿pueden los biocombustibles contribuir con el desarrollo sustentable de la humanidad, si su expansión atenta contra la producción alimentaria y la sostenibilidad de los ecosistemas?, ¿será justo destinar incontables toneladas de maíz, soya, trigo y otros alimentos a la producción de biocombustibles cuando en el mundo existen 88 mil millones de personas hambrientas?

Son preguntas que no deben quedar sin respuestas, porque un considerable número de gobernantes del mundo catalogan a los biocombustibles como la alternativa de solución para los problemas de contaminación ambiental, sin prever que para reemplazar sólo el cinco por ciento del consumo de gasolina por etanol, por ejemplo, se necesita el 60 por ciento de la producción total de soya o maíz, según sea el caso, lo cual implicaría un duro golpe a la población humana, pues sólo quedaría para su consumo el 40 por ciento de cualesquiera de esas producciones. Esto significa el incremento del hambre en el mundo y, por ende, el fomento y la consolidación de generaciones humanas convertidas en tarados por la férrea desnutrición y hambruna que vivirán. Impedirá, igualmente cumplir con las metas del milenio de acabar con el hambre y responder a las alertas hechas sobre la necesidad de incrementar para el 2050 la producción alimentaria, pues para esa fecha se triplicará la población mundial, de 6 mil 500 millones pasará a 9 mil 500 millones de personas.

Los biocombustibles por sí solos no conforman, entonces, una real solución a los problemas ambientales, pero sí un gran avance en la búsqueda de la sustitución de los combustibles fósiles, cuya demanda debe cada día bajar a través del desarrollo continuo de programas educación ambiental capaces de motorizar cambios de conducta en la cotidianidad de seres humanos, para evitar el uso excesivo de los vehículos particulares e incentivar a los industriales a la implantación de tecnologías limpias en los procesos de sus empresas y la conversión de los sistemas de gas natural. También es fundamental la corrección de los delitos ambientales, mediante la imputación de sanciones y penas a aquellas personas naturales y jurídicas que incurran en hechos contaminantes, como el lanzamiento a la atmósfera de gases contaminantes generadores del efecto invernadero y el vertido de desechos en sitios no aptos, así como la tala y quema indiscriminada, entre otras actividades susceptible de degradar y deteriorar aún más la naturaleza y sus recursos.

Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla

Fuente: El Carabobeño


blog comments powered by Disqus
 
OpinionyNoticias.com no se hace responsable por las aseveraciones que realicen nuestros columnistas en los artículos de opinión.
Estos conceptos son de la exclusiva responsabilidad del autor.


Videos



Banner
opiniónynoticias.com