Capriles ha ido construyendo un discurso coherente y sólido, consecuencia de su experiencia como gobernador

En  febrero de 1992 hubo un golpe de Estado. Una insurrección militar. Llámese como se llame. Un grupo de soldados: 5 tenientes coroneles, 30 capitanes, 60 tenientes y subtenientes, complotados y armados hasta los dientes salieron a derrocar a Pérez en forma violenta. Habían decidido matar o morir. No era un asunto de marchas o tomas de embajadas o protestas. Era matar o morir. Juraron derrocar al presidente Pérez abatiendo a quien se opusiera. En la sede de Venezolana de Televisión fueron ajusticiados dos pobres vigilantes que se opusieron a que tomaran el canal.

Los alzados sedientos de poder, los complotados, salieron apertrechados de fusiles, de ametralladoras y de granadas.

Y, efectivamente, mataron.

Cayeron algunas decenas de venezolanos, la gran mayoría eran muchachos humildes y sencillos de la Guardia de Honor, fueron acribillados. Los tirotearon en la emboscada a Miraflores. Párvulos del pueblo, campechanos fieles. Pero la insurrección, el golpe de Estado, no discrimina. Se trata de liquidar al enemigo y el enemigo en ese caso eran los pobres soldados de la Guardia de Honor. Sucumbieron. Los mataron. Y tienen el tupé de criticarle a Capriles Radonski que en el golpe de Estado de Carmona Estanga y sus aliados del Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada, de los compañeros y amigotes de Chávez, de los curruñas de CP, de sus panas del alma, de sus "comandos", critican que se hubiese presentado en la Embajada de Cuba, llamado por el embajador, donde había una situación irregular.

Los jefes de la Guardia, el Ejército, la Disip, la PM, estaban sin autoridad, comprometidas con Carmona y no aparecían por ningún lado. El golpe de Estado de Carmona Estanga fue con militares aliados de Chávez, no con Capriles. Así que, criticar a Capriles Radonski por haberse presentado en la Embajada de Cuba donde el intento más grave de la poblada alocada, irresponsable y absurda, fue cortar la electricidad y el agua, mientras se guardan la lengua en lugar seguro y oscuro ante el golpe de 1992 es una cobardía. En la embajada no hubo un disparo. No hubo fusiles. No hubo ametralladoras. No hubo muertos. No hubo vigilantes asesinados. Por Dios. ¿Qué acto merece más crítica y desprecio de las grandes mayorías? Otros dicen que Capriles es un fenómeno como Irene Sáez, que sube al principio y luego cae. ¡Sigan creyendo, analistas chimbos del Gobierno! Para empezar, Capriles ganó la gobernación con cerca de 120.000 votos y las parlamentarias de 2010 con más de 220.000. Así que ese mito de que algún día bajará en las encuestas no parece tener eco en la realidad inmediata preelectoral. Encabeza la oposición con una cifra cercana a 50%, y en Miranda su índice de popularidad traspasa la barrera de 80%. Además, Capriles cuenta con el segundo partido más importante de la oposición, una fuerza ciertamente consolidada en la inmensa mayoría de los estados del país que Irene nunca tuvo. Irene fue, tristemente, una marioneta de los partidos de aquel entonces que, al cabo, terminaron traicionándola y desconociéndola. Esto no sucederá con Capriles. Su candidatura es firme.

Seguramente en el camino otros partidos políticos considerarán su apoyo, lo que sin duda incrementará o, en todo caso, reforzará su alta aceptación entre los venezolanos.

Más allá de eso, Capriles ha ido construyendo un discurso coherente y sólido, consecuencia de su experiencia como gobernador, y finalmente llamo la atención en lo siguiente, si Capriles aún no está en campaña abierta y sigue subiendo, entonces, cuando entre en el propio terreno de la campaña electoral, podrá apelar a sus ventajas comparativas y competitivas como candidato. Experiencia, juventud, amplitud, discurso. Así que, señores bichos del Gobierno, a agarrarse las cachuchas rojas que lo que viene es ventisca.

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