El chavismo huele a quemado
Escrito por Enrique Pereira   
Viernes, 27 de Mayo de 2011 05:13

altHay muchas señales. El peor ciego es el que da la vuelta para no mirar. En el acto de juramentación de las autoridades regionales del PSUV en Monagas, este miércoles pasado, el diputado y vicepresidente de la región nororiental, Diosdado Cabello, en la ciudad de Maturín, fue despreciado por el Gobernador de la entidad y doce de los trece alcaldes de Monagas. No asistieron al acto en una manifestación de rebeldía, que todavía debe estar haciendo roncha. No fue conmigo y me dolió. El incendio que lleva el partido de gobierno por dentro se comienza a manifestar.

Esta semana también, unas declaraciones de William Izarra, un teórico de la revolución, participante de la formación ideológica de grupos de apoyo al presidente, opinaba que los cuadros de mando del PSUV deberían renunciar. Las bases claman por la justicia de la escogencia de sus líderes por la vía democrática de elección, pero el partido que se dice del pueblo, que gobierna desde y para el pueblo, sigue eligiendo a dedo a sus líderes y candidatos. El calvario se lleva por dentro y los llamados a la unidad del liderazgo chavista, no hacen otra cosa que reforzar la idea de que por dentro de ese partido rechinan las tripas con vientos huracanados.

La tercera señal no puede ser más clara. Remueven a una parte importante de la Directiva de Pdvsa, incluyendo al personaje involucrado en la estruendosa pérdida sufrida por el fondo de pensiones. Salida lateral sin consecuencias. La nueva Directiva recibe a dos piezas, cuyo objetivo no es otro que comenzar a tomar control del desmadre que Rafael Ramirez ha hecho con la industria. Dos piezas nuevas, de plena confianza de Chávez, una de ellas con meritos políticos y la otra con calificaciones auditoras y de control. Hablo de Nicolás Maduro y Jorge Giordani, dos comodines de la revolución, quemados en otras andanzas previas. Este es sólo el principio del final para Rafael Ramirez con las consiguientes tensiones a lo interno del partido, producto de los cambios en los esquemas de poder.

Quizás la más evidente de todas las debilidades la constituye la repetida y múltiple cantidad de manifestaciones –ahora teñidas de rojo- que se presentan cada día en casi cualquier ciudad del país.

Chavistas reclamando vivienda, chavistas reclamando atención, más rojos solicitando revisiones de contratos y pueblo clamando por lo que cree le debe este gobierno.

Guayana tiembla bajo los pies de sus trabajadores, que ven chiquita la puerta de salida a la crisis que los tienen situación de conflicto. Chávez sigue volteando la mirada, ante un problema de dimensiones catastróficas, sin una solución posible en la mano, para resolver lo que sus decisiones crearon: un desastre imposible de arreglar. Ellos también son PSUV.

Sale humo desde muchos lugares, en una clara indicación del candelero que llevan por dentro. Quinientos días son muchos días, para tratar de disimular la implosión que tratan de contener.

Usted y yo aquí, observando cómo se pisan los pies.

@pereiralibre


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