Lara-Zulia: el asombro y la desdicha
Escrito por Ángel Rafael Lombardi Boscán | X: @lombardiboscan   
Sábado, 12 de Marzo de 2011 02:46

altHacer el recorrido de una vía tan emblemática como la Lara-Zulia que conecta la parte centro occidental del país es un auténtico desandar en el tiempo. Un viaje nos emociona porque sus imprevistos tienen el merito de romper las rutinas más apremiantes de cualquier cotidianidad, aunque éste tenga como destino lugares no tan recónditos que pudieran alentar el asombro. Aunque asombro y desdicha es lo que hay a lo largo de las cinco horas que dura el recorrido entre Maracaibo y Barquisimeto.

Difícil de entender que un país eminentemente petrolero como el nuestro tenga agrietada y en tan mal estado su vialidad. Mas de mil huecos, y puede que me quede corto, contabilizamos a lo largo de toda la ruta. Aunque lo verdaderamente torturante son los 106 policías acostados (39 en la parte del Estado Lara y 67 en el Estado Zulia), o mejor dicho, reductores de velocidad, que la gente que habita al borde de la carretera han levantado para promover la venta de todo tipo de productos. Desde dulces hasta cachapas con queso, o los chicharrones compartiendo estantería con los chivos desollados bajo la insana intemperie solar. Es bastante común encontrar, alrededor de estos reductores, todo un ecosistema humano donde la división social del trabajo está perfectamente dibujada. Las señoras que venden café junto a los jóvenes que hacen lo propio con el pan dulce, algunas variedades de frutas o las consabidas conservas de coco y leche. El conductor con su familia, al principio sonríe con cierta condescendencia por la presencia de tan inesperada y variada oferta de productos, aunque luego los ánimos se truecan ante una pasmosa repetición del fenómeno multiplicado más de cien veces. ¿Y las autoridades, como representación del orden, de la ley, y del Estado? Ausentes y bajo la premisa de que la carretera es un mundo salvaje e inhóspito, una auténtica tierra de nadie en donde sus habitantes, los permanentes y los de paso, aprenden a sobrevivir aprendiendo en el trajín sus propios códigos. No está demás decir, y esto es algo ya de por si paradójico, que con todo y los obstáculos en la vía, el exceso de velocidad de la mayoría de los conductores con complejo de pilotos de Fórmula 1 tiene ensangrentada buena parte del recorrido. De igual forma, ya algunos gandoleros y camioneros se han podido percatar en carne propia que los benditos reductores no sólo tienen propósitos filantrópicos asociados al control de la velocidad, sino que representan el más perfecto aliado para que las mafias de la zona perpetren los asaltos y robos a los cuales han sido víctimas, sobretodo, bajo el cobijo de la negra noche donde la iluminación artificial, completamente ausente, ha sido delegada a la tenue luna.

Entiendo que nuestro espíritu festivo y dicharachero, cercano a posturas dignas del mejor anarquismo, contemple éste espectáculo hasta con un dejo de orgullo y satisfacción. Y en un país donde la “felicidad” es un valor agregado que nos catapulta hacia los primeros puestos de ése novedoso ranking, envidia de suecos, finlandeses, estadounidenses y suizos, éste paisaje pintoresco que hemos descrito, bien pudiera venderse como atractivo turístico. Las premisas que las agencias de viajes tendrían que ofertar para hacer el recorrido por la Lara-Zulia, no es otro, que una invitación a un viaje en el tiempo hacia el remoto pasado bajo un estado de riesgo y emoción perennes.  


DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LUZ

http://angelrafaellombardiboscan.wordpress.com/


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