Precisiones
Escrito por Pompeyo Márquez | @fundapompeyo   
Viernes, 11 de Marzo de 2011 06:56

altEstamos en una clara lucha por el poder político. Se trata no sólo de sustituir un gobierno que conduce al país a la bancarrota sino de modificar un régimen contrario abiertamente a la convivencia democrática. Las circunstancias favorecen a esa modificación, pero ello no quiere decir que el mandado está hecho. Son momentos difíciles los que vive y vivirá Venezuela. No tenemos nada idílico en el presente y en el futuro inmediato. Media un período de transición entre una autocracia militarista y un funcionamiento democrático de la sociedad venezolana. La herramienta para impulsar ese cambio es la unidad política para desplazar del poder a la actual camarilla militar-civil que desangra al país y gobernar en el postchavismo. Insistimos: es una unidad política lo más amplia posible, no es una unidad ideológica. El propósito es el establecimiento de un régimen de convivencia basado en la Constitución del 99 y en una plataforma para el período de transición que debe terminar de elaborarse para ser presentada cuanto antes al gran país, plataforma que debe constituir un compromiso político para devolverle a los venezolanos su tranquilidad y las maneras civilizadas para dirimir sus diferencias, que no es otra cosa que la democracia con contenido social.

La base de ese compromiso político radica en que las soluciones a la crisis en desarrollo no las puede llevar a cabo otro hombre providencial, ni un sector privilegiado de la sociedad, ni un partido sobre todo si tomamos en consideración que no existe un partido eje. La conclusión es obvia: debe ser un gobierno de unidad nacional que, con sus contradicciones naturales debido a la heterogeneidad, es el que puede paliar la conflictividad de toda índole y otorgarle gobernabilidad para ir a la recuperación del aparato productivo, de las Instituciones, de la reconciliación nacional. Exigencias ineludibles de dicho período.

Como se comprenderá no es una obra de un día.

Si estamos convencidos de que aumentan las posibilidades de derrotar a la minoría enseñoreada en el poder el próximo año de 2012, que lo tenemos ya presente, es una responsabilidad de la dirección política prever por lo menos los grandes rasgos de la nueva situación.

Lo vamos a decir de esta manera: hay que evitar que derrotada la autocracia se establezca un zafarrancho entre las fuerzas opositoras por cuotas de poder y por discrepancias acerca de las medidas inmediatas que deban adoptarse para abrir las amplias avenidas de la libertad .

En el debate que se ha suscitado han aflorado consistentemente un sinnúmero de coincidencias. Sería de una gran utilidad profundizarlas en equipos de trabajo unitarios con la visión de que tienen que ir más allá de la MUD.

Han aparecido nuevos actores, no son sólo los partidos los que deben involucrarse en la elaboración de esa plataforma. Hay que extender las miradas hacia ese mundo civil que se rebela, que junto con los partidos constituyen una esperanza de que esta nueva mayoría que tiene expresiones electorales (62%) o populares en movilizaciones empresariales, estudiantiles, obreras, universitarias, académicas, las Iglesias le deben dar contundencia a la derrota y la garantía que ese poderoso movimiento democrático unido a los militares Institucionalistas se podrán sobremontar las dificultades que van a venir.

No estamos haciendo futurismo. El horizonte que tenemos es corto, 2012 está aquí, y a tal efecto debemos tener candidato único mediante primarias y una propuesta nacional a finales de este año.


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