La comparecencia de los gobernadores opositores en la instalación del "Consejo Federal de Gobierno" (CFG) en el Palacio Blanco, me hizo recordar a un célebre tango de Gardel, "Mano a mano", en el que la letra de Caledonio Flores deja el verso aquel de "como juega el gato maula con el mísero ratón"...

La verdad es que los gobernadores no-oficialistas --porque el de Lara debe ser incluido, no fueron invitados a participar en un diálogo intra-gubernamental sino a presenciar un monólogo presidencial. Y además de un "mandatario" que les ha boicoteado tenazmente sus respectivas gestiones, incluso desde antes que las asumieran.

Durante el evento realizado en el antiguo "Salón de los Gobernadores", el señor Chávez fue prolijo en saludos y parabienes hacia ellos que, al parecer, fueron reciprocados por casi todos los gobernadores sin boinacolorá, hasta el punto de que algunos prometieron públicamente que continuarían aceptando las invitaciones a asistir al referido Consejo.

Y no había que ser un confeso suspicaz para darse cuenta que todo aquello no era más que una puesta en escena, con la pretensión de hacerles quedar mal ante sus correspondientes audiencias políticas. No habían pasado ni 24 horas del supuesto "entente cordial" cuando ya el señor Chávez volvía a dispararles con su acostumbrada saña.

Al respecto, por tanto, valen la pena algunas consideraciones. La primera es que este "Consejo Federal de Gobierno" no tiene mucho que ver con la institución constitucional creada para planificar "el desarrollo del proceso de descentralización y transferencias de competencias del Poder Nacional a los Estados y Municipios". Al contrario, su misión es reforzar la re-centralización y la hegemonía partisana. Tan es así, que como era previsible en la Secretaría del CFG no figuraron sino fichas del PSUV.

En segundo lugar, el señor Chávez viene acusando hasta el cansancio a los gobernadores no-afectos de paramilitares y terroristas (Pérez Vivas), patiquines y oligarcas (Capriles), traidores y corruptos (Falcón), mafiosos y narcotraficantes (Morel), y así por el estilo... No luce, entonces, decoroso que éstos concurran a un acto miraflorino en el que no tendrán oportunidad de defender su derecho a gobernar --amén de su investidura personal, sino a meramente escuchar una disquisición presidencial, quizá con ocasión de saludo al final.

Y en tercer lugar, la comparecencia de los gobernadores de oposición no iba a cambiar la línea de guerra frontal que la "revolución bolivarista" les declaró el mismo día en que fueron electos, comenzando por la cascada de amenazas, denuncias, averiguaciones y procedimientos con el propósito de inhabilitarlos, enjuiciarlos o, como en el caso de Rosales, mandarlos al exilio.

A pesar de todo lo anterior, la ocasión de un diálogo político, directo y crudo con el señor Chávez merecería ser aprovechada. Pero ese no era el contexto en cuestión, y ello debió ser ponderado con mayor conciencia. El gato maula no acepta sino el mísero ratón, y los gobernadores opositores han demostrado desde finales del 2008 que tienen una voluntad de lucha a prueba de zarpazos.

Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla