Es un hecho asaz conocido que Venezuela se ha convertido con la sedicente revolución bolivariana, en unos de los países más desiguales del planeta.

La brecha existente entre los que tienen riquezas y los que nada o poco tienen es absurdamente abismal. Esto puede comprobarse fácilmente con sólo salir a la calle, incluso sin ser un observador muy agudo. El lunes 18 de este mes se celebró el juego de las estrellas del beisbol venezolano en el estadio monumental Simón Bolívar. La transmisión del juego fue casi conjunta por todos los canales de tv, todos los comentaristas y narradores del juego, parece curioso los que laboran en un canal comercial cuyo emblema es una esfera roja, hablaban de las bondades del nuevo estadio, verbigracia piscina, casino, peluquería, guardería, discoteca entre muchos otras atracciones, además han sostenido que le falta una carnicería para igualar según ellos al Yankee Stadium. Mientras estos periodistas que parecen que viven en un país muy distinto a Venezuela se referían con tal entusiasmo al monumental, cientos de madres y padres dormían a la intemperie frente al hospital de niños JM de los Ríos corriendo peligro, para ver si podían tomar el martes una cita médica, para sus niños enfermos.

He allí el contraste obsceno, mientras el gobierno se jacta de haber gastado una suma millonaria en la construcción de un estadio, en los hospitales, sólo por mencionar los del área metropolitana, carecen hasta de agua. Esto es una clara demostración que la salud no es su prioridad, sino el show y el negocio. Muchos años han transcurrido y aun los demagogos viven del legado del imperio romano, al pueblo pan y circo, aunque la revolución ofrece mucho circo sin pan. No es que se quiera ser crítico per se, tampoco es que se pretenda que las personas no se diviertan, empero, como es que se gasta una enorme suma de dinero en la construcción de un estadio, en tanto que nada se invierte en los hospitales que deberían ser la prioridad de cualquier gobierno más o menos sensato.

Se entiende que los periodistas dedicados a la narración de deportes, estén más vinculados al gran show, al chisme del momento que vende, empero, deberían tener mayor sensibilidad a la hora de ensalzar infraestructuras que si bien tienen importancia, jamás podrán compararse con la necesidad de tener hospitales monumentales, con todos los servicios y todos los insumos necesarios para atender a la población, tanto de niños como de adultos. Lo terrible es que pese a que los padres durmieron frente al hospital, en la mañana del martes, les informaron que todas las citas se darían en enero del próximo año, imagine usted el viacrucis de los familiares que necesitan que sus niños sean atendidos en ese hospital.

La precariedad la del sistema público de salud ha retrocedido sin temor a exagerar a la época de la noche gomecista, sólo que ahora existe una infraestructura que construyó la democracia, empero está abandonada y cada día con menos médicos.