De aquel peaje del Mercantil
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Martes, 21 de Febrero de 2023 00:00

altHacia la esquina de San Francisco, en los noventa del veinte, funcionó una suerte de peaje del insulto más soez

y descarado para todo parlamentario y dirigente político de alguna notoriedad que partiera del edificio administrativo de la esquina de Pajaritos camino, a las sesiones en el Capitolio Federal. Por cierto, los buhoneros del arte, porque decían vender arte, competían con una señora entrada en kilos que deambuló hasta hace poco por el lugar, extorsionando a todo aquél que se le antojara: quien no le diera una bonita contribución, le sacaba  inmediatamente la madre a los cuatro vientos.

Recostados del edificio del Banco Mercantil, diagonal a la consabida ceiba, una o dos personas, añadidos sus amigos. ofrecían sus lienzos de motivos principalmente patrios, y,  abiertos simpatizantes chavistas, mitineaban a propios y extraños anunciando la buena nueva. Los días de sesión lucían tormentosos para diputados y senadores a la entrada y la salida de los hemiciclos, porque irremediablemente debían tragarse todo y enmudecer al transitar el sendero de las vejaciones y cualquier reacción que hubiera, por lo demás natural, podía derivar en una literal golpiza  convertida la víctima en victimaria.

Aquella esquina del Mercantil, como se conocía tan peculiar alcabala, constituyó un dispositivo precursor de las otra, ubicada al pie del  edificio de La Francia, coto de caza de opositores y afines, llamada “caliente”.  Recordemos, ambas se hicieron progresivamente violentas con la instalación del Congreso en enero de 1999, añadida la traumática gestión de su cierre, quedando a la postre como exclusivo territorio de colectivos, delatores y también desempleados que buscan algo de ayuda por esos predios de la alcaldía.

La del Mercantil gozó de días de una memorable  publicidad a favor de quienes ahora ejercen el poder y, en una ocasión, hacia 1994,  por ejemplo, colgaron una soga del árbol más cercano, trastocado en cadalso. Ésta, tan particular nota editorial,  ocupó la primera plana de algunos diarios, ilustrando muy bien los niveles de violencia política que, además, no supo disipar el segundo gobierno de Caldera.

A uno de los buhoneros, propagandistas, animadores, o agitadores del esquinazo, creemos haberlo visto cuatro o cinco años atrás, apostado con uno o dos cuatros cerca de la vieja sede del ministerio de Educación. Lo suponemos muy bien atendido por los jerarcas del poder, negada toda posibilidad de exponer una soga semejante a la arbolada por él o sus compañeros de ruta  casi treinta años atrás. 

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 Portada: El Globo, Caracas, 12/03/1994.


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