Las canas (al aire) del tigre
Escrito por Ignacio Avalos Gutiérrez   
Miércoles, 17 de Febrero de 2010 11:43

altMientras veo como sustituyo el calentador eléctrico por uno de gas, vuelvo, pues, a pensar en las desventuras de Woods, un golfista fabricado por la obsesión de su padre, quien lo puso frente a los 18 hoyos del campo apenas a los dos años


I.
En los ratos libres que me deja la preocupación por la crisis de energía, exagerada, de paso, por algunos sectores de oposición - como si  los venezolanos no estuviéramos ya suficientemente asustados con el despiste y la ineficacia del gobierno frente a ella -,  me entero, casi de casualidad, que la esposa de Tiger Woods  va a retirar la demanda de divorcio y asoma la reconciliación, todo sea en nombre de los hijos, dicen que dijo y a pesar de todo lo quiero, parece que añadió.


II.
Mientras veo como sustituyo el calentador eléctrico por uno de gas, vuelvo, pues, a pensar en las desventuras de Woods, un golfista fabricado por la obsesión de su padre, quien lo puso frente a los 18 hoyos del campo apenas a los dos años de edad, preparándolo para ser el mejor jugador del la historia y de paso, con el transcurrir del tiempo, el atleta mejor pagado , según lo informa la revista Forbes, ocupada en hurgar cuentas bancarias a fin de  identificar a los más ricos del planeta, información que es casi tan importante como la que proviene de las publicaciones de farándula. Obviamente, y como corresponde con los íconos del deporte, Woods fue exhibido como un modelo ciudadano, ejemplo para la juventud, sin que, por cierto, nadie le hubiese preguntado si le gustaba desempeñar ese rol.

III.
Mientras coloco una docena de bombillos, de esos que ahorran, recuerdo, entonces, como la infidelidad convirtió al ídolo Woods en un villano, candidato a ser quemado en las llamas del puritanismo norteamericano y  también de buena parte del mundo, dado que los golpes de pecho no son monopolio gringo.  Las cosas se suceden, luego,  rápidamente.  Las amantes salen del closet y echan sus cuentos. Sus “sponsors” discuten si conviene a sus intereses seguir usándolo como figura. Woods se disculpa,  pide perdón a su familia y  trata de defender su privacidad.  Luego anuncia su retiro del golf, hasta tanto  ponga  paz en su espíritu y, se interna en una clínica a fin de ser “curado” de su adicción al sexo, con lo cual muchos descubrimos que hay una patología relacionada con las veces con las que una persona hace el amor.  Durante el tiempo que dure su reclusión, Woods se compromete a no tener sexo, ni tampoco podrá satisfacer sus deseos de manera personal, según aclara la noticia.  Jura, pues, cumplir al pie de la letra el tratamiento que lo enseñara a ser fiel en lo que a la cama se refiere, por todos los siglos de los siglos amen.

Del escándalo se encargan la televisión, el twitter, internet y la prensa y es apedreado moralmente bajo el cargo de  no ser lo que era, de cometer el error de empañar la imagen pública de su vida privada. En suma, Woods  pasa a ser un fornicador de siete suelas – pobrecita su esposa, sueca, bella y rubia - , traidor a su familia, al deporte y a su raza.

IV.
Y mientras calculo los vatios que puedo reducir de mi factura mensual, pienso si Woods, a cuenta de famoso, debe informar lo que hace fuera de los links y cómo diablos  se dibuja el límite entre su vida pública y su vida privada. Me pregunto, así mismo, si debe ser el mejor golfista del mundo dentro y fuera de la cama y si su vida personal debe ser de dominio general. Saco a relucir, así pues, los temas de siempre, asociados a la privacidad de los ciudadanos y, de otra parte, a la libertad de prensa y al derecho a la información.  La canas al aire de Tiger Woods revelan que en estos casos todavía nos empantanamos.

HARINA DE OTRO COSTAL
No sé si usted siente lo mismo que yo, que el país sólo se conoce a través de chismes y rumores, de misteriosas fuentes confidenciales o de interpretaciones sesgadas, propias del maniqueísmo político que respiramos.  Así, no sabemos, por ejemplo, a que vino Ramiro Valdez, si a vendernos plantas de kerosene o, tal vez, a operarse de la próstata. Ignoramos todavía por que renunció el Vice/PresidenteCarrizales o, más recientemente, el  Ministro de Sanidad. Desconocemos si los problemas de Globovisión tiene que ver con ideologías o con cobres. En fin, las informaciones solo son claras en su confusión, bien se trate de las exportaciones petroleras o del número anual de homicidios. Vivimos, pues, en un país cada vez más opaco, condición que no es, precisamente, la que se prescribe desde la democracia.


EL Nacional/OyN


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