Del mundo ficticio de la dictadura |
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj |
Lunes, 24 de Junio de 2019 08:05 |
Nada extraña la falsedad del informe sobre la situación de los derechos humanos que Maduro Moros entregó a la señora Bachelet, recientemente. La pieza es sólo de interés para medir la imaginación del victimario que tiene por mera vocación y único empeño, el de aparecer como víctima, irresponsabilizándose de sus actos. Además, está la imagen otrora cultivada de Tarek William Saab. El defensor de los derechos humanos y, a la vez, poeta, ejerce como fiscal de la usurpación y, contradichas ambas condiciones que siempre deseó como emblemas, apela a toda suerte de acrobacias para preservar alguna posibilidad de suceder a quien lo nombró, llegada la hora de todas las conjeturas. El más elemental paseo por las emisoras radiotelevisivas oficiales, niega que la catástrofe humanitaria sea tal y, cuando son demasiadas evidentes sus manifestaciones, apelan al bloqueo del imperio. La humanidad entera sabe a quiénes se debe la muerte de los niños en los hospitales, pero los victimarios rápidamente inculpan a la oposición, incluyendo a la moderada, a la más resignada y hasta colaboracionista. No hay un solo economista oficial que haya desmentido, cifras en mano, a los que demuestran hasta la saciedad que la hiperinflación arrancó antes de las consabidas sanciones. Y éstas, las que competen a la biografía delictiva de los afectados, se convierten en una causa patriótica para los propagandistas a los que no les creen ni los activistas del PSUV que se mueren irremediablemente de hambre y de mengua como el que más, cazando oportunidades insólitas para sobrevivir, añadida vergonzosamente la diáspora que los encubre. Hay un mundo ficticio de la dictadura que apela y apelará por siempre a los vídeos heredados de Chávez Frías, sin contar con un novelista, un dramaturgo o un cineasta que se los reinvente. En el imaginario social no caben los artificios, las gestas épicas, los desplantes y todo el basurero que alguna vez les aportó la dictadura cubana, sinceråndose al extremo una realidad macabra.
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