Sí, comienza un nuevo año. Es la inauguración de un período, tal vez de una etapa, quizás de una fase de nuestros anhelos y expectativas, de nuestros proyectos y propósitos, de las que sentimos como nuestras razones fundamentales de vida; tal vez sea el estreno de un nuevo intento o la ocasión de reafirmación de un viejo empeño de materializar los sueños.

Todos hacemos un recuento, balance, resumen o como se le quiera llamar, de lo vivido en el año que termina; después de lo cual se sacan conclusiones y se trazan lineamientos para el futuro. Cumplido con ello he constatado que 2009 fue en muchos aspectos lamentable, con el teniente coronel y sus bandas cívico militares demostrando en días impregnados de llanto por tantas vidas segadas, en qué consiste su socialismo siglo XXI, en un país ahogado en problemas y miserias de los que no es posible sustraerse.

El proceso nos mantiene inmersos en una irrespirable atmósfera delictiva. El hurto oficial es global, a la par que cada día aumentan la represión y el hostigamiento a la oposición.

Nos han robado el país con sus ciudades y las calles de estas, transformando todo en un asqueroso mercado bajo el nombre falaz de economía informal, con el cual buscan enmascarar las altas cifras de desempleo. Saquean vorazmente el Tesoro Nacional. Han tomado por asalto y a punta de demagogia populista, sitios clave de nuestra cultura, hasta hacer de ellos antros deplorables. Nos han despojado mediante amenazas y el apego a una brutal praxis policial, de la tranquilidad y el goce de vivir en términos armónicos. Insisten asimismo en privarnos del derecho a expresar libremente lo que pensamos y sentimos, y en general de toda posibilidad de ejercicio de nuestras convicciones democráticas.

Constituimos hoy una suerte de sociedad de sobrevivientes, con ciudadanos llamados a celebrar como un hecho más excepcional que normal el que se está vivo; siendo tan angustioso sobrevivir a los diarios asaltos a mano armada, como dificultosa es la sobrevida de miles de niños a la desnutrición y la de ancianos y pensionados a las arremetidas policiales cuando salen en justo reclamo de sus derechos.

Y si volvemos la atención hacia algo fundamental como lo es la educación, nos encontramos con la absurda pretensión oficial de negar la validez del trabajo y el estudio, de exaltar resentimientos y un ansia revanchista, de bloquear el futuro y jugar al descrédito de la capacidad de nuestros profesionales. Mientras se espera que un egresado universitario cultive la reflexión crítica acerca del país unida a una visión universal, padecemos un régimen que adversa el conocimiento, que fomenta la agresión a las instituciones académicas para atrincherarse en ellas, que se plantea la destrucción sistemática de toda forma de espiritualidad y de cuanto represente valores éticos, culturales y estéticos, cual odiosos privilegios a ser abolidos.

Estos revolucionarios son denunciantes del pasado que conducen el presente con iguales vicios y perversiones, pero a una escala y con una gravedad muchísimo mayores. Y es por todo lo dicho que resumo mis sentimientos en la esperanza de que el año 2010 sea de menos atropellos, menos luto, lo que equivale a desear una satisfacción plena de los derechos, necesidades y aspiraciones humanas.

Es éste el inicio de otros 365 días con sus horas, minutos y segundos, a los que trataremos de darles un contenido y un sentido positivos; queriendo ser optimistas, pero demandando razones que lo justifiquen.

El Nacional