Sardinas, tubérculos y mangos
Escrito por Plácido Malavé | @PlacidoMalave   
Domingo, 21 de Enero de 2018 23:21

altLa sociedad venezolana ha sobrevivido porque Dios no nos ha abandonado.

A lo largo de esta tragedia humanitaria la naturaleza ha sido bondadosa con nosotros.

A pesar que el mundo es golpeado por terremotos, avalanchas, incendios, inundaciones, vaguadas, y paremos de contar, aquí no ha sucedido ningún gran golpe climático o natural de esta magnitud.

Mientras el régimen agudiza su afán de destrucción del estómago de los venezolanos, de forma natural, de la tierra han emanados rubros que han salvado la vida a más de un venezolano en zonas popular y de extrema pobreza.

Permítanme la  siguiente comparación: Así como la papa salvó a los europeos durante la Segunda Guerra Mundial, de esa misma forma las sardinas, los mangos y los tubérculos están llenando los estómagos de los venezolanos hoy en día.

El consumo de sardina se ha incrementado de una forma tal, que cada cierto tiempo las autoridades han tenido que colocar la especie en veda para evitar su extinción en las costas venezolanas.

En tiempo de mango, más de un trabajador mata su apetito con un par de estas frutas y un vaso de agua fría.

De igual forma a sucedido con las auyamas y la yuca. De la tierra han emergido paliativos que les han permitido a las familias venezolanas aguantar las consecuencias de las pésimas políticas económicas del Gobierno nacional.

La crisis alimentaria se viene agudizando porque el sistema de distribución de comida del régimen, los llamados Clap, es insuficiente para apaciguar el hambre del pueblo, y esto sin olvidar las reiteradas denuncias en el manejo indebido de este programa en diversas comunidades de Anzoátegui y de toda la nación.

Maduro y sus representantes destruyeron la capacidad productiva del país. El campo está olvidado, y en las tierras fértiles ya casi nadie las trabaja.

La carencia de semillas, de productos para la cría y para la siembra. La ausencia de inversionistas en el sector agrario, la inseguridad en el campo, que es cada vez más aguda y cruel cada día, ha creado que nuestra capacidad de autoabastecimiento de alimentos sea totalmente nula.

Y, mientras tanto la economía de puertos, que empleó el régimen, se vino abajo con la caída de los precios del petróleo.

Pero, desde la cumbre del poder, los enchufados siguen promoviendo la compra de víveres foráneos  porque saben que de este proceso ellos puedan mantener sus negocios y acciones financieras.

Por esto, el hambre en el país se extenderá aún más; la única forma de abastecer el mercado de alimentos y que el venezolano aumente su poder adquisitivo real, es mediante un cambio de gobierno, es a través de nuevas políticas y estrategias económicas.

Si no hay un cambio en Miraflores, entonces tendremos que seguir rogándole a Dios que la cosecha de mangos sea grande y que la pesca de sardinas sea abundante.

 

 

 

 

 


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