El álbum familiar nos trajo el recuerdo de los dos. Una antigua fotografía en donde los inolvidables ex presidentes: Rafael Caldera y Luís Herrera Campins, compartían animadamente en un aniversario de COPEI, nos hizo reflexionar acerca de sus inmensos aportes a la instauración de la democracia en Venezuela. Al país le dedicaron lo mejor de sus vidas, en defensa de una visión socialcristiana de la sociedad.

Se entregaron con afán. No había descanso para estos gallardos guerreros de la esperanza. Jamás sucumbieron ante el arbitrio de las complejidades, cada dificultad sirvió de aliciente para seguir en busca de la sonriente cumbre. El saber coronar una idea irredenta en la mente de la mayoría ciudadana, bullía en los corazones ardientes de Rafael Caldera y Luís Herrera Campins. Al principio fue difícil penetrar el férreo pensamiento de densos sectores de la vida nacional, reacios a entender como los preceptos de la iglesia podían desembocar más allá de las sotanas. Un humanismo cristiano que surgía para darle contenido social a los asuntos de la fe.

La democracia cristiana venezolana puede ufanarse de haberle dado a Venezuela  dos extraordinarios presidentes. Salieron de sus gestiones con la honradez y la dignidad del deber cumplido. Marcharon hasta sus hogares de siempre a compartir con sus familiares y amigos. Jamás ni siquiera los más enconados adversarios, pudieron horadar la reputación de ambos. Gobiernos en donde la familia no se convirtió en corrupta, y mucho menos en colaboradora cercana del malandraje como fiel exponente de la inmoralidad que padecemos. Ejecutorias con la brillantez de verdaderos estadistas que supieron estar a la altura del compromiso, no necesitaron del griterío ensordecedor para llamar la atención; tampoco se endosaron el rótulo de salvadores del mundo o la reencarnación de los próceres de la nación. Su historia la juzgará el pueblo teniendo como tribunal la conciencia pública. Allí acudirán con el deber de haberse mantenido fuera de la tentación del dinero mal habido.

¿Podemos comparar a Hugo Chávez con Caldera y Luís Herrera?  La sola insinuación ofende. Las diferencias son abismales. Las gestiones de Rafael Caldera y Luís Herrera Campins, se identificaron con las ideas democráticas, lucharon contra el despilfarro y la corrupción. Algunas de las principales obras que se han realizado en la Venezuela contemporánea fueron  hechas por su titánico esfuerzo. Hombres de pensamiento brillante con una aguda inteligencia reconocida en todo el mundo. Las principales universidades del planeta se nutrieron de sus aportaciones a la conciencia humana.  

En cambio, Hugo Chávez es un hombre sin mayor preparación que se ha convertido en el iceberg del totalitarismo internacional. Su gestión es una demostración palmaria de la violación fragrante de los derechos humanos, la libertad, y la furiosa persecución de quien piensa de manera distinta.

Una gestión que se ampara en la corrupción. Los tentáculos del robo descarado de los recursos del pueblo, nacen desde Barinas en donde una familia se cree que es dueña de la nación. Nunca como ahora el espíritu del malandro, la adusta mirada del carroñero, tiene motivos para acompañar a muchos que antes se encapucharon cobardemente en las universidades para incendiarlas.

En la vieja foto se ven las sonrisas amarillentas. Los buenos ejemplos del ayer contribuirán en conseguir el sendero que acabe con tanta sanguijuela.

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