Perritos que ya ni ladran
Escrito por Antonio José Monagas | X: @ajmonagas   
Martes, 15 de Agosto de 2017 00:00

altLa crisis que colocó a Venezuela en el visual del mundo político y económico, no sólo tocó a venezolanos.

Sobre todo, de aquellos cuyas necesidades alcanzaron la inflexión. O sea, el punto donde cualquier proceso comienza a declinar hasta que fenecen las variables que motivaron su vida. También, afectó a cuantos animales conviven con seres humanos dado el apego o beneficio que su compañía brinda. Pero aunque este problema toque por igual a animales de uno u otro género o clase biológica, los perritos y gatos, posiblemente, sean mayormente los perjudicados.

El caso que esta disertación busca destacar, si bien está inspirada en el estado de desamparo que aqueja todo individuo que forme parte del universo de seres vivos que ocupan algún lugar del país, que según lo predica el régimen: “es de todos”, también quiere resaltar el luto que padece Mérida por causa de la inseguridad que dejó desamparados perritos, gatos y pajaritos. En el fondo, es un problema animado por el desorden que cunde al país cuando el valor de la vida no sirve para regular lo que por derecho pertenece a todos. 

La vida dejó de respetarse como derecho fundamental sobre el cual se erigen valores morales y políticos que dan sentido al ordenamiento jurídico instituido desde lo que la teoría política conoce como “Estado de Derecho”. La vida, ahora vale tanto como el costo de un teléfono celular a precio de un mercado marcado por la codicia de una delincuencia desbordada. Inclusive, impune y hasta encubierta por aquello que ha sido excusa del régimen para alcahuetear la violencia que da paso a la inseguridad existente en todos los rincones de esta “tierra de gracia”. Excusa ésta de tono socialista que decía: “ser rico, es malo”. No así para los guapetones jerarcas del régimen.

Cabe referir la desgracia que dicha situación sembró en el dominio venezolano. La inseguridad que motivó el actual desgobierno, es causa de asesinatos que han ensangrentado calles en todo el país. El punto que estas líneas desean destacar, colmó de rabia y tristeza a la comunidad merideña pues dejó desabrigada a una población de perritos, gatos, bovinos y alados, fundamentalmente, de quien como médico veterinario cuidó de su salud y bienestar. Esta vez, manos crueles de asesinos desalmados le arrebataron la vida a un apreciado cuidador de animalitos quien, al frente de su labor médica, fue interceptado por un malviviente hampón por el blasfemo afán de arrebatar un teléfono. Pero que para este asesino, tenía el precio de la invaluable vida del Dr. Antonio R. Camacho. Es así como el país se desdibujó de la paz. Justo, es el problema en el que la inseguridad ha incitado tanto caos que ahora hay perritos que ya ni ladran.

 


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