No está lejos el final de los tiempos. Las condiciones están dadas para el viaje en el trasatlántico de la libertad. Todos pueden embarcarse con una ruta que los llevará rumbo a la democracia. No existe otro destino viable. Y esta puede ser la última oportunidad antes de que se pierda para siempre el Estado de derecho. Y es que la Democracia ha sido considerada entre todos los gobiernos el menos malo. De modo que este debe ser el camino correcto que todo pueblo debe seguir. Mas si aspira que se le respeten sus derechos fundamentales como persona. Hoy hay nuevas realidades en el mundo. En una era donde ya se habla de la sociedad postcapitalista. Y donde nos agrade o no se plantea que el norte es el de la globalización. Y la sociedad del conocimiento.

Lejos quedó el tiempo del mundo bipolar. El de las de la confrontación. Los muros fueron derruidos y cayeron las fronteras separatistas para abrir paso a los puentes de la pluralidad. Hoy prevalece la autopista de la información donde la meta es la inteligencia. Parece que la tecnología se impone por todos los horizontes y en todos los aspectos de la vida. Los países se abren a las economías planetarias en busca de mejores condiciones para sus pueblos. Los cambios en todos los ámbitos son vertiginosos. Este es el mundo del siglo XXI. Así, con su dialéctica y sus transformaciones. Todo fluye. Nada permanece. Todo perece. El pánta rhei de Heráclito en los tiempos postmodernos. Tiempos de la diplomacia.

Entonces uno no entiende cómo en un mundo como este de estos nuevos tiempos un presidente se atreva a negar la realidad que lo circunda. Sacrificando a su pueblo a las más bajas condiciones de existencia. Habiendo tenido la oportunidad de transformar a su país en una potencia capaz de garantizarle las mejores condiciones de vida al pueblo. Simplemente por un capricho de rubéola trasnochada por ideologías decadentes. Esta media semana al oírlo hablar de insecticidas para exterminar a los escuálidos pensé que la democracia es el mejor insecticida con el cuenta el pueblo venezolano para exterminar la plaga del chavismo. Porque es el gobierno del pueblo por el pueblo para el pueblo.

El 2010 abre caminos para la era postchávez. Y los venezolanos debemos prepararnos para este acontecimiento. Debemos asumir cuáles son nuestras obligaciones y hacia dónde apuntan nuestras responsabilidades. Con una verdadera participación de las mayorías y el ideal de construir la Venezuela que todos queremos y merecemos. Presentando un proyecto alternativo de democracia. Sin exclusiones y sectarismo de ningún tipo. Porque esta es una revolución hipócrita. Y de doble discurso. Que se ha mantenido bajo el estigma de la mentira y el engaño. Valiéndose de las necesidades del colectivo de una manera ruin. Por eso hay que dar al traste con este modelo fracasado, desgastado y retrasado.

Pienso que ha llegado el momento del verdadero cambio. Al señor presidente se le agota el tiempo. Y el discurso. Imagino que sabe que ya no convence a nadie. Que sólo convoca a tarifados. Y lo acompañan genuflexos. Es la hora para la Venezuela del siglo XXI. Porque hasta el momento sólo hemos podido navegar entre las ideas del siglo XIX y algunos espasmos del XX. Es el momento para una clase política con visión de país. Debemos dejar a un lado esta política parroquial y provinciana de políticos miopes que han conducido al país hasta el despeñadero. Ha llegado el momento de emplear nuestro mejores hombres y nuestro mejores recursos, si queremos salvar al país del descarrilamiento hacia lo ha conducido este maquinista trasnochado e inexperto.

(*): Politólogo y Magíster en Ciencias Políticas

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2001