¿Siente que el dinero no le alcanza para nada? ¿Qué el billete de 100 bolívares, el de mayor denominación, ya parece la cuasi extinta moneda de un bolívar?
¿Le han bloqueado transferencias electrónicas superiores a 50 mil bolívares? ¿Le han bloqueado su cuenta por transferencias incluso menores? ¡Cuidado! Puede ser que se aproxime el establecimiento de un “corralito financiero” (o que ya exista)…
1.- Origen del término Cuando se habla de corral, la primera acepción se refiere al lugar de confinamiento de ciertos animales con fines de cría, reproducción y consumo. Sin embargo, también se conoce como tal al mueble descubierto donde se coloca a los bebés para limitar su movilidad sin perderlos de vista, mediante barrotes o forro de tela transparente.
Justo la segunda acepción sirvió de metáfora al periodista argentino Antonio Laje, especialista en la fuente económica, para explicar cómo afectaría a los cuentahabientes el decreto promulgado por el presidente Fernando De la Rúa el 3 de diciembre de 2001.
El decreto 1570/2001 estableció un régimen de restricciones a la libre disposición de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros. En pocas palabras, cualquier actividad del sistema financiero, a partir de cierto monto diario por persona moral o natural, estaba prohibida o debía ser autorizada por el Banco Central; es decir, la gente –pese al dinero depositado en sus cuentas- no podía disponer del mismo en el momento y cantidad deseados.
Ante la incertidumbre, los cuentahabientes trataban de retirar su dinero de los bancos; y más que bebés en un corralito, cual fue la analogía de Laje, parecían reses en estampida, presionando los postes para derribar el corral. Mientras que De la Rúa fue forzado a renunciar una semana después, su sucesor Eduardo Duhalde mantuvo el corralito financiero durante un año, bajo la Ley de emergencia pública y reforma del régimen cambiario, promulgada el 6 de enero de 2002.
Independientemente de la emergencia económica, lo cierto es que muchas empresas quebraron y algunas personas desesperadas se suicidaron ante la acumulación de deudas e imposibilidad de acceder a sus fondos. Como anécdota, cuando inició la dinastía Kirchner, Hugo Chávez compró 4700 millones de dólares en bonos de deuda argentina…

2.- Del control cambiario a la emergencia económica Desde 2003, en Venezuela impera el control cambiario, que, con sus variantes, incluso llegó al ridículo de penalizar la publicación del precio del dólar en el mercado paralelo. Mientras tanto algunos privilegiados entre los privilegiados han amasado fortunas valiéndose del acceso (in)discriminado al dólar preferencial.
En paralelo, la bonanza petrolera se esfumaba en una economía con fábricas y haciendas confiscadas. Así amaneció este país el 1 de enero de 2016, dos millones de millones de dólares más pobre y con apenas un octavo de lo necesario para cubrir las importaciones de 2015… Y se decretó la emergencia económica dos veces… Pero la caída libre sigue con un control cambiario indefinido, cuyo segundo tipo cada día se acerca más al dólar paralelo, en tanto crecen las colas de gente desesperada por comida y medicinas –con algún episodio de suicidio.
Como recordará, en el texto de ambos decretos de emergencia económica, destaca el artículo 4º, el cual faculta al Ministerio del Poder Popular para la Economía, Finanzas y Banca Pública (o su equivalente), en coordinación con el Banco Central de Venezuela, para establecer límites máximos de ingreso o egreso de moneda nacional, “así como restricciones a determinadas operaciones y transacciones comerciales o financieras, restringir dichas operaciones al uso de medios electrónicos debidamente autorizados en el país”.
Como han advertido varios economistas, que suelen ser muy prudentes (o se autocensuran) evitando hablar de hiperinflación, dicho artículo implica un “corralito” solapado, régimen que podría ser la respuesta a las preguntas de inicio. Adviértase que el eufemismo “guerra económica” carece de cualquier sustento, pues ningún empresario exitoso querrá desperdiciar materia prima produciendo menos; por el contrario, si hay cambios en las líneas de producción, suelen obedecer al comportamiento de la demanda; es decir, tiende a producirse más aquella presentación que se venda más.
Poniendo el ejemplo de la margarina “Mavesa”, condenada en la propaganda oficialista, para el consumidor es más caro e ineficiente comprar cinco barras de 100 gramos que un pote de 500 gramos; con esa información, Alimentos Polar opta por invertir dinero en materiales que le permitan fabricar envases o empaques generando mayores economías de escala, sobre todo considerando que desde 2003 tiene acceso restringido a divisas y muchos proveedores que operaban en el país han cerrado sus puertas…
3.- Más allá de las transferencias bloqueadas Recientemente se supo que 60% de los cajeros automáticos está inoperativo y que, del porcentaje restante, se dará de baja a buena parte de los dispositivos instalados en centros comerciales y universidades.
Hay un argumento de peso para que la banca privada tome esta decisión, incómoda desde la óptica de los cuentahabientes: el notorio incremento del costo de transporte de valores. De hecho, si antes era suficiente cargar de efectivo una vez al día ciertos telecajeros; con los montos actuales de retiro, que exigen gran volumen de billetes, ahora es preciso realizar dicha operación hasta cinco veces diarias…
Lo anterior se agrava por la negativa del gobierno a la propuesta de emitir billetes de mayor denominación, medida que simplificaría las operaciones pero que haría mucho más evidente la hiperinflación. Así que tranquilícese y lleve bolsas de papel –aunque no haya pan- cuando deba retirar –en taquilla- montañas de billetes sin poder adquisitivo, mientras ve frustradas transacciones importantes en las plataformas virtuales. Al fin y al cabo, “todo está excesivamente normal” y tal vez lo del “corralito” no sea más que una fantasía del diputado José Guerra.
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