Rumbo a las tinieblas
Escrito por Ing. Rafael Diaz Casanova   
Jueves, 05 de Noviembre de 2009 07:10

altVenezuela se encuentra transitando a toda velocidad hacia el mundo de las tinieblas. Un país que hizo inversiones cuantiosas e inteligentes desde 1892, cuando se fundó la Electricidad de Caracas y comenzó a construirse la primera planta hidroeléctrica en Venezuela.
Esta inmensa empresa fue capitaneada por un venezolano de excepción, Ricardo Zuloaga Tovar, quien recolectó el capital necesario para hacerlo (medio millón de bolívares de la época)  y que por todo un siglo le garantizó a sus suscritores un servicio eficiente y con mínimas interrupciones. La Electricidad de Caracas fue, por todos esos cien aňos, el buque insignia de las empresas privadas del país.
Los avatares de la industria eléctrica privada fueron muchos. La Electricidad de Caracas realizó muchísimas campañas para incentivar el consumo de electricidad y varias otras para lograr que le autorizaran tarifas suficientes para la expansión necesaria y para una adecuada retribución a sus numerosos accionistas, la gran mayoría, venezolanos.
Paralelamente a construir la planta hidroeléctrica y las que le siguieron, se adelantó una planificación técnica y financiera que permitió cumplir con todas sus responsabilidades, ante los clientes, ante los trabajadores, ante los accionistas, ante los acreedores y ante el país. Lo mismo podemos decir de La Luz Eléctrica de Venezuela, La Electricidad de Valencia, la Luz Eléctrica de Barquisimeto, La Electricidad de Maracaibo, la Electricidad de Guarenas y Guatire, que conformaban un sistema de muchas pequeñas plantas que solo tenían interconexión regional, más conformaron un país que se electrificó masivamente y con indicadores de calidad de nivel mundial.

Asistimos a innumerables asambleas de La Electricidad de Caracas, en ellas, además de contemplar y resolver sobre las materias que correspondían a cada semestre, se aprobaban los planes de crecimiento y endeudamiento correspondientes para lograr que el servicio tuviera la mejor calidad posible. Su confiabilidad siempre estaba cercana al 99%. Una falla era absolutamente infrecuente.
En aquellos tiempos, cuando la Electricidad de Caracas operaba cuatro grandes conjuntos generadores, el margen de seguridad se establecía, limitando que el máximo del consumo no sobrepasara la capacidad instalada disminuida en la potencia que producían las dos unidades de generación de mayor capacidad.
Hoy, la situación es muy diferente. Existe un sistema interconectado nacional que incluye generación hidroeléctrica y térmica. La capacidad demandada es de 21.000 Megavatios y la capacidad instalada es de apenas 23.000 Megavatios si funcionaran adecuadamente todas las unidades generadoras. Esto indica que la situación es precaria pues los estándares internacionales recomiendan que un sistema como el nuestro deba tener una holgura superior al treinta por ciento, lo que nos permite concluir que tenemos un déficit de más de cuatro mil Megavatios…si se mantuvieran adecuadamente todas las unidades generadoras.
Pero para distribuir toda esa cantidad de energía a todos los rincones de Venezuela hace falta un entramado de trasmisión, subtrasmisión y distribución que necesita un mantenimiento cuya calidad y atención pertenece a los anales de la historia. Son miles de kilómetros de redes de cables, estaciones y sub-estaciones que deberían ser objeto de un riguroso mantenimiento durante todo el año, estamos seguros que ni siquiera subsisten, por ausencia de mantenimiento, los equipos necesarios para ello y los muy pocos que quedan, están en condiciones deplorables.

Los planes de crecimiento de la generación de energía tienen un retraso de varios años. Desde que se inicia un proyecto hasta que opera, se necesitan entre tres y cinco años. Como contrapartida, hemos leído que Planta Centro, un complejo generador construido por el gobierno nacional hace unos treinta años, se encuentra en tal estado que parece más sensato abandonarlo que repararlo.
La planificación de toda la cadena de un sistema eléctrico como el nuestro, requiere de líneas de trasmisión, estaciones de distribución, y tendidos aéreos y terrestres que, además del sistema generador, están en condiciones precarias lo que significa que el futuro se nos presenta catastrófico y la falta de electricidad tiene incidencia fundamental en muchas otras expresiones de la calidad de vida del ciudadano. Suministro de agua y transporte subterráneo son dos ejemplos de dependencia absoluta de la energía eléctrica.  

Ante un consumo nacional enorme, el régimen anuncia la compra e instalación de un esmirriado incremento de mil megavatios que, dicen, proveerá una empresa española. No sabemos si esto será una limosna o producirá cosquillas.

Quisiéramos, en estas líneas, no solo alertar ante el grave problema que estamos sufriendo y que tiende a agravarse sino rendir un sentido y merecido homenaje a Ricardo Zuloaga Tovar, a Oscar Augusto Machado, a Ricardo Zuloaga Pérez-Matos y a Oscar Machado Zuloaga quienes consagraron sus vidas a fundar, operar y mantener una empresa eficiente que durante un siglo le suministro la energía necesaria a la Gran Caracas. Sirvan ellos como símbolo de quienes también lo hicieron en otras regiones del país y de todo el capital humano de las distintas empresas que, con su mística y vocación de servicio, tuvieron en ellas, no solo el sitio de donde produjeron todo cuanto sus familias requirieron sino que contribuyeron a construir una Venezuela que se nos va de las manos. Vamos rumbo a la haitización de Venezuela.

Roma, octubre 27 de 2009

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