Mini guerra
Escrito por Fernando Niño   
Miércoles, 08 de Octubre de 2014 07:31

ini guerra
FERNANDO NIÑO
M ientras el país, todo el país, muestra cada vez más su malestar con la vida que padece, a través de protestas diarias, como la de los gremios médicos, o sindicatos de obreros, o las señoras de a pie se quejan de la escasez, la inseguridad o el alto costo de la vida, en cada cola de Mercal, camioneta-porpuesto, o la morgue de Bello Monte, el Gobierno responde a esas quejas, con el viejo truco de la mini guerra declarativa: "para cada problema, le adjudica un enemigo-oposición causante" y así no había tenido por qué preocuparse por las verdaderas causas del problema.
Le había ido bien durante 14 años.
Pero ese respaldo está resquebrajándose. Basta llegar a una oficina pública, para escuchar quejas destempladas, de la gente común, de los porteros, las oficinistas que ya lo dicen sin miedo. O si quiere mayor evidencia, basta que se dé un vistazo por el portal Aporrea, para que se percate de este deslinde, con "autocríticas" de todo tipo, desde "No Maryann Hansom, las cosas no están bien en la UBV", hasta la corrupción de los personeros del Gobierno: "Enquistados = maquilladores de corrupción", por sólo mencionar dos artículos recientes, y estos son escritos por convencidos militantes.
La estrategia de Chúo Torrealba, secretario de la MUD, de hacer un pacto entre todos los sectores del país, pero en especial, entre los pobres y la clase media, es un enfoque inclusivo con los que estaban con el proceso, y desmonta esta división entre chavistas y opositores, y aporta otra basada en la realidad: de pobres y empobrecidos, contra enchufados y talibanes. Si con la política de la "mini guerra: oposición causa de todo", le había ido bien para impedir que esa desesperanza hubiese sido capitalizada por la oposición, les llegó el desamor a su gente y ahora entre todos es tiempo de buscar soluciones comunes.
Le había ido bien al gobierno con la política de la mini guerra ante cada problema, su chequera ablandadora de realidades, su militancia disciplinada y los autogoles de la oposición. Ahora la realidad alcanza al relato de su propaganda, y el desamor llegó a sus bases. Pero a los problemas del país, se le suma ahora ese demonio creado para resguardar su revolución, esos grupos de civiles armados, llamados colectivos, que nunca pensaron que causarían un problema de gobernabilidad interna tan grande, un problema mucho peor que manejar su propia ineficacia, un problema de ahora sí, una auténtica mini guerra interna.

altMientras el país, todo el país, muestra cada vez más su malestar con la vida que padece, a través de protestas diarias, como la de los gremios médicos, o sindicatos de obreros,

o las señoras de a pie se quejan de la escasez, la inseguridad o el alto costo de la vida, en cada cola de Mercal, camioneta-porpuesto, o la morgue de Bello Monte, el Gobierno responde a esas quejas, con el viejo truco de la mini guerra declarativa: "para cada problema, le adjudica un enemigo-oposición causante" y así no había tenido por qué preocuparse por las verdaderas causas del problema. 

Le había ido bien durante 14 años. 

Pero ese respaldo está resquebrajándose. Basta llegar a una oficina pública, para escuchar quejas destempladas, de la gente común, de los porteros, las oficinistas que ya lo dicen sin miedo. O si quiere mayor evidencia, basta que se dé un vistazo por el portal Aporrea, para que se percate de este deslinde, con "autocríticas" de todo tipo, desde "No Maryann Hansom, las cosas no están bien en la UBV", hasta la corrupción de los personeros del Gobierno: "Enquistados = maquilladores de corrupción", por sólo mencionar dos artículos recientes, y estos son escritos por convencidos militantes. 

La estrategia de Chúo Torrealba, secretario de la MUD, de hacer un pacto entre todos los sectores del país, pero en especial, entre los pobres y la clase media, es un enfoque inclusivo con los que estaban con el proceso, y desmonta esta división entre chavistas y opositores, y aporta otra basada en la realidad: de pobres y empobrecidos, contra enchufados y talibanes. Si con la política de la "mini guerra: oposición causa de todo", le había ido bien para impedir que esa desesperanza hubiese sido capitalizada por la oposición, les llegó el desamor a su gente y ahora entre todos es tiempo de buscar soluciones comunes. 

Le había ido bien al gobierno con la política de la mini guerra ante cada problema, su chequera ablandadora de realidades, su militancia disciplinada y los autogoles de la oposición. Ahora la realidad alcanza al relato de su propaganda, y el desamor llegó a sus bases. Pero a los problemas del país, se le suma ahora ese demonio creado para resguardar su revolución, esos grupos de civiles armados, llamados colectivos, que nunca pensaron que causarían un problema de gobernabilidad interna tan grande, un problema mucho peor que manejar su propia ineficacia, un problema de ahora sí, una auténtica mini guerra interna. 

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