Gobierno sin rumbo
Escrito por José Ignacio Acevedo   
Sábado, 11 de Julio de 2009 07:43

altLamentablemente tenemos que admitir que la corrupción en Venezuela casi se puede tocar, la pobreza, principal factor desestabilizador de la democracia, es tangible en las crónicas y crecientes carencias que trepan los cerros y serpentean escoltando la miseria en todas las urbes del país, cual vitrina que exhibe amenazante la tragedia de un pobre pueblo rico. La gran mayoría de las ciudades más pobladas son un verdadero muestrario de los contrastes y desigualdades vergonzantes en esta Patria del Libertador, que vuelve a ufanarse en el último lustro de la fanfarronería saudita de su riqueza petrolera, en grosero contraste de la real ausencia de respuesta productiva para encarar el flagelo del desempleo, por nombrar tan sólo uno de los tantos males que nos agobian.

El petróleo por desgracia no ha sido nuestro mejor aliado para avanzar, aunque ha creado un espejismo de bonanza temporal en algunos sectores de nuestra sociedad que podemos denominar como Pobreza Relativa, quienes tuvieron en el pasado y ahora no, una vida sin privaciones.

Lo contrario sucede con la Pobreza Estructural que es el rostro más visible y doloroso de la pobreza, cuyo rasgo más destacado es la carencia desde siempre de haberes educacionales, de salud y otros que han impedido su incorporación en el proceso educativo. Este tipo de pobreza es el que debería ser objeto de la atención social del Estado y no ser una bandería política de los gobiernos de turno como éste en particular, por ello es imperativo, atacar tanto sus evidentes consecuencias como las verdaderas causas que la originan. Siendo más pragmáticos, en Venezuela, teniendo un promedio de 5 personas por hogar, estamos ante casi 5 millones de hogares. Con sólo el crecimiento económico, lograríamos sacar de la pobreza a los que están empobrecidos, es decir, 35% de los hogares, nos quedaría casi 60% de los hogares que sobreviven en la pobreza estructural.

De manera que una política económica centrada sólo en el crecimiento, es sin dudas excluyente. Una vía para lograr en un plazo razonable un crecimiento económico y social es conjugar políticas en estos dos aspectos básicos.

La política económica debe orientarse a generar empleo productivo y estable en armonía con una política social que haga a los venezolanos capaces de ser empleables. El sector informal de la economía, por ejemplo, es el gran reproductor de pobreza y a su vez el reducto al cual ha ido la fuerza de trabajo productiva empujada por esta galopante recesión de los últimos años y la pésima distribución de los recursos. Como el sector informal es tan grande en Venezuela, será necesario crear líneas de acción para formalizarlo, incrementando su productividad, ya que en este sector como en ningún otro impera un capitalismo salvaje y altísimos niveles de sobreexplotación; que serán necesario contrarrestar, dotándolo de tecnología, darle acceso al crédito e incrementar el capital humano; en otras palabras, hacer del trabajador de esa área, un hombre con instrucción, oficio, habilidades productivas, es decir, capacitarlo efectivamente para insertarlo plenamente en el proceso productivo, pues se trata nada más y nada menos del 55% de 14 millones de personas que es el universo laboral venezolano, de acuerdo a recientes cifras del I.N.E, las cuales revelan entre otras cosas por ejemplo, que de cada 10 venezolanos, 7 están improductivos, de esos 7, dos están desempleados y existe un universo de casi 9 millones de buhoneros; cifras de las cuales no debemos sentirnos orgullosos, cuando en medio de esta superabundancia de recursos petroleros, seguimos siendo todavía: Un país rico en recursos pero muy pobre en imaginación y eficiencia públicas.


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