Capitalismo versus Socialismo
Escrito por Chen Chi-Yi (economista)   
Martes, 15 de Diciembre de 2009 21:44

altPrecisar lo que es el capitalismo o el socialismo parece una ingenuidad.  El hecho, de que la vivencia histórica nunca le ha dado una  configuración clara y precisa, indica que son conceptos confusos o elásticos. Es decir, cada individuo ha interpretado la terminología de acuerdo con su propio entender.

Para discernir esta dicotomía  utilizamos una imagen visual imaginaria, representando linealmente el capitalismo y el socialismo como una cuerda, donde el primero se sitúa en el lado derecho y el segundo  en el lado izquierdo. En el centro de la cuerda los dos “ismos” se tocan y se denominan capitalismo socialista o socialismo capitalista de acuerdo con la visión asumida.


Los supuestos del capitalismo radical
El capitalismo de la extrema derecha  se desarrolla bajo los supuestos siguientes: En primer lugar, los seres humanos, por naturaleza, no son  iguales, porque unos son más inteligentes y más hábiles que otros. La sociedad, cualquiera que sea su régimen político o  social, está siempre dominada por los primeros aprovechándose de los segundos. En segundo lugar, la propiedad privada es sagrada.  Ser rico significa acumular más propiedad en todas las formas. Todo ser humano, primitivo o moderno, siempre lucha por tener una  propiedad, aun que sea la mínima, para asegurarse cierta estabilidad de su nivel de vida. En tercer lugar, todas las actividades funcionan sobre la base de un  principio elemental y básico: “laissez faire y  laissez passer”  y  sin intervención del Estado. Una mano invisible regula  su funcionamiento y corrige todos los errores e imperfecciones. En cuarto lugar, el lucro es el alma de todas las actividades humanas individuales o colectivas. Así, predomina el individualismo y el egoísmo  en las relaciones inter-individuales o inter-comunitarias.


Los supuestos del socialismo Radical
El socialismo radical de la extrema izquierda se guía por los supuestos siguientes: En primer lugar, la Igualdad de los seres humanos de hecho y de derecho sin distinción de clase. No se  establecen diferencias entre los más inteligentes o más hábiles de los que no lo son. Cada uno debería producir de acuerdo con sus capacidades y consumir según sus necesidades. En segundo lugar, el lucro individual es contrario a los intereses de la colectividad. La  “plus–valía”, representada por el beneficio, pertenece al trabajo y no al capital;  por lo tanto se debe abolir la propiedad privada como fuente de  explotación de los “sin propiedad”. En tercer lugar, el Estado,  maneja con mayor eficiencia, las actividades de producción y de distribución de acuerdo con un sistema de planificación coordinada  nacional, regional y local evitando el despilfarro de la iniciativa privada, que es dispendiosa y egocéntrica. En cuarto lugar, los valores éticos y morales, inculcados por la sociedad capitalista y por las creencias religiosas, no coinciden con los de la sociedad socialista;  por lo tanto deben ser  sustituidas por nuevos paradigmas.

El capitalismo socialista y El socialismo capitalista
El capitalismo fue flexible y adaptativo. Su concepción  ha evolucionado en el  transcurso de su historia. De hecho, ha suavizado su convicción liberal admitiendo que la mano invisible  pierde su efectividad, cuando las empresas grandes, monopólicas u oligopólicas,  alteran visiblemente el funcionamiento del mercado de bienes, de servicios y de trabajo.   De hecho, el capitalismo del mundo occidental ha sido intervenido  tanto en la determinación de precios como en su funcionamiento. Lo más remarcable fue su consentimiento en modificar el sistema de  distribución de rentas otorgando cada vez mayores ventajas  al factor trabajo a través del aumento sistemático  de salarios  directos y de otros mejoramientos contractuales y legales. De esta forma, el capitalismo radical  está convencido de que es más sano y  más efectivo  crecer con equidad que enriquecerse exprimiendo al factor trabajo.  Nadie duda  que  hoy día la clase trabajadora del mundo occidental  está  disfrutando de un nivel de vida  sensiblemente superior al del inicio de la aparición del capitalismo. Esto sucedió tanto en el sentido relativo como en el absoluto.
En los años venideros la regulación se ampliará  al capitalismo financiero, surgido y desarrollado a la sombra de la globalización de la economía mundial. No parece  razonable que  se pueda enriquecerse  sin producir algo real,  ya que la especulación y la pirámide financiera suelen generar  la inestabilidad  económica en lugar de producir el desarrollo y el bienestar.
Sin querer ofender a ningún estudioso en la materia, me atrevo a aseverar  que el capitalismo se socializa absorbiendo algunos preceptos del socialismo, convirtiéndose en un  capitalismo socialista. Existen múltiples ejemplos que demuestran los diferentes grados de alejamiento de la derecha extrema capitalista y de su acercamiento al centro de la  “cuerda”  a través de los movimientos políticos del centro derecha.
Por otro lado, el socialismo radical tomó el camino inverso al constatar que los supuestos originales carecen  de la comprobación empírica. En primer lugar, se observa que el ser humano no es  igual: cada uno vale de acuerdo con su inteligencia, su habilidad y su afán de superarse. La teoría del valor-trabajo y de la plus- valía no tiene aplicabilidad en ningún lado, por ser una lucubración mental, muy original pero fantasiosa. Sin el lucro individual ó sin la recompensa  personal apropiada se desvanece el espíritu de lucha y  el afán de superarse. En segundo lugar, parece evidente que la propiedad privada e iniciativa personal  constituyen el  motor de acumulación de la riqueza y deben ser promovidas ampliamente so pena de retrasar el progreso económico. En tercer lugar, las experiencias recientes de los países que practicaron la estatización de las actividades productivas y de servicios, demostraron su relativa ineficiencia comparándola con las de la economía  capitalista. Los países, promotores  de socialismo radical, transitaron por la triste experiencia de pasar por los movimientos cooperativos, a la cogestión, a las comunas, a la propiedad social y de regresar de nuevo al viejo sistema de producción, de comercialización  y de servicios. En cuarto lugar, el hombre nuevo, que los  países del socialismo radical quisieron formar intensamente,  a través de la  educación ideologizada y de la revolución cultural, no se presentó. La mono-cultura no parece   ser bien aceptada por la humanidad.
Todas estas experiencias fallidas han favorecido y estimulado a que la ideología de extrema izquierda, un tanto utópica, haya adoptado un giro hacía un capitalismo modernizado convirtiéndose en una especie  de socialismo capitalista  al mezclar las políticas de  orientación socialista con las de corte capitalista. Muchos países,  ex comunistas o no, se autodenominan “socialistas”, pero son en realidad movimientos políticos de centro izquierda.

El socialismo del siglo XXI
Uno se pregunta ¿donde  encaja el socialismo del siglo XXI dentro del contexto de la presente reflexión?  La expresión “siglo XXI” parece indicar que se trata  de un socialismo reformulado ó evolucionado. Pero, cuando vemos que acepta los supuestos fundamentales del socialismo radical, lógicamente  debemos concluir  que  es el mismo socialismo de extrema izquierda. Los detalles no alteran lo esencial.  Algunos indicadores, que enumeramos a continuación, comprueban esta realidad. En primer lugar, la eliminación paulatina de la propiedad privada de los medios de producción, de distribución y de servicios, mediante la expropiación, confiscación o estatización  de las tierras, de las industrias, de los servicios con la firme convicción de que el Estado es más eficiente  en lograr un mejor desempeño en todas las actividades. En segundo lugar, Instaurar gradualmente el control  de precios de todos los productos bien sea   de consumo masivo o de bienes intermedios  para   eliminar  tanto los beneficios de los productores e intermediarios como  el mecanismo del mercado.  Al introducir la propiedad social  de los medios  de producción y  de distribución e instaurar el control general de precios se  eliminaría el principio de lucro como estimulo  para promover cualquiera  actividad de carácter económico.  Se debe anotar que este proceder no hace ninguna referencia a  la teoría del  “valor-trabajo” ó a la  de la “plus-valía”. En tercer lugar, el afán de reformar el sistema educativo a todos los niveles, conjuntamente con las políticas de control de los medios de comunicación  masiva (prensa, radio, T.V.) demuestra la firme intención de  moldear a  un hombre nuevo  con paradigmas y valores ético-morales “socialistas”.  Solo la presencia de un prurito de democracia está  retrasando  la velocidad de la marcha. En cuarto lugar, durante los últimos diez años  se introdujeron muchos programas,  llamados “misiones”, con la finalidad  de aliviar la pobreza.  No tengo elementos suficientes para determinar si se trata de programas  de corte socialista o político-electoral. Lo cierto es  que estos programas  no eran adecuados para superar la pobreza, porque no promueven, de una manera permanente, la capacidad de incrementar el ingreso ó el producto.  Alguien, de mala lengua, dice que estos programas masivos constituyen el “opio” del pueblo, porque incrementan la dependencia o la adicción de la masa hacia  sus promotores. Se sospecha igualmente que el deterioro sistemático de todos los servicios, indispensables para un mejor nivel de vida, (tales como salud, educación, infraestructura, equipamientos, vivienda etc.) responda a una decisión voluntaria para ampliar la dependencia del pueblo hacia el Estado benefactor.
Después de  analizar las actuaciones fundamentales de   los últimos tiempos  llegamos a la conclusión de que la orientación ideológica del socialismo siglo XXI es de extrema izquierda; pero su implementación parece lenta y gradual. El curioso preguntaría ¿si una ideología extremista puede instrumentarse con tanta parsimonia y respetando la estructura democrática existente?   La respuesta solo  puede ser  negativa.  Si los rusos,  los chinos, los cubanos y otros  han implementado el socialismo radical con la mano férrea y  fulminante; dudo mucho que sea posible instrumentar el mismo sistema con  guantes de seda.  La gradualidad  no descarta las  medidas autoritarias; solamente necesita un tiempo  más prolongado. Uno  curioso  pregunta, si un pueblo, acostumbrado a un régimen democrático, podrá soportar, por largo tiempo, estas medidas  severas y  poco ortodoxas. Mientras  tanto, observamos que el socialismo del siglo XXI no parece desplazarse hacia el centro izquierda con indicios democráticos como lo hicieron los países  ex-comunistas.  Pero,  si  los protagonistas actuales se dieran cuenta  de que los supuestos teóricos  no fueron comprobados por muchas experiencias,  deberían emprender, con mucha sabiduría, un gran viraje que conduciría  a todos los hombres de  buena voluntad  hacía  un país democrático de tendencia centro izquierda,  sin tantos atropellos verbales o reales.   


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