Nuevamente: el burro del gitano
Escrito por Arlán A. Narváez-Vaz R.   
Miércoles, 25 de Noviembre de 2009 05:33

altHace unos años relatamos aquí una historia que hoy es propicio recordar: El alcalde de un poblado en Andalucía en una oportunidad encontró al gitano del pueblo llorando desconsolado en el campo. “A vé, Pepeillo”, ¿qué te tié tan desolao?, le preguntó.

Y el gitano le confesó: “Jezú señor arcarde, es que se me ha muerto mi burro más listo… lo estaba enseñando a viví sin comé y cuando casi había aprendío, tras 20 días de práctica, se murió de repente.”

A más de un lector esta historia le parecerá descabellada pero, sin ser calé o descendiente de faraones, como dicen ser los miembros del pueblo de Pepeillo, los altos funcionarios de la kakistocracia venezolana, empezando por el “mesmísimo”, utilizan igual falta de lógica para explicar los resultados de su irresponsable ineficiencia y chambonerías. Tras casi once años en el poder, los burros a su cargo se le mueren “de repente”. Los más obvios, por el impacto y daños tan grandes que han tenido en el pueblo, se expresan en las fallas y racionamientos de los servicios vitales de electricidad y agua, pero el deterioro en los servicios del Metro, la superficie lunar en que se ha convertido el pavimento de las calles, la acumulación de basura por doquier, etcétera, etcétera, etcétera, desde hace años que han venido delatando la incapacidad kakistocrática, insólitamente reconocida en público, en no pocas oportunidades en su “habla pegado” dominical, por el “líder supremo”, que siempre se lava las manos y acusa convenientemente al imperio, a los gobiernos anteriores y hasta a sus propios ministros, a quienes finge regañar pero que deja en sus cargos (o los pone en otros) para que sigan poniendo la torta.

Circula en Internet un informe aterrador acerca del riesgo muy probable de que Venezuela se quede sin electricidad por un largo período de tiempo, debido a las fallas que derivarían de la falta de mantenimiento de las turbinas de la Central Hidroeléctrica de Gurí, información aparentemente hecha pública por “El Correo del Caroní” (ver: “A black swan called Gurí” en caracasgringo.wordpress.com/2009/10/26/a-black-swan-called-guri/ o su versión resumida, en español, en www.petroleumworldve.com/guillao09111801.htm). Dicen que guerra avisada no mata soldados, pero eso, definitivamente no aplica para la obstinada sordera de nuestra kakistocracia ante las alertas acerca de la necesidad de corregir su extrema incompetencia y evitarle males mayores a la población. En la mente febril del mandante solamente cabe su obsesión de enfrentarse a imperios norteños o vecinos, mientras no presta atención a los imperios de la desidia, la inseguridad, la falta de manteniendo y la destrucción económica, que si hacen estragos en las necesidades del pueblo y acaban con lo poco que va quedando en pié en el país.

Muchos de los venezolanos que confiaron esperanzados en las promesas de una vida mejor descubren ahora, sin luz, sin agua, con violencia y basura en las calles, sin empleos productivos y con agobiante inflación, que más allá de interminable verborrea del mandante solamente aparecen más privaciones y decepciones. El agricultor sabe que solamente se cosecha lo que se siembra y los venezolanos descubren que de la siembra de promesas vacías no se cosecha nada bueno.

El burro que ahora escogió el régimen para que “aprendiera a no comer” es el Banco Central de Venezuela, solo que, con la reforma de su Ley, no les bastará no alimentarlo, sino que le caerán a palos para exprimirle hasta el último centavo y satisfacer la voracidad de gasto y despilfarro de la kakistocracia. El artículo 318 de la Constitución manda que “El objetivo fundamental del Banco Central de Venezuela es lograr la estabilidad de precios y preservar el valor interno y externo de la unidad monetaria.” (el bolívar) y, para lograr esto, en el artículo 320 consagra: el BCV “no estará subordinado a directivas del poder Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias”.

Las graves consecuencias, alimentando las presiones inflacionarias, que traerá tal reforma las pagará cruelmente el pueblo, que verá perder más aceleradamente el valor de sus bolívares; así quedará sin luz, sin agua, sin seguridad y sin poder adquisitivo. Después dirán, como con el burro del gitano, que “murió de repente” o que lo mató el imperio. ¡Cosas veredes, Sancho!

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