La deuda pública
Escrito por José Guerra (PhD economía)   
Martes, 20 de Octubre de 2009 06:41

altCuando Carlos Andrés Pérez (CAP) asumió su primera presidencia a comienzos de 1974, se encontró con un aumento súbito de los precios del petróleo. Creyó que la mejor forma de desarrollar el país era ampliando el ámbito del Estado en la economía y con unas regulaciones de precios de los bienes y servicios de la cual no se salvaron ni las areperas.
Hasta los comerciantes modestos llegó la mano asfixiante del Gobierno en una acción que, mientras más abarcaba, más ineficiente se tornaba. Con cotizaciones del petróleo que saltaron desde US$ 3,6 por barril en 1973 hasta US$ 10,3 por barril en 1974 (un aumento de 186%), creyeron los conductores de la política económica que el país daría un salto cuántico que colocaría a Venezuela en el umbral del desarrollo.

Efectivamente, se operó el salto, pero al vacío, y a partir de 1974 el país perdió la noción de que las cosas costaban y que lo que aparentementeregalabaelEstadoen forma de subsidios generalizados lo hacía al precio de sacrificar recursos que hubiesen sido invertidos en educación, salud e infraestructura, la mejor forma de gastar que puede realizar el sector público.

La lección no aprendida de CAP I está siendo imitada por el gobierno del presidente Chávez, que desde 2003 tomó un perfil claramente estatista, exacerbado a partir de 2006 cuando Hugo Chávez se abrazó con un fantasma: el modelo cubano de desarrollo que hace del Estado el propietario fundamental de los medios de producción y de los controles de precios, cambio, tasas de interés y salarios, la razón de ser de la política económica, lo que se traduce en mayor endeudamiento.

Ese incremento desbocado e injustificado de los pasivos del Estado no habría ocurrido si se hubiese optado por gastar con sensatez en servicios sociales fundamentales donde existen carencias indignantes en un país en pleno siglo XXI, como son los casos de las deficiencias de sanidad y educación pública. Prefirió el presidente Chávez lanzarse por el carril de las nacionalizaciones de compañías y acumular en su trayecto una nómina recrecida, foco de una conflictividad social siempre latente.

La posesión del Estado de los bienes de producción producidos y los de origen natural, como el petróleo, no significa que el país sea más próspero. Es más floreciente una nación cuando se generan más empresas, no cuando éstas tienen otro dueño.

Al asumir como presidente, Chávez encontró una deuda pública, incluyendo la de Pdvsa, de US$ 32.484 millones. Cuando termine 2009 ese monto estará alrededor de US$ 80.000 millones si se cumple el cronograma de emisiones pautados en el plan de masivo endeudamiento de la nación diseñado por Giordani, Merentes y Rodríguez.

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