Con gran acierto, los organizadores de la 12ª Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (Filuc 2011) adoptaron como lema del evento la frase LA LENGUA QUE SOMOS.

Permítaseme decir, antes de continuar, que la Feria del Libro de la U. de C. se ha ido haciendo cada vez más importante, hasta constituir uno de los sucesos de mayor trascendencia en su género en la Venezuela de hoy. Asistir como invitado, o como simple visitante a esa maravillosa fiesta de la cultura es muy estimulante, y uno puede ver de cerca el fervor, la responsabilidad y el entusiasmo con que sus organizadores, casi todos jóvenes profesores de la universidad, realizan su labor, lo cual explica en buena parte el éxito de la Feria.

El lema escogido -con todo acierto, como ya dije- alude a un hecho de gran valor, como es la importancia del lenguaje como objeto cultural de particular naturaleza, hasta el punto de dársele -al lenguaje- valor de esencia misma de la vida humana. Siempre se ha tenido, en efecto, al lenguaje como tal, desde la famosa definición que del mismo se hace en el comienzo del Evangelio de San Juan: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". Ahí está dicho todo. Es como decir que la lengua es la vida misma, tal como lo señaló con toda diafanidad nuestro Andrés Bello, en el luminoso prólogo de su Gramática: "Una lengua es como un cuerpo viviente (…)".

Dije arriba que el lenguaje es un objeto cultural de naturaleza peculiar. Lo es, en efecto, porque el lenguaje es de por sí una manifestación cultural, sin duda el más importante producto de una cultura, puesto que es lo que nos define y además nos permite expresar nuestras ideas y nuestros sentimientos, y con ello comunicarnos unos con otros. Ya con eso bastaría para dar una idea de su importancia. Pero, además de expresión cultural en sí mismo, el lenguaje es también un medio por el cual el hombre crea nuevas manifestaciones culturales, como la literatura en general, y en particular la poesía, el canto, la oratoria, la plegaria, el periodismo, etc.

Agréguese a ello que el lenguaje nos permite acumular y conservar los conocimientos y trasmitirlos de unas personas a otras y a través de las generaciones.

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